ETA destruye con cinco kilos de dinamita una central de Telefónica
La bomba causa pavor en los vecinos de la localidad de Arrigorriaga
ETA destrozó en la madrugada de ayer con un artefacto compuesto por cinco kilos de dinamita, seguramente Titadine, una central de Telefónica en Arrigorriaga (Vizcaya). La explosión no causó daños personales, pero llenó de pánico a los vecinos de la zona, mayoritariamente jubilados. Los daños materiales podrían ascender a 20 millones de pesetas, según estimaciones municipales, aunque el servicio telefónico no se vio afectado.
Los vecinos del barrio Lanbarketa, en el centro urbano de Arrigorriaga, una localidad vizcaína de poco más de 10.000 habitantes distante nueve kilómetros de Bilbao, sintieron a la 01.20 de ayer temblar las paredes de sus casas y caer los cristales rotos. Muchos estaban en la cama y otros a punto de acostarse, pero ninguno sospechó que el estruendo se debía a una bomba colocada en la base de una antena de telefonía móvil en un edificio de Telefónica.
Diez horas después, los residentes más afectados mostraban en sus ojos el miedo y la estupefacción. '¿Por qué vienen a ponernos una bomba? Mi mujer saltó de la cama gritando. No sabíamos qué pasaba, se movía todo. Luego bajamos en pijama a la calle. Hacía frío. En seguida llegaron los bomberos y la Ertzaintza', recordaba lloroso Francisco Salazar, de 76 años.
El Departamento de Interior descartó enseguida que el ataque fuese un acto de kale borroka y adjudicó la autoría a ETA, vista además la magnitud de la carga, según un portavoz de la Consejería. El artefacto disponía de un temporizador. Interior no determinó si la dinamita era de la marca francesa Titadine, utilizada habitualmente por la banda en los dos últimos años.
La onda expansiva derribó una pared del edificio de Telefónica, destrozó la fachada de un inmueble, marcos, puertas y cristales de una veintena de ventanas, así como las cristaleras de varios establecimientos colindantes, además de un par de vehículos. En total, unos 40 residentes de la zona resultaron perjudicados. La cuantía de los desperfectos puede ascender a unos 20 millones de pesetas, según estimaciones del alcalde de la localidad, el peneuvista Alberto Ruiz de Azúa. La explosión no afectó sin embargo a los servicios de telefonía fija y móvil. Personal de la compañía trabajaba en el desescombro y se preveía que la reparación de los cables obligaría problablemente a cortar el servicio para su reparación en las próximas horas, aunque ayer se pudo mantener sin problemas.
María Rosario y su hijo Eiker Cao, de 23 años, viven en el primer piso del número 3 de la calle de Pedro Muro, el inmueble más afectado. '¿Qué vamos a hacer con este frío? Las persianas no nos protegerán a la noche. Estoy espantada', se lamentaba la madre. El hijo reconoce que se arrastró por el suelo de la casa por miedo a más explosiones. Encarna, de 82 años, llora mientras camina. 'No hay derecho a que hagan esto. Es un barrio obrero', dice.
Un centenar de vecinos se concentró en la plaza del Ayuntamietno en repulsa por el atentado. El pleno municipal aprobó con los votos de PNV, PSOE y PP una moción de condena. Batasuna se abstuvo. El Círculo de Empresarios Vascos expresó 'su más rotunda condena' al ataque.
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