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Desde el Pacífico
Columna
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Cautela con las profecías sobre nanociencia

LA NANOTECNOLOGÍA ES EL ARTE de manipular la materia en el terreno molecular. Promete tanto -materia perfecta que se autogenera, a menor costo y sin contaminar- que es recomendable distinguir con cuidado los sueños de la realidad. O bien, si somos más optimistas, determinar cuándo aquello que no pertenece a la ficción se hará realidad.

El 29 de noviembre de 2001, Altair Nanotechnologies, una empresa de Wyoming (EE UU), anunció el depósito solicitudes de patente para nanomateriales que deberían proveer los elementos clave de una pila de combustible antes del fin de 2002.

Mihail Roco, responsable de la Iniciativa Nacional de Nanotecnología de EE UU, una entidad federal, formula varias promesas para dentro de '10 o 15 años': el mercado de semiconductores y circuitos integrados nanométricos será de 300 millones de dólares; la mitad de los productos farmacéuticos dependerán de él; el impacto en la industria química y petrolera será de 100.000 millones de dólares; las nanotecnologías contribuirán entonces a una reducción del 10% del consumo de energía, lo cual equivaldría a un 'ahorro de 100.000 millones de dólares por año, y a una disminución de 200 millones de toneladas de emisiones de carbono'.

Si las expectativas se exacerban y se anuncian avances demasiado pronto, el sector de la nanotecnología perderá credibilidad e ímpetu.

Algunos prometen que la informática cuántica será un hecho dentro de 25 años. La autorreproducción de materiales, se prevé para alrededor de 2050.

Paul Saffo, director del Instituto del Futuro en Palo Alto, vive de sus pronósticos. Pero siempre tiene la prudencia de añadir que si bien es posible detectar qué tecnologías tienen buenas posibilidades de triunfar, precisar fechas es asunto de adivinos. La cautela de Altair es notable. Todos los comunicados de la empresa precisan que contienen 'declaraciones prospectivas', 'que no son hechos históricos' sino que están 'sujetas a ciertos riesgos, incertidumbres, suposiciones', que van desde la capacidad de producir las herramientas necesarias hasta el peligro de no obtener el financiamiento deseado.

Antes de dejar la Casa Blanca, Bill Clinton lanzó la Iniciativa Nacional de Nanotecnología y le asignó fondos. Una vez confirmada la decisión por George Bush, los fondos disponibles para la investigación casi se han cuadruplicado desde 1997. El Gobierno financia seis centros de Ciencia e Ingeniería a Nanoescala.

Toca el turno ahora a los capitalistas de riesgo. Parecemos estar en plena confusión entre sueño y realidad. Los riesgos son reales, explica Stanley Williams, investigador de Hewlett-Packard: 'la conjunción en el mercado de la ignorancia y la avidez es una receta para las catástrofes', afirma. 'Mi mayor temor es que las expectativas se exacerben demasiado pronto. El sector perderá credibilidad y perderemos buena parte del ímpetu que tratamos de generar desde hace tiempo'.

¿La utopía está condenada a desembocar en catástrofe? No siempre. El sector de las nanotecnologías está en plena efervescencia. Debería cumplir, pero nadie sabe cuándo. Quienes se equivoquen respecto al calendario perderán hasta su camisa.

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