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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'El señor de las palomitas'

Asistí al estreno de El Señor de los Anillos y de entre todas las escenas me quedé con una que gana en épica y espectacularidad a todas las demás. Por si aún no la ha visto usted, señor director, le situaré. Habrían transcurrido unos 50 o 60 minutos de película, los personajes, siendo perseguidos en la noche, deciden parapetarse bajo unas ruinas, en ese momento... unas letras blancas sobre fondo negro: 'Descanso 10 minutos', sublime, genial... y empezó a surgir una galería de personajes que ni Tolkien hubiera imaginado.

Ante tal delicatessen, decidí protestar y poner una queja. Salí al hall y allí no había nadie responsable, los acomodadores, siempre invisibles (antes y durante la película), dignos del mundo de las sombras, sólo al fondo estaba el expendedor de palomitas, a partir de ahora Palómitor. Tras una búsqueda casi infructuosa, doy con otro personaje no menos curioso que me indica que el corte se debe a que el director de la película, fíjese usted, el director nada menos, desea se realice el citado corte, y tras esta pobre excusa se queda tan pancho. Su nombre élfico, Escaqueel (en castellano, El Encargado).

Pero ahí no acaba lo bueno. Al producirse el parón, una masa de Zampapalomitas se revolvió en su asiento, gruñó, aspaventó airado, se quedó indiferente y con la misma o menos inteligencia que los Orcos y los Trolls se dirigió como horda salvaje a los dominios de Palómitor, en las tierras de Móstrador, a saciar su hambre y miseria.

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Hombres invisibles, Palómitor, los Zampapalomitas, El Guerrero que intenta confundirte con la palabra..., no daba crédito a lo que ocurría, era brillante; si Tolkien levantara la cabeza retitularía su obra como El Señor de las Palomitas. Dónde ocurrió todo esto, se preguntará usted, señor director. Pues en un Comedero de Palomitas (hace tiempo que dejé de llamarlo cine) de San Blas, Madrid capital. Se lo recomiendo, no le defraudará, un espectáculo bochornoso digno de la Tierra Mediocre, o era Media, no me acuerdo bien.

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