La Osuna napoleónica

La entrada de las tropas napoleónicas en España cortó de cuajo la historia de un país que, hasta entonces, había olfateado con timidez los aires de la Ilustración. Dos reyes despreciables (Carlos IV y Fernando VII) de cuya cobardía y pobreza de espíritu se mofó un astuto Napoleón, los guerrilleros, los afrancesados, los liberales, los viejos ilustrados, los clérigos y el pueblo llano dibujan un tablero tan apasionante como, en ocasiones, poco conocido. Francisco Luis Díaz Torrejón ha intentado despejar abundantes incógnitas sobre esta época con Osuna napoleónica (1810-1812). El libro, que ha requerido casi 20 años de investigación, acaba de ser publicado en Sevilla por la Fundación Genesian.

Díaz Torrejón ha centrado su estudio en la situación de la Iglesia, la Universidad, el Ayuntamiento, los distintos cabildos y la sociedad en general durante los 31 meses en que la villa de Osuna y su partido territorial estuvieron sujetos a la política bonapartista. Díaz Torrejón se lamenta de la escasa documentación existente sobre el periodo estudiado.

'Los franceses al retirarse de Andalucía se llevaron una parte muy importante de la documentación. Y, en la restauración fernandina, las personas que se señalaron a favor del régimen bonapartista intentaron borrar huellas porque temían la represión. Todo este proceso se produjo en los más o menos 20 días que mediaron entre la salida de los franceses y la formación de la nueva administración española', dice Díaz Torrejón. 'He pateado muchos archivos para recomponer el puzzle. He cotejado documentos del lado francés. Y ya no me parecen tan buenos unos y tan malos otros', agrega.

'Elegí Osuna porque me interesaba dar una visión de la época napoleónica en un lugar donde pudiera disponer de todas las instituciones en una misma realidad: Universidad, catedral, cabildo eclesiástico, cabildo municipal... Écija, por ejemplo, no tiene Universidad ni catedral', explica el autor de Osuna napoleónica (1810-1812).

El historiador refleja en el libro el papel de cada grupo social ante la invasión. 'La nobleza provinciana y el clero inflamaban contra los franceses al pueblo, cuyo mayor preocupación se resumía en subsistir. Al clero le iba en ello la desamortización. Las masas eran muy ignorantes', recuerda Díaz Torrejón. El talante innovador de la política de José I Bonaparte (hermano de Napoleón y rey de España de 1808 a 1813) chocaba con el tradicionalismo del Antiguo Régimen. Díaz Torrejón rechaza la 'imagen de José I como rey imbécil, satélite del hermano' que tanto se empeñaron en recalcar algunos historiadores.

La derrota de Napoleón trajo una 'represalia tremenda' contra los afrancesados. 'Algunos se fueron a Francia. Los que se quedaron sufrieron prisión', dice. El papel de los guerrilleros también es analizado en el libro. 'Las partidas de guerrilleros, en muchas ocasiones, se movían por el pillaje más que por la causa patriótica. Los sentimientos patrióticos quedaban muy diluidos en el seno de esos grupos. Los pueblos fueron víctimas de los franceses -a los que daban comida y alojamiento- y de las guerrillas, que también sostenían', concluye Díaz Torrejón.