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FÚTBOL | Los mejores de 2001
Columna
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El hombre era Raúl

Santiago Segurola

El mejor futbolista del mundo es el sexto de Europa y el mejor jugador de Europa no figura entre los cuatro mejores del mundo. Con este enunciado, Groucho Marx habría completado un gran chiste. Pero así están las cosas con las tradicionales designaciones de final de año. No hay acuerdo porque en estos tiempos quizá falta un futbolista de referencia. En realidad, este futbolista existe y juega en el Madrid. Se llama Zidane y no sale en ninguna lista. Más madera.

Más que ganadores, Figo y Owen, hay un perdedor. Inmerecido perdedor: Raúl. No fue poca cosa la contribución de Figo al Madrid que conquistó la última Liga. Pero cuesta situarle por encima de Raúl, uno de los casos más felices que se conocen de adaptación al medio. Después de jugar con Laudrup y Mijatovic, por citar a dos estrellas reconocidas en el universo del fútbol, llega Figo y no le impone lo más mínimo. Y Zidane, tampoco. Raúl marcó 25 goles, fue pichichi y garantizó tanto o más que el portugués el triunfo de su equipo en la Liga.

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Puede que haya debate sobre la elección del mejor futbolista de la mitad del año. Al menos en lo que se refiere a Raúl y Figo. No hay duda de que Raúl ha superado por varios cuerpos a su compañero en la otra mitad de la temporada. En la actual. Mientras Raúl ha mantenido su eficacia con una consistencia irreprochable, Figo ha estado muy lejos de sus primeras prestaciones en el Madrid y, desde luego, de sus mejores años en el Barça, pero este tipo de galardones suelen bendecir la realidad con dos o tres años de retraso. Es el consuelo que le queda a Raúl.

También merece discutirse la elección de Owen sobre Raúl en el Balón de Oro. De Owen se puede decir que ha ganado con el Liverpool la Copa de Inglaterra, la Copa de la Liga y la UEFA. La pedrea del fútbol. Ni logró la Liga, ni disputó la Copa de Europa. Por lo tanto, hay que considerar sus méritos en su justo término. Como futbolista es listo, rápido y goleador. No está mal. Que juegue en el Liverpool le ayuda: por inglés -la publicidad que recibe la Premier ridiculiza el papel de la Liga de Fútbol Profesional en España- y por la historia de uno de los equipos más queridos de Europa. En eso Raúl puede competir perfectamente: juega en el Madrid. Y como futbolista es más que Owen. Primero en el gol, que es lo que define al inglés. Pues bien, Raúl marca más goles y con más constancia.

Sólo en un aspecto es superior Owen a Raúl: conduce la pelota con más rapidez. Pero ése es un capítulo menor. A su agudeza goleadora, Raúl añade un grado de influencia sobre el resto del juego que no tiene Owen ni de lejos. En cuanto a títulos, antes de los 23 años ya tenía dos Copas de Europa. Por si acaso, ganó la última Liga y alcanzó las semifinales en la Liga de Campeones. Parece de ley acreditarle como el mejor del momento. Pero a la vista del escaso margen de votos que le sacó Owen, probablemente fue un intangible el que dio el triunfo a este inglés jovial, un simpático vendedor de fútbol. Precisamente lo que no es Raúl: simpático. Y él dirá que ni falta que hace.

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