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Reportaje:

Telecom Italia se va por la puerta de atrás

Los italianos dejan España pese a la confianza que les dio el Gobierno para liderar la liberalización

Ramón Muñoz

'Retevisión es la inversión exterior más rentable de Telecom Italia' (Roberto Colannino, 12 de octubre de 1999). La cita del entonces presidente de la operadora italiana ha quedado en evidencia por los acontecimientos. Su sucesor en el cargo, Marco Tronchetti, ha decidido vender, casi a escondidas, por 2.000 millones de euros su participación en la compañía, que quedará en manos de los socios españoles Endesa, Unión Fenosa y, sobre todo, el SCH que se convierte en el accionista de referencia.

Es cierto que desde su desembarco en España han sucedido muchas cosas: el accionariado de TI ha dado un vuelco con la toma de control de Pirelli y Bennetton y el desplazamiento de Olivetti; los operadores sufren especialmente la crisis y arrastran deudas multimillonarias fruto de las alegrías del boom; y la liberalización ha tropezado con más dificultades de las previstas desde su inicio, en diciembre 1998.

El plan del Gobierno pasaba por crear una completa (y dócil) alternativa a Telefónica, con telefonía fija y móvil, cable, Internet y TV
Retevisión propició la bajada de tarifas y el acceso gratuito a Internet, que se mostraron como un éxito político de Aznar
Quiero TV ha sido uno de los detonantes de la salida de Telecom, que no estaba dispuesta a seguir poniendo dinero en ese proyecto

Precisamente, Retevisión nació al calor de esa liberalización, como un proyecto diseñado y amparado por el Gobierno para romper el monopolio histórico de 75 años de Telefónica. Es curioso que el Ejecutivo eligiera otro monopolio público (Retevisión poseía en exclusiva la difusión de señales de televisión) para esa tarea. Como resalta uno de los competidores de Retevisión, el proceso ya tenía una primera trampa: 'El Gobierno obtuvo más de 200.000 millones de pesetas por la privatización de una sociedad que valía mucho menos, garantizando a cambio un año de duopolio, en el que sólo podían operar Telefónica y Retevisión'.

La tutela política de todo el proyecto quedó claramente definida en el proceso de privatización. El Ministerio de Fomento optó por la apuesta menos arriesgada: otorgó Retevisión al consorcio liderado por Endesa (cuyo capital controlaba el Estado en un 66%) y Telecom Italia. El perdedor del concurso, por escaso margen, fue el grupo encabezado por France Télécom y por el BCH. 'Ironías del destino: hoy los italianos se van de España sin decir adiós, los franceses se quedan y el banco tiene que salir en rescate del proyecto que el Gobierno les negó entonces', dice un representante de uno de los señalados accionistas de Auna.

Apoyo de Moncloa

El apoyo de Moncloa a su 'segunda Telefónica' no sólo se hizo patente en un primer momento sino que ha sido una constante.El plan, ejecutado a la perfección por el ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, (hoy, presidente de Carrefour) pasaba por crear una completa (y dócil) alternativa a Telefónica que incluyera la telefonía fija y móvil, el cable, Internet y televisión. Así, el Ministerio otorgó en 1998 la tercera licencia de móvil a Retevisión Móvil (actual Amena), dejando una vez más fuera a France Télécom y al Banco Santander. De la misma manera, concedió los principales concursos de cable (Madrid, Sevilla, etcétera) a los operadores liderados por los accionistas de Retevisión. Como gusta bromear Eugenio Galdón, valedor de los intereses de France Télécom, en España: 'Debo ser de las pocas personas que puede presumir de haber perdido todos los concursos a los que me he presentado'.

Por si cabía alguna duda del férreo control que el Gobierno quería tener de Retevisión, eligió para dirigir sus primeros pasos a Anna Birulés, una ejecutiva 'independiente' cuya trayectoria política ha ido, sin embargo, paralela a la del ministro Josep Piqué, hasta acabar como ministra de Ciencia y Tecnología en el segundo Gobierno de Aznar.

Nada más llegar a la dirección general de Retevisión, el primer proyecto de Birulés, al margen de la telefonía fija, fue la creación de una nueva plataforma de televisión de pago, pese a que todos los informes y los propios accionistas, le alertaron de la saturación de este mercado, suficientemente cubierto por las dos empresas de televisión por satélite. Precisamente Quiero TV (49% de Auna), con pérdidas acumuladas de 40.000 millones de pesetas, ha sido uno de los detonantes que ha acelerado la marcha de Telecom, tras el órdago de los italianos que no estaban dispuestos a seguir poniendo dinero en ese proyecto, inicialmente pensado para perjudicar económicamente a los grupos de comunicación no afines al Ejecutivo, y cuyos socios ni siquiera tienen libertad plena para negociar su venta.

El Gobierno se sirvió de Retevisión para otros fines. La bajada espectacular de tarifas en las llamadas de larga distancia (provinciales, interprovinciales e internacionales) y, aún más importante, el acceso gratuito a Internet se mostraron como un éxito de la política de liberalización de Aznar. Y mientras el Gobierno se ha apuntado los éxitos, los accionistas del segundo operador han tenido que financiar esa política comercial agresiva 'de dudosa rentabilidad'.

Los accionistas esperaban que esa tutela del Ejecutivo diera sus frutos con una regulación más favorable que les protegiera del poder omnímodo de Telefónica. Pero ha sucedido todo lo contrario. La salida el verano pasado de Juan Villalonga, cuya presidencia de Telefónica coincidió con el momento de mayor crispación entre la operadora y el Gobierno, ha dado paso a una 'normalización' de relaciones entre ambas partes que se ha traducido en acuerdos tan relevantes como las tarifas telefónicas o la rebaja de la tasa radioeléctrica que pagan los móviles.

Y es ahora Auna la que se siente desamparada por el regulador. En telefonía fija, el Gobierno ha autorizado a Telefónica unos planes de descuento con los que es muy dificíl competir; en Internet, mientras los operadores de Auna están obligados a realizar fuertes inversiones para cablear media España, Telefónica se ha visto liberada de este compromiso y arrasa con su ADSL, con el apoyo expreso del Ejecutivo; en el móvil, pese a la rebaja, la tasa perjudica comparativamente más a Amena que a Telefónica por su menor tamaño.

Desde la salida de Birulés, los nuevos gestores están intentando una gestión más independiente, con la rentabilidad como única meta, pero la herencia del pasado es aún muy pesada.

Aunque nadie niega que la principal causa de la salida de Telecom han sido sus problemas económicos (tiene una deuda de 24.500 millones de euros), ejecutivos de la firma italiana reconocen que este trasfondo político también ha pesado en su decisión dejar Auna precipitadamente, sin tan siquiera decir Ciao.

El presunto socio en la sombra

El Santander Central Hispano (SCH) se va a convertir en el accionista de referencia de Auna tras la huida de Telecom. De hecho, ha diseñado la operación para controlar, junto a su participada Fenosa, la mayoría del capital de forma que esté en sus manos cualquier decisión de salida a Bolsa o venta a terceros. Todos los analistas han querido ver en esta operación similitudes con la de Airtel, donde el banco tomó también una posición de control para vendérsela a Vodafone, con importantes plusvalías. Sin embargo, la comparación dista mucho de ser exacta. Tras la salida de Birulés, Auna inició una profunda reestructuración apostando por una gestión más profesional, e intentando trasladar al grupo el modelo exitoso de Amena, de donde procede el presidente del grupo, Luis Alberto Salazar-Simpson. Ese viraje permitirá que este año el grupo obtenga un beneficio operativo (ebidta) de 14.000 millones de pesetas frente a las pérdidas de 113.407 millones de 2000. El lastre de la deuda es pesado (700.000 millones) y necesita una financiación adicional de 400.000 millones. Con este panorama, el sector intenta encontrar una justificación al golpe de mano dado por el SCH, cuya tradición incluye operaciones rápidas con fuertes plusvalías. Por eso, se ha dicho desde el primer momento que detrás de la operación hay un socio en la sombra del SCH, un operador extranjero interesado en Auna (France Télécom e incluso Vivendi). Es la explicación más extendida pero no la más razonable.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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