El hombre constante

El pasado lunes, el diputado general de Vizcaya, Josu Bergara, agradecía públicamente en una rueda de prensa a Miguel Zugaza el 'haber elegido' el Museo de Bellas Artes de Bilbao frente al Prado. 'Una decisión que le honra', recalcó Bergara. Zugaza, por su parte, siguió la tónica que había mantenido hasta ese momento y declinó hacer declaraciones: 'Es una decisión personal y, además, el proceso [de búsqueda de director] sigue abierto, así que no debo comentar nada'.

Ayer, un día después de estas palabras, Miguel Zugaza aceptaba la dirección del Museo del Prado de Madrid. Sus allegados siempre han dicho que es un hombre que 'lo tiene todo para triunfar', y así parece.

Licenciado en Historia del Arte, comenzó su andadura profesional en la empresa de servicios culturales Ikeder, en Bilbao, formada por los cuatro hermanos Zugaza y que ahora capitanea en solitario Alejandro, agente literario de Bernardo Atxaga.

Miguel Zugaza fue nombrado en 1994 subdirector del Museo Nacional Reina Sofía por José Guirao, puesto que abandonó en 1996 para hacerse cargo del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Comenzó entonces una profunda renovación que ha concluido hace un mes con la reapertura de un museo moderno y ampliado con nuevas instalaciones, cuya construcción y adecuación ha durado dos años.

El lunes, Bergara destacaba que ese nuevo Museo de Bellas Artes era 'una apuesta de Miguel Zugaza, en la que los patronos [Gobierno vasco, Diputación de Vizcaya y Ayuntamiento de Bilbao] creyeron'. El Bellas Artes se queda huérfano a pocos días de empezar una nueva etapa.

Zugaza, casado y con tres hijos, ha dejado a sus colaboradores con la boca abierta, tras la seguridad con la que se difundió su rechazo al nombramiento. Ellos destacan como las mayores virtudes de este hombre su constancia en el trabajo y su carácter sereno y tranquilo. A ello se suma que Zugaza siempre ha sabido llevarse bien con las instituciones y que conoce la pirámide de la gestión desde la base. Hace un mes, el propio Zugaza declaraba, en la edición vasca de EL PAÍS, que 'uno nunca termina de llegar a lo que aspira'. Quizá ahora sus declaraciones sean distintas.