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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Radiografía de las marismas

La asociación ecologista Adena critica los puntos débiles del proyecto Doñana 2005

Tras el desastre de las minas de Aznalcóllar, y como complemento al proyecto del Corredor Verde del Guadiamar puesto en marcha por la Junta de Andalucía, el Ministerio de Medio Ambiente presentó, en mayo de 1998, la iniciativa Doñana 2005, en la que se incluyen diferentes actuaciones de restauración ambiental en el entorno de este espacio protegido. En total se ha previsto una inversión de más de 16.000 millones de pesetas, distribuidas en ocho proyectos de los que cuatro ya se han ejecutado.

El colectivo ecologista WWF/Adena, que sigue de cerca todas las actuaciones relacionadas con la mejora ambiental de esta comarca, ha analizado el desarrollo del proyecto Doñana 2005, identificando algunos puntos débiles que deberían corregirse. Los responsables de Adena valoran el compromiso de la Administración central, ya que 'puede convertirse en un modelo para la restauración de otros humedales en España', pero su ejecución despierta 'cierto escepticismo' en esta organización internacional debido, entre otros factores, a los retrasos acumulados, la tardía coordinación con otros estamentos, la escasez de fundamentos ecológicos, la poca flexibilidad de algunas actuaciones y el deficiente seguimiento científico.

Montaña del Río

La primera de las actuaciones ya ejecutadas fue la que tuvo como protagonista a la Montaña del Río, que se amplió, de manera urgente, para evitar la entrada de metales pesados en el parque nacional. Con posterioridad se restauraron la Marisma Gallega y los Sotos, y recientemente concluyeron las obras de la estación depuradora de aguas residuales de El Rocío. Si bien todas estos trabajos contaron con un amplio consenso cuando se propusieron, su tramitación, denuncia Adena, 'se ha realizado de forma urgente y con escasa transparencia'. No cuentan, además, 'con el respaldo científico del comité correspondiente, ni se han establecido parámetros o procedimientos de seguimiento'.

En cuanto a las actuaciones pendientes de ejecutar, este colectivo ecologista se muestra preocupado por el retraso en la restauración del arroyo del Partido, considerada urgente por todos los especialistas consultados. El resto de obras (reactivación del Caño Guadiamar y del Caño Travieso, y recuperación parcial del Brazo de la Torre) deberían incluir una 'adecuada supervisión científica, así como estudios más detallados de impacto ambiental y social'.

En definitiva, Adena considera el proyecto Doñana 2005 como una gran oportunidad para mejorar la situación ambiental en un amplio territorio de gran valor ecológico, pero 'reserva su apoyo a la incorporación de una serie de propuestas extraídas de las recomendaciones internacionales'. En primer lugar debería establecerse un debate transparente entre los asesores científicos de esta iniciativa y los del Corredor Verde del Guadiamar, de manera que se unificara la toma de decisiones.

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Al margen de los cursos de agua y zonas húmedas ya incluidas en el programa del Ministerio de Medio Ambiente, sería necesario, a juicio de los ecologistas, extender las labores de conservación y restauración a la totalidad de las cuencas afluentes a Doñana, empezando por delimitar el dominio público hidráulico. Sería por tanto necesario actuar en el arroyo de la Rocina, la Cañada Mayor y otros tributarios menores, así como en la totalidad de los brazos del Guadalquivir.

De nada serviría todo este esfuerzo si, al mismo tiempo, no se consigue una buena calidad de las aguas que circulan por esta comarca, por lo que uno de los informes de Adena detalla los problemas que existen en torno a la depuración de los vertidos que realizan municipios e industrias de la zona.

'La enorme lentitud con la que este proyecto ha avanzado en los últimos tres años', concluye la crítica de Adena, 'resulta aún más llamativa cuando se compara con la marcha del proyecto del Corredor Verde del Guadiamar'. Con independencia de los problemas que aparecen en cualquier iniciativa de restauración ambiental de esta envergadura, en el caso del corredor verde, aseguran los ecologistas, 'se han logrado establecer unos objetivos integrales y coherentes, se han realizado las actuaciones bajo seguimiento científico y se ha implicado a la sociedad local, de forma que se ha convertido en un modelo para la restauración fluvial en Europa'.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

El impacto de la aceituna

Las críticas y propuestas de Adena se han elaborado a partir de estudios sobre la situación ambiental de las marismas, ríos y arroyos del entorno de Doñana. Sólo en lo que se refiere a cauces de diferente entidad, los especialistas de este colectivo han analizado cerca de 480 kilómetros lineales, sobre una cuenca que ocupa alrededor de 1.500 kilómetros cuadrados. Los redactores de este informe concluyen que 'las dos terceras partes de los ríos, es decir unos 300 kilómetros, se encuentran en una situación muy alterada, marcada por la eliminación de la vegetación de ribera, la ocupación de las zonas de dominio público hidráulico y la contaminación de las aguas'. Aún así, también se señala la existencia de casi 100 kilómetros de cauces que presentan buen estado de conservación. Una parte de ellos, como el Estero de Domingo Rubio, La Rocina o La Mayor, están ya amparados bajo diferentes figuras de protección, pero quedan otros que deberían beneficiarse de este tipo de medidas legales. Los vertidos irregulares de residuos procedentes de la industria aceitunera constituyen una de las principales amenazas para el mantenimiento de unos niveles de calidad aceptables en las aguas que bañan Doñana. Solo en el municipio sevillano de Pilas operan 27 empresas dedicadas a esta actividad, para las que aún no se dispone de un método eficaz y rentable que garantice la eliminación de alpechines, salmueras y aderezos. Aunque se han ensayado técnicas de depuración novedosas, ninguna de ellas satisface a los empresarios y a la administración, por lo que los vertidos se siguen acumulando, en el mejor de los casos, en balsas de evaporación, sujetas a los clásicos problemas de olores, derrumbes o filtraciones.

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