Moisés y Urzaiz disputan un brillante duelo de rematadores
El partido que disputaron ayer el Sevilla y el Athletic en el Sánchez Pizjuán regaló a los aficionados el aliciente extra de ver sobre el terreno de juego a dos de los delanteros más decisivos de esta Liga. El sevillista Moisés y el vasco Urzaiz. Entre los dos, 16 goles, casi un centenar de remates a puerta y otras tantas asistencias en lo que va de temporada.
Ambos tienen presencia de delantero nato, de físico contundente que inevitablemente se convierte en referencia del juego de ataque de su equipo, pero también atesoran calidad, velocidad y mucha contribución al juego de sus compañeros. Los dos han peregrinado de club en club hasta dar con su sitio definitivo y los dos volvieron a encontrar ayer el premio del gol, el séptimo de la cuenta particular del sevillista, y el noveno del vasco. Urzaiz, además, le abrió la puerta a sus compañeros Etxeberría y Ezquerro para que anotaran el primer y el tercer tanto del Athletic.
Tanto uno como otro ven puerta con una facilidad desesperante para el rival, pero, además, son de esos delanteros generosos que evitan dar un regate de más si tienen un compañero mejor posicionado que ellos. Las dejadas de Urzaiz, como las de Moisés, suelen ser el mejor surtidor de balones de gol para su equipo. Casi todas las jugadas de ataque del Sevilla empiezan con un pelotazo arriba que busca directamente la cabeza de Moisés para que éste acabe dejándosela a Gallardo o a Reyes. El problema es que, cuando se llevan disputados 20 o 25 minutos de partido, la defensa rival ya se conoce la película y acentúa el marcaje al delantero sevillista. Pero hasta el defensa más pegajoso acaba cansándose de seguir a Moisés.
Detalles
Urzaiz tiene algunos detalles más exquisitos, regates inverosímiles incluídos, pero como ocurre con el delantero sevillista, es la referencia incuestionable de cualquier balón del Athletic que quiera acercarse al área rival. Al vasco, que encabeza la lista de máximos goleadores de esta Liga y sueña con acudir al próximo Mundial, le costó ayer entrar en el partido, pero, en parte por mérito suyo y en parte por pereza de la defensa sevillista, acabó encontrando los huecos suficientes hasta lograr el remate que acabó en gol.
Mención aparte merece también el joven delantero sevillista José Antonio Reyes. Consolidado como ídolo de la afición en el anterior partido del Sevilla en casa, frente al Valladolid, ayer volvió a saltar al campo dispuesto a montarla y, de nuevo, marcó las diferencias dentro de su equipo y anotó dos goles que volvieron a levantar a las gradas del Sánchez Pizjuán, que ya le rinde pleitesía a cada balón que toca.
Tiene la capacidad de hacer sencillísimo lo que parece imposible, y, aunque en el club de Nervión todos están escarmentados por promesas de la cantera que al final se han ido a pique o han abandonado el equipo en busca de cotas más ambiciosas, parece que esta vez la euforia tiene fundamento.
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