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Crónica:ARTE DE REGALAR
Crónica
Texto informativo con interpretación

Mil vibrantes libros de regalo

Que a según qué libros se les llame libros de regalo no significa que los otros no puedan regalarse. Las novelas, los ensayos, los libros de bolsillo y las biografías pueden cumplir a la perfección su cometido de regalo navideño. Para entendernos, sin embargo, denominamos libro de regalo a un objeto físicamente grande y con lujosas fotografías. No se trata de un libro para leer sino para mirar y que, además, ocupará un lugar privilegiado en esas estanterías en las que no sabemos qué poner. Quizá por eso, el texto importa menos que las ilustraciones, que son el principal reclamo de estas suntuosas operaciones editoriales. Preparen la cartera, eso sí, y calculen gastarse entre 5.000 pesetas por la banda baja y entre 15.000 y 20.000 en la banda alta.

Regalar un libro de regalo tiene una dimensión redundante. Cuando regalamos un pijama, por ejemplo, regalamos un pijama a secas, no un pijama de regalo. Lo mismo ocurre con ese vibrador de tres velocidades que no lleva impresa en su fuselaje la denominación de origen regalo. Un libro de regalo, en cambio, es de regalo y no deja lugar a dudas. Tiene una ventaja sobre los libros no de regalo: nadie te pregunta qué te parece mientras que con una novela puede ocurrir que un desaprensivo insista en saber qué opinas del argumento. El libro de regalo, pues, es una solución elegante y funcional para esta ceremonia de culto a la economía de mercado en la que se ha convertido la Navidad.

Al regalador de libros de re

galo se le recomienda no diversificar su oferta. Nada de perfumes para las mujeres, juguetes para los niños, corbatas para los hombres y juegos de PC para los adolescentes. Libros de regalos para toda la familia pero, eso sí, nunca el mismo libro para todos. La oferta cubre con creces cualquier tipo de demanda, incluso las de los que presumen de no leer nunca. Importante: el libro de regalo entra por la vista y, por tanto, resulta crucial acertar el tema y la portada. Con eso basta. Cuanto más espectacular sea la portada, mejor. Cuanto más inequívoca sea la temática, también. Vinos de España, por ejemplo, puede ser un tipo de título ejemplar, que suele ilustrarse con una fotografía de vino servido en una impoluta copa inclinada. Es el regalo ideal para el suegro al que los médicos le han prohibido beber. No descarten que el suegro les fulmine con una mirada asesina, pero eso no hará sino reforzar los vínculos ancestrales existentes entre yernos y suegros.

Pasemos a la suegra. No conviene regalarle ese pedazo de libro titulado Un estilo de vida, Harley Davidson. Por muy moderna que sea, le importan un bledo las motos. Alimentos saludables, en cambio, puede ser una opción tan buena como Las mejores recetas de pollo, aunque lo políticamente correcto recomienda que los libros de recetas no se regalen a mujeres y sí a hombres amantes de la cocina, que los aceptarán sin reparos ideológicos y no lo considerarán un ataque sexista. Hay otras opciones igualmente funcionales que pueden ampliarse, además de al sector suegras, al imprevisible abanico de madres y tías. A saber: El libro del jabón artesanal o las numerosas guías de perros, gatos y otras formas de vida cuadrúpeda. A la cuñada sensibilizada con los problemas de éste y de otros mundos, conviene sorprenderla con un libro sobre plantas medicinales, terapias alternativas, remedios naturales o, mejor todavía, con un inapelable El feng shui en la decoración.

Al hermano intrépido y excursionista, conviene regalarle uno de esos libros con muchas vistas aéreas, del National Geographic, o con vistas de los Alpes y títulos en los que aparezca la palabra desafío. Si el hermano en cuestión es un viajero pasivo, se recurrirá a uno de esos sugerentes libros de título reversible: La Tierra vista desde el cielo (que promete la secuela El cielo visto desde la Tierra) o Los volcanes y los hombres (que sugiere una inminente Los hombres y los volcanes). No vacilen con los padres conservadores. Apuesta segura: El Románico, El Gótico o, en su defecto, Egipto. Nunca más de un concepto por título. A la hermana con inquietudes artísticas y pupilas dilatadas, sorpréndanla con un libro viciosillo de Helmut Newton. Si la chica estudia arquitectura o diseño en Barcelona, no lo duden: o Barcelona gráfica o Josep Puig i Cadafalch, una apuesta exquisita que le pondrá los piercings de punta. A los turistas compulsivos, conviene regalarles el libro de la ciudad que visitaron recientemente: Nueva York, París, Alcobendas. Si no son amantes de las ciudades pero sí de los paisajes, tranquilos: El Gran Cañón o Majestuosas islas griegas darán el pego. Y al pariente difícil, ese cuyo perverso gusto nunca acertamos, podríamos sorprenderlo con El libro Guiness de los récords aunque, en estos casos, soy partidario de ir a lo seguro: el vibrador. Eso nunca falla (siempre y cuando no se olviden de las pilas).

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