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Domingo y Muti abren y cierran la temporada de la Scala de Milán

Otelo, el drama de William Shakespeare en versión de Arrigo Boito, penúltima ópera del maestro Giuseppe Verdi, inaugura hoy la temporada de la Scala de Milán, templo de la lírica mundial, con un ramillete de estrellas difícilmente superable. Riccardo Muti dirigirá al polifacético tenor español Plácido Domingo, que afronta su 211 interpretación del papel de Otelo. Esta vez el montaje es del británico Graham Vick, y la escenografía, de Ezio Frigerio. El vestuario ha corrido a cargo de Franca Squarciapino, y completan la lista de estrellas la soprano Barbara Frittoli, como Desdémona, y Leo Nucci en el papel de un Yago perversamente humano.

Los vendedores de reventa han colocado las últimas entradas a casi 400.000 pesetas. Milán hierve de comidillas y curiosidad. Ésta última suscitada por algunas filtraciones que hablan de un montaje sorpresa con una nueva versión del cubo escénico utilizado hace cuatro temporadas en Macbeth, pero, sobre todo, con la noticia de que Muti restablece el diapasón original de Verdi a 436 vibraciones por segundo en lugar de las 442 habituales. Dicen las malas lenguas que ha sido para facilitar un poco el trabajo de los cantantes, pero Domingo, el gran Otelo del siglo XX, según los más exigentes críticos, lo ha negado ya con energía. 'Para que los cantantes lo notáramos', ha dicho, 'el diapasón debería bajar como mínimo a 432 vibraciones'. En todo caso, un poco de polémica favorece a la Scala, porque añade la justa pimienta a este acontecimiento mundano y musical por excelencia que es la inauguración de la temporada de ópera.

Traslado

A punto de cumplir 61 años, Domingo se enfrenta con comodidad al personaje. 'En 1975, cuando debuté con Otelo en Hamburgo, tenía 34 años', ha recordado el tenor. Al año siguiente sería de nuevo Otelo en la Scala, dirigido por Carlos Kleiber. Desde entonces, Domingo ha cantado el drama del moro de Venecia en casi todos los teatros del mundo. La ocasión de hoy es especial porque la ópera inaugura y clausura la temporada del actual teatro de la Scala, que reaparecerá en enero en un escenario muy distinto del teatro de Piermarini. La Scala se traslada de la Milán noble y supercara a la periferia noreste de la ciudad. Un área industrial hasta hace poco, la Bicocca, acogerá por tres largas temporadas a la orquesta más famosa de mundo y al director más exigente, Riccardo Muti.

Las obras en la Scala eran urgentes. El director de Otelo, Graham Vick, señalaba hace poco que la Scala 'tiene una de las peores acústicas del mundo'. Se lamentaba Vick de la estructura vetusta del teatro, de la falta de recursos y de los problemas de sonoridad, que le han obligado a colocar a los cantantes en este Otelo allí donde podían ser escuchados mejor. Un emplazamiento que no siempre coincidía con el punto donde podían ser vistos con más claridad y, sobre todo, donde su presencia daba más realce a la escena.

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