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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cultura caliente

He aquí un ensayo lleno de provocaciones sobre la literatura. Para empezar, asegura que la institución literaria tiene sólo dos siglos (el XIX y el XX). Todo lo anterior es otra cosa. Muy especialmente las literaturas griega y latina, que para Dupont serían ilegibles, porque resulta imposible reconstruir las situaciones enunciativas originales. Buena parte del libro se dedica -paradójicamente- a comentar con una singular sabiduría (es decir, a leer) algunos de los mensajes dejados por la Antigüedad: un canto de Anacreonte, un poema de Catulo y los relatos de El asno de oro (al que, lógicamente, niega la condición de novela). Según su hipótesis, las categorías de textualidad, de intertextualidad, e incluso de autor y lector, serían difícilmente aplicables a las dos literaturas antiguas.

LA INVENCIÓN DE LA LITERATURA

Florence Dupont Debate. Madrid, 2001 346 páginas. 2.950 pesetas

Naturalmente, muchas de estas posturas se basan en el exceso. Siendo como es buena conocedora de nuestra cultura, me atrevo a recomendar a Dupont un volumen colectivo recién publicado en España: La intertextualidad en las literaturas griega y latina.

Minucias aparte, interesa su radicalidad. Aunque sea sólo en parte, tiene razón cuando denuncia que la Antigüedad es ya una cultura ajena a la nuestra, y que hay que romper con el estereotipo idealizado de lo clásico, ya que sólo sirve para legitimar el mediocre presente de la civilización occidental.

El discurso de Dupont se enriquece con fórmulas tomadas de otras disciplinas, sobre todo de la sociología y de la antropología. De esta última toma el famoso triángulo de 'lo crudo / lo cocido / lo podrido', que le sirve para describir la compleja ecuación que la Antigüedad establecía entre literatura y erotismo. También es antropológica la adscripción de aquella literatura a una 'cultura caliente': fiesta, eros, embriaguez y encuentros corporales acompañaban al mensaje poético. En cambio, en nuestro mundo, la literatura forma parte de la 'cultura fría'. Efectivamente, no se pueden leer (ni traducir, ni estudiar) aquellos elementos 'calientes' con nuestro lenguaje literario 'frío' (por no hablar de los lenguajes que hablan de la literatura, que se moverían, supongo, entre la escarcha y el iceberg). Dupont se muestra tan enemiga de la escritura como Sócrates, aunque menos coherente (o simplemente se ha dado cuenta de que no hay un Platón entre sus discípulos). Sea como sea, insiste en que no podemos dejar que el poder académico y editorial reduzca a 'monumentos' lo que fueron 'acontecimientos'. Algo similar a lo que ahora son el cine, los conciertos de rock, el flamenco, las grandes manifestaciones deportivas... Una muestra muy bella de su método comparativo es el capítulo Symposion y flamenco: culturas de la ebriedad. Ensamblando capítulos llenos de atractivo y de referencias (Besos a la griega y cocina romana; Busca lector desesperadamente, El tercer hombre...), el ensayo hace un milagro: consigue una excelente escritura académica que no tiene nada de 'fría', con lo cual los textos vuelven a ser acontecimientos (en su rigor antiliterario se le escapa que la literatura también los genera, pero ya hemos apuntado esta paradoja).

Su mejor momento llega al final, cuando recarga los conceptos antropológicos con aportaciones de la termodinámica y la física. La cultura escrita -nos asegura- conduce a la entropía. La energía se disipa. Los textos antiguos guardan energía cautiva, igual que el carbón o el petróleo. No pueden reconvertirse en algo caliente (lo oral) si no se introduce en la recuperación una fuente externa de calor. Creo que el objetivo de su libro era funcionar exactamente de ese modo. Así que su discurso, por necesidad, tenía que ser dionisiaco. Sería vano disculpar o condenar sus excesos, cuando forman parte de la naturaleza de lo que dice. Ésa sí es su coherencia. Sostiene que lo escrito debe reciclarse en la fiesta. Que ése es el futuro. ¿Cómo resistirse?

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