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COYUNTURA INTERNACIONAL
Columna
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Productividad de la buena

La productividad del trabajo en EE UU registró un incremento interanual del 1,8% en el tercer trimestre de 2001. El dato es una sorpresa positiva para los analistas, que pensaban que el contexto negativo estaría acompañado de una desaceleración de esta variable.

En la fase de fuerte expansión económica de los noventa, y especialmente en el periodo 1995-2000, hubo unas tasas de crecimiento de la productividad relativamente elevadas. Éste ha sido un fenómeno ampliamente estudiado, y los datos más recientes, lejos de cuestionar el fenómeno, afianzan la percepción de que ha habido un cambio estructural en la productividad. Entre el tercer trimestre de 1995 y el de 2000, la productividad en EE UU registró una aceleración de un punto porcentual con respecto al periodo 1974-1995 (2,3% frente al 1,3% previo), basada en la expansión de la inversión en bienes de equipo y software (que aumentó a una tasa promedio de 11,6% anual). Según nuestras estimaciones, la contribución del ciclo a esta aceleración de la productividad habría sido limitada (entre dos y tres décimas), de modo que la tasa de crecimiento de la productividad estructural se habría elevado en los últimos cinco años entre siete y ocho décimas anuales, hasta el 2,1-2,2%.

La 'nueva economía' está suponiendo un cambio en el comportamiento de la productividad de EE UU, también en la desaceleración

Este aumento fue extraordinario por tres motivos: por su intensidad, por su duración (21 trimestres) y, sobre todo, por su perfil temporal. El producto por empleado experimentó una progresión ascendente, que contrasta con la desaceleración que había mostrado en los últimos trimestres de las fases expansivas desde 1970.

Desde el cuarto trimestre de 2000, la economía de EE UU atraviesa una fase de clara desaceleración. Aun en este contexto adverso, la productividad sigue mostrando un excelente comportamiento, con un crecimiento del 2%. Esta evolución contrasta con la habitual contracción registrada en los primeros trimestres de las desaceleraciones de las tres últimas décadas, y todo ello sin un mayor ajuste del empleo.

Parece que nos encontramos ante un nuevo patrón de evolución de la productividad basado en el desarrollo y difusión de las tecnologías de la información, los cambios en la gestión empresarial y el apoyo de la política económica. Aun en una fase bajista del ciclo, la nueva economía posibilita un mayor crecimiento de la productividad estructural, lo cual ratifica el aumento del crecimiento económico potencial en EE UU.

No obstante, la validez de esta hipótesis habrá de contrastarse en los próximos trimestres, durante los cuales, probablemente, la productividad manifieste un crecimiento más modesto.

Ángel Melguizo Esteso es economista de Nueva Economía del Servicio de Estudios del BBVA

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