Una luz al final del humo
Una vacuna contra el tabaquismo: el sueño de cualquier fumador. Un método, un invento que evite la adicción al tabaco, para poder fumar sólo cuando quiera, no cuando se lo pida el cuerpo. El deseo de ese invento lo dejó escrito Allen Carr en 1996 en su libro Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo, que ya lleva 15 ediciones y que periódicamente se agota en las librerías. Carr no creía en los inventos mágicos y fabricó un método de 212 páginas para abandonar el tabaco.
Pero existen todavía médicos anhelantes de encontrar esos remedios que rozan la infalibilidad. Investigadores que, empujados por las consecuencias de la epidemia del tabaquismo que, según los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), acabó el año pasado con más de 53.000 vidas de forma prematura en España -un 15% más que hace cinco años-, han dado rienda suelta a su fantasía científica.
Las consecuencias de la epidemia del tabaco produjeron el año pasado más de 53.000 muertes prematuras, un 15% más que hace cinco años
Los especialistas coinciden en que el gran caballo de batalla del tabaquismo se encuentra en la prevención. España va a la cola de Europa junto con Grecia
Cada vez empiezan a fumar más mujeres, se empieza a edades más tempranas y cada vez se fuma más cantidad con menos años de antigüedad como fumador
El último resultado de esa esperanzadora imaginación es justamente eso: una vacuna antitabaquismo. Lo ha aportado un médico de nacionalidad sueca, Torgny Svensson, del Instituto Carolinska de Estocolmo, en la línea de otras investigaciones que se realizan en varios países.
Hasta el momento, está en fase de experimentación en humanos en un hospital de Bruselas, pero ya ha superado con éxito los experimentos en animales de laboratorio, lo que ha llevado al Instituto Nacional de Salud de EE UU (NIH) a subvencionar el proyecto.
Anticuerpos de nicotina
'La vacuna consiste en una solución acuosa realizada a base de anticuerpos de nicotina. El funcionamiento consiste en que dichos anticuerpos se unen y envuelven (no destruyen) a las moléculas de nicotina que lleva en su sangre el fumador, dando lugar a lo que técnicamente se conoce como complejo inmunológico nicotina-antinicotina. El tamaño de ese complejo le impide el paso de la sangre al sistema nervioso central, técnicamente se diría que evita que cruce la barrera hematoencefálica. Así se consigue que la nicotina no llegue a los receptores cerebrales que le corresponden y que producen la dopamina, la sustancia que genera la sensación de placer al fumar. La nicotina sigue circulando por la sangre hasta que se metaboliza y es eliminada por el organismo', explica minuciosamente Carlos Andrés Jiménez Ruiz, presidente de la SEPAR y jefe de la unidad de Tabaquismo del Hospital de la Princesa de Madrid. Será él quien se encargue de traer al doctor Svensson el próximo mes de junio para que cuente de viva voz, en el Congreso de Neumología y Cirugía Torácica, los resultados de su invento, que todavía desconocen muchos de los neumólogos españoles.
'La vacuna implica un gran avance, independientemente de que finalmente tenga éxito en humanos', comenta Jiménez Ruiz, y 'supone un cambio en la mentalidad: hasta el momento, los tratamientos iban dirigidos a suplir la falta de nicotina suministrando nicotina por otras vías, como parches, chicles, aerosoles nasales o comprimidos para chupar. La vacuna no es un sustituto y tampoco lo requiere, puesto que evita el principal problema, el de la adicción, desde su raíz. Si el fumador no obtiene aquello que busca dejará de fumar', concreta.
Otros expertos han destacado que la vacuna supondría además la conquista de la libertad para el fumador, en la medida en que ya no sería un esclavo de la nicotina: se habría liberado, al menos, de la dependencia física y fumaría (o no) más voluntariamente.
Pero el interés de esta vacuna no radica únicamente en las facilidades que puede plantear a la hora de abandonar el tabaco, sino que podría suponer una revolución a nivel preventivo: 'Podría aplicarse a los chavales de 15 años, que es cuando están empezando a iniciarse en el consumo de tabaco, con el fin de que no desarrollaran la adicción aunque empezasen a fumar, o la desarrollasen en menor grado', explica Jiménez Ruiz.
El incremento notable en el conocimiento de los neurotransmisores y receptores cerebrales involucrados en las adicciones han contribuido al surgimiento de este tipo de alternativas. De hecho, la vacuna antitabaquismo se basa en el principio que caracteriza a cualquier sustancia adictiva: son moléculas pequeñas que no generan anticuerpos por sí solas.
No obstante, el recelo hacia este tipo de soluciones que aparecen como casi definitivas para una enfermedad como el tabaquismo, que se ha convertido en el primer problema de salud de los países desarrollados y que según la OMS provoca cuatro millones de muertes prematuras al año, es un sentimiento que no tarda en surgir dentro de la comunidad médica.
'Muchos fármacos de este tipo se quedan en el camino. Es bastante difícil que la eficacia sea total cuando nos enfrentamos a una enfermedad multicausal, en la que intervienen factores físicos, sociales y psicológicos. Además, en todo caso, tendríamos que esperar siete u ocho años para poder disponer de esa vacuna', comenta José Carreras, coordinador de la Unidad de tabaquismo del Hospital Carlos III y firme defensor de los tratamientos multidisciplinares que combinen los elementos farmacológicos con los psicológicos o cognitivoconductuales.
Parches, chicles e incluso ansiolíticos, como el Bupropión, que inciden directamente sobre los receptores nerviosos de la nicotina produciendo prácticamente el mismo efecto que ésta, no han conseguido evitar que en España siga fumando el 36% de la población, según los datos del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), recuperados en las últimas jornadas organizadas la semana pasada por Neumomadrid y dedicadas monográficamente al tema.
El año pasado murieron 7.000 personas más por enfermedades atribuibles al tabaco que en 1995. Y pese a estas siniestras cifras, que cada año superan en casi seis veces las muertes en accidentes de tráfico, el número de fumadores desciende muy ligeramente en nuestro país.
Los especialistas señalan un claro cambio de tendencia en el perfil del fumador: cada vez empiezan a fumar más mujeres, cada vez se empieza a edades más tempranas y cada vez se fuma más cantidad con menos años de antigüedad como fumador. 'Es más probable que mi paciente sea una mujer, y que fume tabaco rubio. Y la novedad con respecto a hace unos años es que quizá se seleccionan más los momentos del día en los que se enciende un cigarrillo. Los pacientes ya saben seguro que fumar es malo para su salud, y todos se han planteado que alguna vez tendrán que dejarlo. Este cambio en la conciencia del enfermo empieza a notarse ahora', comenta Álvarez-Sala Walther, jefe del reciente servicio de Tabaquismo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, que asegura conocer muy poco sobre la vacuna antitabaquismo y se muestra un tanto escéptico al respecto.
Álvarez-Sala, que intervino la semana pasada como ponente en el congreso de Neumomadrid y que es presidente del comité científico, dedicó su conferencia a dar datos sobre el tabaquismo con el fin de tratar de dimensionar el problema al que a día de hoy se enfrentan los neumonólogos, en primera instancia, y el resto de los profesionales médicos, mientras llega o no la vacuna de Torgny Svensson, o de otros investigadores que trabajan sobre lo mismo.
'Un tercio de la población mundial fuma, según los datos de la OMS del año 2000; el tabaquismo es una enfermedad que produce muerte prematura al 50% de las personas que la padecen, el tabaco es el responsable del 12% de la mortalidad mundial, y en España el 24% de las muertes tienen que ver con su consumo, el 80% de los jóvenes ha fumado alguna vez antes de los 18 años, y el 50% lo hace regularmente...'.
La lista de datos que presentó era interminable, pero ponía de manifiesto al menos dos cosas: la magnitud del problema a nivel mundial y la juventud de quienes son potenciales enfermos.
'Desgraciadamente, el problema del tabaquismo, pese a ser casi cotidiano, no aparece específicamente en los programas de la carrera de medicina. Siempre aparece ligado a otras enfermedades: cardiovasculares, pulmonares u oncológicas', comenta Álvarez-Sala.
'El 95% de los cánceres de pulmón, entre el 80% y el 90% de las bronquitis crónicas y el 100% de los cánceres de laringe y esófago son atribuibles al tabaco', asegura Esteban Pérez, jefe del Servicio de Neumología del Ramón y Cajal.
Enfermedades en cifras
En el último informe relativo al gasto sanitario de las enfermedades atribuibles al tabaco, realizado por la Universidad Pompeu Fabra, se reflejaba que el enfisema pulmonar supone un coste de 226.841 pesetas por caso y año, cerca de 134.000 cada caso de asma, casi un millón para los problemas cerebrovasculares y más de dos millones anuales un cáncer de pulmón. Pero, en términos estrictamente económicos, muy alejados del componente fundamentalmente humano de cualquier enfermedad, 'es más lo que recauda el Estado en impuestos de tabaco, cerca de un billón de pesetas, que lo que supone el gasto sanitario', dice José Carreras, que centró su ponencia en las jornadas en el gasto sociosanitario del tabaquismo. 'El propio principio de análisis coste/beneficio de un producto peligroso plantea una cuestión ética de difícil solución. El tabaco es el único producto económico legal que, si se usa como está previsto, produce la muerte de la tercera parte de sus usuarios', recogía Carreras en sus transparencias. E insiste: 'Pero es que, además, es uno de los productos más asequibles. Se puede comprar en cualquier sitio y casi a cualquier hora'.
Los especialistas coinciden en que el gran caballo de batalla del tabaquismo se encuentra en la prevención. 'En este sentido estamos bastante mal', comenta Carreras. 'España va a la cola de Europa, junto con Grecia. El problema es que controlar la epidemia del tabaquismo requiere una serie de medidas político-legislativas, como controlar la publicidad, subir el precio del tabaco, limitar los lugares para su comercialización y consumo..., que chocan de bruces con el poder de las tabaqueras', añade.
En última instancia, una directiva europea establece que a partir del 2006 se prohibirá en todos los países de la UE la publicidad en prensa y radio. El pasado 22 de noviembre, representantes de 150 países se reunieron en Ginebra convocados por la OMS con el fin de aprobar un convenio marco de regulación y control del tabaco a escala mundial. La reunión se extenderá hasta el próximo 28 de noviembre, y las primeras medidas propuestas han sido: incrementar los precios e impuestos del tabaco, evitar su contrabando y prohibir la promoción y publicidad dirigida particularmente a jóvenes.
Pese a la complejidad y magnitud de los problemas asociados con el tabaquismo, todos los especialistas coinciden en que nos encontramos ante una enfermedad crónica cuya verdadera cura se encuentra en la voluntad de dejarlo de cada uno, en el querer.Una vacuna contra el tabaquismo: el sueño de cualquier fumador. Un método, un invento que evite la adicción al tabaco, para poder fumar sólo cuando quiera, no cuando se lo pida el cuerpo. El deseo de ese invento lo dejó escrito Allen Carr en 1996 en su libro Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo, que ya lleva 15 ediciones y que periódicamente se agota en las librerías. Carr no creía en los inventos mágicos y fabricó un método de 212 páginas para abandonar el tabaco.
Pero existen todavía médicos anhelantes de encontrar esos remedios que rozan la infalibilidad. Investigadores que, empujados por las consecuencias de la epidemia del tabaquismo que, según los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), acabó el año pasado con más de 53.000 vidas de forma prematura en España -un 15% más que hace cinco años-, han dado rienda suelta a su fantasía científica.
El último resultado de esa esperanzadora imaginación es justamente eso: una vacuna antitabaquismo. Lo ha aportado un médico de nacionalidad sueca, Torgny Svensson, del Instituto Carolinska de Estocolmo, en la línea de otras investigaciones que se realizan en varios países.
Hasta el momento, está en fase de experimentación en humanos en un hospital de Bruselas, pero ya ha superado con éxito los experimentos en animales de laboratorio, lo que ha llevado al Instituto Nacional de Salud de EE UU (NIH) a subvencionar el proyecto.
Anticuerpos de nicotina
'La vacuna consiste en una solución acuosa realizada a base de anticuerpos de nicotina. El funcionamiento consiste en que dichos anticuerpos se unen y envuelven (no destruyen) a las moléculas de nicotina que lleva en su sangre el fumador, dando lugar a lo que técnicamente se conoce como complejo inmunológico nicotina-antinicotina. El tamaño de ese complejo le impide el paso de la sangre al sistema nervioso central, técnicamente se diría que evita que cruce la barrera hematoencefálica. Así se consigue que la nicotina no llegue a los receptores cerebrales que le corresponden y que producen la dopamina, la sustancia que genera la sensación de placer al fumar. La nicotina sigue circulando por la sangre hasta que se metaboliza y es eliminada por el organismo', explica minuciosamente Carlos Andrés Jiménez Ruiz, presidente de la SEPAR y jefe de la unidad de Tabaquismo del Hospital de la Princesa de Madrid. Será él quien se encargue de traer al doctor Svensson el próximo mes de junio para que cuente de viva voz, en el Congreso de Neumología y Cirugía Torácica, los resultados de su invento, que todavía desconocen muchos de los neumólogos españoles.
'La vacuna implica un gran avance, independientemente de que finalmente tenga éxito en humanos', comenta Jiménez Ruiz, y 'supone un cambio en la mentalidad: hasta el momento, los tratamientos iban dirigidos a suplir la falta de nicotina suministrando nicotina por otras vías, como parches, chicles, aerosoles nasales o comprimidos para chupar. La vacuna no es un sustituto y tampoco lo requiere, puesto que evita el principal problema, el de la adicción, desde su raíz. Si el fumador no obtiene aquello que busca dejará de fumar', concreta.
Otros expertos han destacado que la vacuna supondría además la conquista de la libertad para el fumador, en la medida en que ya no sería un esclavo de la nicotina: se habría liberado, al menos, de la dependencia física y fumaría (o no) más voluntariamente.
Pero el interés de esta vacuna no radica únicamente en las facilidades que puede plantear a la hora de abandonar el tabaco, sino que podría suponer una revolución a nivel preventivo: 'Podría aplicarse a los chavales de 15 años, que es cuando están empezando a iniciarse en el consumo de tabaco, con el fin de que no desarrollaran la adicción aunque empezasen a fumar, o la desarrollasen en menor grado', explica Jiménez Ruiz.
El incremento notable en el conocimiento de los neurotransmisores y receptores cerebrales involucrados en las adicciones han contribuido al surgimiento de este tipo de alternativas. De hecho, la vacuna antitabaquismo se basa en el principio que caracteriza a cualquier sustancia adictiva: son moléculas pequeñas que no generan anticuerpos por sí solas.
No obstante, el recelo hacia este tipo de soluciones que aparecen como casi definitivas para una enfermedad como el tabaquismo, que se ha convertido en el primer problema de salud de los países desarrollados y que según la OMS provoca cuatro millones de muertes prematuras al año, es un sentimiento que no tarda en surgir dentro de la comunidad médica.
'Muchos fármacos de este tipo se quedan en el camino. Es bastante difícil que la eficacia sea total cuando nos enfrentamos a una enfermedad multicausal, en la que intervienen factores físicos, sociales y psicológicos. Además, en todo caso, tendríamos que esperar siete u ocho años para poder disponer de esa vacuna', comenta José Carreras, coordinador de la Unidad de tabaquismo del Hospital Carlos III y firme defensor de los tratamientos multidisciplinares que combinen los elementos farmacológicos con los psicológicos o cognitivoconductuales.
Parches, chicles e incluso ansiolíticos, como el Bupropión, que inciden directamente sobre los receptores nerviosos de la nicotina produciendo prácticamente el mismo efecto que ésta, no han conseguido evitar que en España siga fumando el 36% de la población, según los datos del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), recuperados en las últimas jornadas organizadas la semana pasada por Neumomadrid y dedicadas monográficamente al tema.
El año pasado murieron 7.000 personas más por enfermedades atribuibles al tabaco que en 1995. Y pese a estas siniestras cifras, que cada año superan en casi seis veces las muertes en accidentes de tráfico, el número de fumadores desciende muy ligeramente en nuestro país.
Los especialistas señalan un claro cambio de tendencia en el perfil del fumador: cada vez empiezan a fumar más mujeres, cada vez se empieza a edades más tempranas y cada vez se fuma más cantidad con menos años de antigüedad como fumador. 'Es más probable que mi paciente sea una mujer, y que fume tabaco rubio. Y la novedad con respecto a hace unos años es que quizá se seleccionan más los momentos del día en los que se enciende un cigarrillo. Los pacientes ya saben seguro que fumar es malo para su salud, y todos se han planteado que alguna vez tendrán que dejarlo. Este cambio en la conciencia del enfermo empieza a notarse ahora', comenta Álvarez-Sala Walther, jefe del reciente servicio de Tabaquismo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, que asegura conocer muy poco sobre la vacuna antitabaquismo y se muestra un tanto escéptico al respecto.
Álvarez-Sala, que intervino la semana pasada como ponente en el congreso de Neumomadrid y que es presidente del comité científico, dedicó su conferencia a dar datos sobre el tabaquismo con el fin de tratar de dimensionar el problema al que a día de hoy se enfrentan los neumonólogos, en primera instancia, y el resto de los profesionales médicos, mientras llega o no la vacuna de Torgny Svensson, o de otros investigadores que trabajan sobre lo mismo.
'Un tercio de la población mundial fuma, según los datos de la OMS del año 2000; el tabaquismo es una enfermedad que produce muerte prematura al 50% de las personas que la padecen, el tabaco es el responsable del 12% de la mortalidad mundial, y en España el 24% de las muertes tienen que ver con su consumo, el 80% de los jóvenes ha fumado alguna vez antes de los 18 años, y el 50% lo hace regularmente...'.
La lista de datos que presentó era interminable, pero ponía de manifiesto al menos dos cosas: la magnitud del problema a nivel mundial y la juventud de quienes son potenciales enfermos.
'Desgraciadamente, el problema del tabaquismo, pese a ser casi cotidiano, no aparece específicamente en los programas de la carrera de medicina. Siempre aparece ligado a otras enfermedades: cardiovasculares, pulmonares u oncológicas', comenta Álvarez-Sala.
'El 95% de los cánceres de pulmón, entre el 80% y el 90% de las bronquitis crónicas y el 100% de los cánceres de laringe y esófago son atribuibles al tabaco', asegura Esteban Pérez, jefe del Servicio de Neumología del Ramón y Cajal.
Enfermedades en cifras
En el último informe relativo al gasto sanitario de las enfermedades atribuibles al tabaco, realizado por la Universidad Pompeu Fabra, se reflejaba que el enfisema pulmonar supone un coste de 226.841 pesetas por caso y año, cerca de 134.000 cada caso de asma, casi un millón para los problemas cerebrovasculares y más de dos millones anuales un cáncer de pulmón. Pero, en términos estrictamente económicos, muy alejados del componente fundamentalmente humano de cualquier enfermedad, 'es más lo que recauda el Estado en impuestos de tabaco, cerca de un billón de pesetas, que lo que supone el gasto sanitario', dice José Carreras, que centró su ponencia en las jornadas en el gasto sociosanitario del tabaquismo. 'El propio principio de análisis coste/beneficio de un producto peligroso plantea una cuestión ética de difícil solución. El tabaco es el único producto económico legal que, si se usa como está previsto, produce la muerte de la tercera parte de sus usuarios', recogía Carreras en sus transparencias. E insiste: 'Pero es que, además, es uno de los productos más asequibles. Se puede comprar en cualquier sitio y casi a cualquier hora'.
Los especialistas coinciden en que el gran caballo de batalla del tabaquismo se encuentra en la prevención. 'En este sentido estamos bastante mal', comenta Carreras. 'España va a la cola de Europa, junto con Grecia. El problema es que controlar la epidemia del tabaquismo requiere una serie de medidas político-legislativas, como controlar la publicidad, subir el precio del tabaco, limitar los lugares para su comercialización y consumo..., que chocan de bruces con el poder de las tabaqueras', añade.
En última instancia, una directiva europea establece que a partir del 2006 se prohibirá en todos los países de la UE la publicidad en prensa y radio. El pasado 22 de noviembre, representantes de 150 países se reunieron en Ginebra convocados por la OMS con el fin de aprobar un convenio marco de regulación y control del tabaco a escala mundial. La reunión se extenderá hasta el próximo 28 de noviembre, y las primeras medidas propuestas han sido: incrementar los precios e impuestos del tabaco, evitar su contrabando y prohibir la promoción y publicidad dirigida particularmente a jóvenes.
Pese a la complejidad y magnitud de los problemas asociados con el tabaquismo, todos los especialistas coinciden en que nos encontramos ante una enfermedad crónica cuya verdadera cura se encuentra en la voluntad de dejarlo de cada uno, en el querer.
Trucos para dejar de fumar
PREPÁRESE: fume, pero cada vez que encienda un cigarrillo piense por qué lo hace y si le es imprescindible. Hágase una lista de motivos que le empujan a dejar el tabaco, puede tomarse uno o dos días. Descubra las situaciones que asocia a la necesidad de fumar y evítelas, intente recordar sus motivos del abandono del tabaco cada vez que sienta ganas de fumar. Piense que ha superado la fase de precontemplación porque encender un cigarrillo se ha convertido en un auténtico problema para usted que quiere solucionar. Está usted en la fase de contemplación y empieza a controlar la urgencia de fumar, felicítese y elija y anote la fecha de un día concreto para dejar de hacerlo y pasar a la fase de acción. Intente que sea una fecha que asocie a un cambio de vida, algo que marque un antes y un después. ¿Qué hacer el primer día sin fumar? Levántese un poco antes y hágase el firme propósito de dejar de fumar sólo por ese día. Haga algo de ejercicio respirando aire puro. Procure no comer abundantemente y después de comer no se tome un descanso para leer o ver la televisión. No se le ocurra quedarse quieto... Haga algo. Piense que este cambio de hábitos no durará toda la vida. ¿Cómo mantenerse sin fumar? Practique alguna actividad física, preferiblemente en grupo, y tome una dieta rica en frutas y verduras. Relea su lista de motivos para dejar de fumar. Si siente un deseo muy fuerte de encender un cigarrillo, no se preocupe, relájese, respire profundamente y concéntrese en lo que está haciendo. Alcanzará la fase de consolidación y mantenimiento cuando lleve seis meses de abstinencia. Si nota que le cuesta demasiado, también puede consultar a los profesionales sanitarios. No ceda ni por un solo cigarrillo, y recuerde que el deseo de fumar disminuye después de la segunda o tercera semana de abstinencia. Hasta que no pasen doce meses no se puede considerar un ex fumador y tendrá periodos de recaída. Fase de recaída. Se produce en un porcentaje variable de los casos. Lo habitual es que vuelva a pasar a la segunda fase; el decir, a la de contemplación y tardará más o menos en volver a la acción. Si tuviera una recaída intente no desmotivarse mucho y piense que existe mayor porcentaje de éxito cuanto mayor es el número de intentos de dejar el tabaco. Felicítese cada día que esté sin fumar, ¡ánimo, esta vez lo va a conseguir!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.