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Reportaje:

Los largos tentáculos de la CIA

A petición de la CIA, los servicios secretos extranjeros y la policía de 50 países han detenido en las últimas semanas a 360 sospechosos por supuestas conexiones con Al Qaeda, la red terrorista de Bin Laden u otros grupos terroristas.

El creciente número de detenciones en el extranjero forma parte de la guerra invisible contra el terrorismo a la que el presidente Bush ha hecho referencia asiduamente, y muestra el grado de cooperación que otros países calladamente proporcionan a EE UU en el intento de acabar con Al Qaeda.

En un caso concreto investigado por la CIA, los servicios secretos norteamericanos facilitaron las características sobre un terrorista sospechoso que podría haber tenido conocimiento por adelantado de los ataques del 11 de septiembre. Sólo un puñado de sospechosos cumplían con esas características. Un país se negó a dar la información que la CIA necesitaba para localizar a la persona buscada. El tiempo era crucial, así que un grupo clandestino de la CIA entró en ese país y robó la información. En el plazo de 12 horas, el terrorista sospechoso fue localizado y los pormenores se pasaron a un servicio secreto extranjero totalmente cooperador con EE UU. El sospechoso fue detenido.

Se desconoce el número total de detenidos en todo el mundo como parte de las investigaciones emprendidas a raíz del 11 de septiembre, así como la identidad y la importancia de cada uno de ellos. Además de los 360 arrestos generados por la CIA, el FBI, a través de sus contactos y representantes legales en el exterior, ha ayudado a facilitar un número indeterminado de detenciones.

De los 360 sospechosos detenidos en el extranjero por iniciativa de la CIA, más de 100 lo fueron en Europa, otro centenar en Oriente Próximo, 30 en América Latina y 20 en África. Funcionarios norteamericanos dicen que estos arrestos pueden arrojar algún conocimiento sobre Al Qaeda, pero no está claro que hayan servido para abortar ataques contra EE UU.

Varias fuentes han asegurado que, desde el 11 de septiembre, muchos países que creían no tener presencia de Al Qaeda en su territorio han recibido una llamada de atención y han descubierto células operativas dentro de sus fronteras.

Dos diplomáticos extranjeros en Washington implicados en ayudar a la CIA han dicho que el uso compartido de la información y la presión para detener a terroristas sospechosos en sus países está dando asombrosos resultados. Según varias fuentes, desde el 11 de septiembre, el uso compartido de la información y la cooperación entre los servicios secretos de todo el mundo ha prosperado. El servicio secreto jordano (GID) se ha implicado en más de una docena de arrestos. La CIA proporcionó el nombre de uno de los ocho sospechosos de ser miembros de Al Qaeda arrestados en España a principios de esta semana.

Otro ejemplo más: poco después de los ataques terroristas, dos sospechosos de ser miembros de Al Qaeda fueron capturados en Bahrein. Ambos fueron enviados a Arabia Saudí para ser interrogados y dieron a las autoridades saudíes un teléfono de contacto de Al Qaeda en el país. Después de varias semanas rastreando las llamadas realizadas desde ese teléfono a otros, las autoridades saudíes localizaron y arrestaron a un miembro importante de Al Qaeda que utilizaba varios alias, entre otros, Abu Ahmed. Él y otros miembros de Al Qaeda fueron arrestados cuando intentaban abandonar el país. Se cree que Ahmed forma parte de la cúpula de Al Qaeda y que tenía conocimiento por adelantado de los ataques terroristas.

Algunas fuentes afirman que dio información sobre la supuesta implicación de un agente yemení en el atentado terrorista de octubre de 2000 contra el destructor USS Cole en un puerto de Yemen, en el que murieron 17 marines.

El servicio secreto egipcio ha sido particularmente activo y colaborador con la CIA. Egipto tiene uno de los mejores y más implacables servicios de espionaje de Oriente Próximo, y algunos de los arrestados en otros países como parte de las redadas relacionadas con el 11 de septiembre han sido enviados a Egipto para ser interrogados o juzgados.

© The Washington Post

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