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Columna
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Villalonga

Hace unas semanas se produjo la presentación ante la Generalitat de Catalunya de la fundación Institució Ignasi Villalonga. El acto contó con la presencia de Jordi Pujol y otros muchos personajes relevantes. La representación valenciana estuvo constituida por cuarenta empresarios, encabezados por Fernando Villalonga -presidente de la Fundación Telefónica-, nieto del financiero, político y empresario que da nombre a la entidad.

El tema tiene su miga, porque junto con las reticencias que suscita cualquier iniciativa que relaciona a Cataluña con la Comunidad Valenciana, se añade el recelo a la hora de destapar el significado y la resonancia de un personaje, excepcional en el panorama cívico valenciano, que se llamó Ignasi Villalonga Villalba. No fue 'rojo', ni tan siquiera de izquierdas, pero era amigo y colaborador de Cambó. Como tal llegó a ser presidente de la Generalitat de Catalunya. Presidente de la Cámara de Comercio de Valencia en dos épocas distintas, ha sido uno de los pocos valencianos que ha repetido en la cúspide del Consejo Superior de Cámaras de Comercio de España.

Persona clave en las filas de la Derecha Regional Valenciana y firme puntal de Luis Lucia, compartió con éste la amistad de José María Gil Robles, al lado de Joaquín Maldonado Almenar y José Duato. Todos ellos constituyeron el núcleo de la alternativa política que surgió en el entorno del líder de la CEDA (Confederación de Derechas Autónomas) a caballo con la Lliga Regionalista de Francesc Cambó.

Estos avatares se sucedieron inmediatamente antes de la fractura que supuso la guerra civil española. Este conflicto (1936-1939) quebró la precaria estabilidad de la sociedad española. Después Villalonga se dedicó a sus negocios, a partir de empresas como el Banco de Valencia, que ya había contribuido a relanzar en 1927, tras una conferencia en la que se lamentó de que, entre los diez bancos que operaban con mayor intensidad, no se encontraba ninguno que procediera de capital valenciano. Después de la guerra protagonizó la consolidación del Banco Central, cuya presidencia ocupó desde 1943 hasta su muerte en 1973.

La Fundación Ignasi Villalonga fue creada por él mismo en 1956, cuando se le hizo entrega de la medalla de Valencia, por el marqués del Turia y alcalde de Valencia, Tomás Trenor. Con ella quiso que se publicara una Biblioteca de Estudios Económicos para difundir las doctrinas económicas que ofrecen como base la empresa privada, la iniciativa individual y el mercado libre. Pero los rasgos personales de Villalonga no se entenderían sin la presencia en su vida de Joaquim Reig y Romá Perpinyá, hábil banquero, el primero y alma del Centro de Estudios Económicos Valencianos (1929), el segundo.

Ignasi Villalonga estuvo considerado como el financiero español más brillante de su época. Compartió su dedicación profesional con el impulso para la creación de cientos de empresas y los rescoldos de su vocación política, desde su pertenencia al consejo privado de don Juan de Borbón durante su exilio en Estoril. El silencio que se advierte, en los medios empresariales y económicos valencianos, no proviene de las amenazas que alguien podría observar en los planteamientos cívicos de Villalonga, sino en la mala conciencia que se deriva de su apartamiento de la vida pública doméstica, en la que se le ha pretendido ignorar y hasta se ha conseguido, por el desconocimiento de su verdadera significación. En determinados foros económicos se le ha postergado sin razón alguna, mientras el campo ideológico de la izquierda lo ha considerado, pero sin entusiasmo, porque sus ideas, lógicamente, tampoco sintonizaban con quienes tenían que reconocer su valía.

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En la actualidad, la sociedad valenciana y la Generalitat a su frente, se encuentran ante una delicada tesitura. No sería razonable torpedear la iniciativa de una fundación que agrupa a economistas y empresarios para impulsar estudios, contactos empresariales y la vertebración territorial entre los territorios que conformaron la Corona de Aragón, con la intención de potenciar los vínculos económicos de estas regiones.

Y sabido es que cuando no puedes rebatir a quien te ha ganado una partida, lo mejor es unirte a él. Este enfoque maquiavélico podría dar la clave a una solución pactada frente a un planteamiento legítimo y unas señas de identidad, a las que no podemos permitirnos el lujo de despachar con una embestida. En Ignasi Villalonga se resume la mejor tradición política, financiera, empresarial y cívica de la Comunidad Valenciana y no estamos para tirar por la ventana todo lo que significa, una vez más.

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