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Columna
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Papeles

Las imágenes y sonidos que hemos visto y oído con motivo del debate plenario sobre el caso Gescartera no anima a hablar bien de la clase política. Al contrario, incita al comentario chabacano y chocarrero típico de algunas tertulias de barra de bar, único índice sensato para calibrar la sesión de marras. No dramaticemos, pero las cosas de la política y los políticos no van bien. Aunque el PP haya ganado esa votación, deberá tener en cuenta que tendrá que pagar, más tarde o más temprano, los platos rotos con la hacienda de cientos de particulares y con la credibilidad de las instituciones de control financiero.

Salvando las distancias y los negocios, por el Sur también la política se está contaminando con las finanzas. El largo, tortuoso y sevillano asunto de las cajas de ahorro sigue deparando sorpresas sin cuento. Al calor de a tensión generada por la renovación de los órganos de la San Fernando y del Monte ha resurgido como una bomba el asunto Tablada. Un terreno militar, ligado a la golpista historia de esta ciudad del Guadalquivir, pasó a ser la niña de sus ojos de Beneroso y Benjumea: construir una gran ciudad residencial en terrenos rústicos. Desde la Dirección general de Ordenación del Territorio, la Delegación municipal de Urbanismo y desde el Banco de España se pudo neutralizar tamaño dislate. Hoy, las cajas han vendido los terrenitos a las constructoras y promotores más significados por los últimos pelotazos urbanos en Sevilla.

A pesar de las cantidades y lo que hay detrás de esta serie de trueques y cambalaches, lo que aparece en esta comedia como elemento castizo y autóctono es la presencia de algunos personajes desde el principio de la historia. Unos que eran antes firmes militantes del partido hoy son defensores de la libertad de mercado frente al intervensionismo político. Otros pasan de responsabilidades públicas a ejecutivos privados con la misma facilidad que cambiarse de chaqueta o de corbata. Alguno de ellos hasta es capaz de representar tres papeles distintos en la misma función del gran teatro de la vida política de una ciudad. Que ya lo dijo Cervantes: 'provecho quiero, que sin él no vale un cuatrín la buena fama'.

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