China incorpora sus 1.300 millones de consumidores al comercio mundial
La cumbre de Qatar recibe al coloso asiático con euforia, pero con el temor de los países pobres
'Madre mía, la que se nos viene encima', exclamó ayer un delegado centroamericano en referencia a la adhesión de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC). El ingreso del gigante asiático al complejo sistema de normas que regulan las transacciones comerciales internacionales desató ayer en Duhá tanto temor como euforia. China es un gran mercado de 1.300 millones de habitantes y que crece a un ritmo del 7% anual frente al 2% del mundo. Es ya el séptimo mayor exportador del mundo y su potencial de producción inconmesurable. La apertura del coloso económico asiático es tan capaz de beneficiar como devorar a muchos países e industrias.
Pese a la aprehensión de muchos países en vías de desarrollo, cuando ayer el ministro de Economía de Qatar y presidente del consejo de la cumbre, Fadi Makki, preguntó a viva voz que se aprobaba el acuerdo de incorporación de China, nadie levantó la mano para oponerse y Makki bajó el martillo, ratificando una decisión histórica. China entró en la OMC como el miembro número 143 tras 15 años de negociaciones y 51 años después de que la revolución maoísta rompiese con el Acuerdo sobre Tarifas y Comercio (GATT), del que China había sido unos de los 23 países creadores en 1948.
China soportará la subida del paro, que espera mitigar con la inversión extranjera
El acuerdo fue ratificado en presencia del ministro chino de Comercio Exterior, Shi Guangsheng, quien asiste a la conferencia como observador. 'Después de 15 años de difíciles negociaciones, finalmente hemos llegado a este histórico momento', señaló Shi. En su discurso, leído después de la aceptación, Shi dijo que el ingreso de China en la OMC conviene no sólo a su país, sino también a los demás miembros de la organización, y contribuye a la universalización del sistema mundial de comercio.China recortará también a un 8,5% su apoyo a la agricultura, por debajo del techo de 10% permitido a los países en desarrollo. Según estimaciones de Estados Unidos, hasta diez millones de trabajadores agrícolas en China podrían ser desplazados por las condiciones hechas por Beijing para obtener su acceso a la OMC. Además de los agricultores, los trabajadores del sector automovilístico también pagarán esta factura. Se estima que diez millones de empleados de este sector perderán su puesto de trabajo con la entrada de China en la OMC. China confía en que, en el plazo de unos años, estos parados sean absorbidos por las nuevas empresas privadas que se creen con la inversión extranjera que esperan que arribe a este país.
Ayer no hubo ceremonias, tan sólo el acto formal. La pompa para celebrar el regreso de China al sistema internacional está programada para hoy. Habrá discursos, flores y el acto de la firma de adhesión se transmitirá en directo por televisión hacia todos los puntos cardinales del país asiático. La ceremonia, desde luego, precederá a la del ingreso de Taiwán a la OMC.
Desde el primer momento, China dejó claro que todos los pasos de su incorporación a la organización debían darse antes de que los de Taiwán. China ha aceptado a regañadientes la entrada de la isla a la OMC, a pesar de que ello no supone un reconocimiento como país independiente. A la OMC pueden ingresar Estados soberanos y zonas aduaneras y Taiwán entra como una de estas últimas, como lo hicieron Hong Kong en 1986 y Macao en 1991.
Muchos de los delegados presentes en Duhá no ocultaban la inquietud sobre cómo se comportará China como miembro pleno de la OMC. Para empezar, el peso de la economía china ya es de por sí un factor que abruma. En este momento, en el que las principales economías del mundo están en franca desaceleración e incluso en recesión como la japonesa, el producto interior bruto (PIB) chino crece a un ritmo superior al 7% anual frente al 2% previsto para este año para todo el mundo. China es la octava economía del mundo por PIB aunque ocupa el puesto número 140 en ingreso per cápita. En 2000 fue el séptimo mayor exportador del mundo y el octavo mayor importador.
El mercado de 1.300 millones de habitantes representa una gran oportunidad para las empresas extranjeras que quieren expandir sus horizontes. Bajo el pacto de adhesión, China abrirá los sectores hasta ahora más protegidos como el de las telecomunicaciones, el del automóvil y el banca y seguros. Un banco extranjero, por ejemplo, podrá, en dos años empezar a operar con empresas locales y en cinco, con clientes particulares. Una aseguradora podrá tener el control sobre el 51% o más de la nueva sucursal que abra en China.
Con este acuerdo, la enorme capacidad de producción del gigante asiático se abre al mundo. Un estudio del Gobierno chino prevé una gran expansión de la industria manufacturera, principalmente textiles y productos como juguetes, herramientas, y miles de otras cosas de consumo inmediato o de corta duración. También crecerá fuertemente la agricultura intensiva. Todo esto esto puede barrer las economías de pequeños paíeses latinoamericanos y asiáticos que viven de los mismos productos que el nuevo socio. Además China es un gran productos de cultivos transgénicos, al igual que EE UU, lo que anticipa una dura batalla con Europa en la implantación de estos productos.
