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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Excesos de barbarie

La historia moral del siglo XX es, ante todo, la de su profunda amoralidad. Un extenso catálogo de horrores jalona cada década de una centuria que trajo consigo dos guerras mundiales, incontables masacres y todo tipo de vejaciones infligidas al ser humano por sus congéneres. Ideologías y creencias, odios nacionales o ansias de una existencia mejor transformaron a hombres 'normales' en bestias asesinas; ante ello, de bien poco sirvieron la reflexión ética y los principios morales proclamados con tan buena fe por la Ilustración. Pero, además, los altos grados de perfeccionamiento alcanzados por la tecnología, aplicada hábilmente a la destrucción, contribuyeron a sembrar el horror en un siglo que si por algo sorprende es por su crueldad y su clara inhumanidad.

HUMANIDAD E INHUMANIDAD. UNA HISTORIA MORAL DEL SIGLO XX

Jonathan Glover Traducción de Marco Aurelio Galmarini Cátedra. Madrid, 2001 566 páginas. 3.500 pesetas

El filósofo británico Jonathan Glover, presidente del Centre of Medical Law and Ethics del londinense King's College, cree necesario que tanto la filosofía como la ética del futuro tengan en cuenta los acontecimientos históricos, sobre todo los de nuestro pasado más reciente: recordar el horror acaecido es el modo más eficaz de evitar que se repita. No en vano, borrar la memoria histórica o deformarla fue siempre una de las obsesiones de los grandes criminales: Hitler, Stalin o Mao alentaron matanzas de inocentes argumentando: '¿Quién los recordará dentro de veinte años?'.

Por otra parte, el análisis de lo sucedido, afirma el autor de El hombre prefabricado (Ariel), enseña que las normativas morales y los buenos principios -que son aprendidos y de índole racional- se hallan en pugna constante con otros rasgos psicológicos de carácter instintivo, constantes en el ser humano y que juegan un papel decisivo en los actos violentos y en las manifestaciones de inhumanidad (crueldad, barbarie). Diferenciar dichos rasgos es el comienzo de su control. Si la tecnología facilita la muerte, más importante es la psicología, que, al fin y al cabo, es dueña de la técnica.

En este ensayo, fenomenológico y un tanto disperso -acaso demasiado ambicioso-, Glover se propone refrescar la memoria del lector brindándole un paseo a través de cien años de muerte y desolación moral, pero también pugna por poner de manifiesto las aludidas constantes psicológicas que se encuentran en la raíz de todo conflicto. De este modo, su investigación abarca desde los factores emocionales que influyen en el soldado que combate cuerpo a cuerpo y es capaz de asesinar a inocentes indefensos -incluso sin haber sido un civil especialmente violento- hasta la actitud del presidente norteamericano Truman al arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima; de ahí pasa a analizar la 'trampa' en la que toda guerra enreda a sus participantes. Además, trata de explorar, desde el punto de vista de su esencial inhumanidad, las inmensas calamidades mundiales que supusieron el nazismo, las purgas estalinistas o la execrable 'Revolución Cultural' china, ratoneras de terror en las que perecieron millones de víctimas. Más cercano a la actualidad, Glover desciende al infierno de la guerra del Golfo, donde se ocupa de la sarcástica crueldad de los soldados iraquíes en la tortura de civiles durante la invasión de Kuwait; asimismo, recuerda las matanzas de tutsis a manos de los hutus en Ruanda, ante la pasividad de Naciones Unidas. También la guerra de los Balcanes es objeto de análisis; certeramente se afana en la denuncia del carácter criminal del nacionalismo exaltado de asesinos como Milósevic o Tudjman.

La conclusión de Glover tras el repaso de tanta ignominia, de tal exceso de barbarie, es un tanto desalentadora para la especie humana: los hombres no han aprendido a respetarse, de ahí esas fabulosas muestras de crueldad de unos con respecto de otros; persiste un orgullo guerrero que fomenta la eliminación de aquellos que han sido calificados de enemigos, cuando no de 'asociales' o 'escoria'. La antipatía hacia las diferencias combinada con un aberrante tribalismo son constantes casi inextirpables de la psicología humana, fácilmente dirigible e impresionable para el mal. Ya que los avances tecnológicos son imparables, es necesario cambiar las disposiciones psicológicas del ser humano; en este sentido hace falta -hoy más que nunca- salvaguardar una ética universal por medio de un gran 'Leviatán' mundial que vele por la aplicación de la ley y el derecho entre las naciones; una policía universal aceptada por todos los países que se encargue de sancionar y sofocar los crímenes contra la humanidad allí donde se provoquen: una cuasi utopía que Glover ve cada vez más necesaria para evitar que la ola de inhumanidad que invade la tierra siga extendiéndose en sus espirales de odio. El acuerdo supranacional en contra del daño que unos pocos inflijan a la estabilidad de la mayoría será uno de los factores clave que garanticen el futuro humano; en la actualidad, estaríamos a punto de asistir a un primer paso si se lograse una verdadera coalición internacional contra el terrorismo.

Humanidad e inhumanidad es, a pesar de sus ligeras deficiencias, una obra de lectura obligada, muy recomendable para un público amplio y que desee adquirir conciencia de lo que fueron los horrores del pasado siglo observados en conjunto. Además, las claves del enfrentamiento entre los seres humanos apuntadas por Glover, que parecen ser paradigmáticas y tan arduas de erradicar, serán las mismas que se oculten tras los posibles avatares -quién sabe si escalofriantes- de un porvenir cada día más incierto.

Bolsas con restos de tutsis, asesinados en 1994 por las milicias hutus en la iglesia de Nyamata, Uganda.
Bolsas con restos de tutsis, asesinados en 1994 por las milicias hutus en la iglesia de Nyamata, Uganda.DAMIR SAGOLJ

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