Miguel Ríos y los inmateriales

Miguel Ríos inicia hoy en Granada, rodeado de músicos tangibles y de músicos inmateriales, pero todos de probada calidad, la gira de presentación del disco que ha grabado con las 'estrellas del rock latino'. Al aliciente de volverle a oír al cabo de los años acompañado de una banda clásica de rock se añade una puesta en escena insólita: un juego de ilusionismo, a base de hologramas, que permitirá disfrutar de la compañía imaginaria de los músicos que han cooperado en el disco, tales como Joaquín Sabina, Manolo García, Rosendo, Fito Páez, Fher, de Maná, y Aterciopelados, entre otros.

'Yo pensé ¿canto solo o le doy la vuelta y traigo las voces de todos ellos? Podía haber cantado solo pero siempre me ha encantado inventar cosas'. Así llegó a la holografía, una técnica que nadie ha aplicado incomprensiblemente al espectáculo. 'Es una apuesta con mucho futuro. No sé cómo no se le había ocurrido a nadie', dice sorprendido.

La puesta, sin embargo, entraña cierta dificultad. 'Nosotros [Miguel y los cuatro músicos tangibles que lo acampañan en la gira] tenemos que arrancar a cantar acompasados. Además, los hologramas suceden en un espacio escénico determinado y los que ven mejor son los espectadores que ocupan asientos más centrados. Por si fuera poco, todos los espacios donde actuamos son diferentes, lo que nos obliga a hacer cada día un montaje distinto. En el fondo es como un juguete'.

Pero por encima de la magia escénica del concierto están las canciones, por encima incluso de su inagotable veteranía. 'Me jode que mi buen estado físico guste más que mi música. Ahora, muchos compañeros de profesión, se han comprado una máquina de correr pese a que hasta ahora denostaban el ejercicio físico', dice.

Los doce temas incluidos en Miguel Ríos y las estrellas del pop latino no dejan indiferente. Es complicado elegir una o varias canciones que sobresalgan por encima de otras de factura inferior. Todas, sin exclusión, forman un recital de una solvencia sólida y difícilmente superable. Junto a temas clásicos figuran otros, como Al norte de playa libertad o Corren tiempos perros con letra de propio cantante. El concierto rescata otros viejos temas, como el inicial Bievenidos.

'El disco es una suerte de mestizaje cultural, la asignatura pendiente a los dos lados del Atlántico. Creo que ha habido dos razones que justifican ese desencuentro. Por un lado, las multinacionales están mucho más interesadas en un disco de Bon Jovi, que tiene un mercado hecho, que en el de Charly García, porque a la industria no le interesa el mercado argentino. Por otro lado, las cancillerías de nuestros países son los más malo que he visto en mi vida. El elemento cultural del rock lo manejan mal', dice.

Ideología y compromisoA estas dos razones Ríos añade una tercera: una avalancha cursi y rosa. 'Lo nuestro lleva ideología, son canciones de cierto compromiso y esto es más difícil de asimilar'. Pero una vez en faena, el disco y, por extensión, el concierto ha logrado una 'colaboración desde el respeto y la admiración, la necesidad de establecer un territorio común'. 'He querido revivir en el disco la relación personal que he tenido con todos mis compañeros', añade.

'Hay gente que está en el disco, como Manolo García y Rosendo, que no son conocidos en Latinoamérica. Solamente Fher, el cantante de Maná y Jaoquín Sabina cumplen el doble requisito de ser conocidos en ambas orillas', dice.

Miguel Ríos aborda esta gira, antes de su regreso definitivo a Granada, donde hasta ahora residía temporalmente, con 57 años y un estado anímico excelente. 'La gente me dice que es muy bueno y que siga. El rock tiene un desgaste evidente, pero después de la gira vendré a vivir a Granada y mi ritmo va a cambiar', precisa.

La gira con estas escogidas 'estrellas del rock latino' se produce después de varios experimentos diferentes: el disco de canciones de Kurt Weill con Ana Belén y la orquesta de Granada; la gira con la bigband y el concierto coral El gusto es nuestro.

'El concierto se va a vender pese a la psicosis planetaria. No debemos hacer el juego al terror. No nos pueden arrebatar la calle', dice.