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Reportaje:

Papeletas con código de barras

La Generalitat impulsa un sistema de voto electrónico que aspira a probar en 2003

La noche electoral de las elecciones del año dos mil tropecientos será muy breve. La tensión de los candidatos durante el goteo de los recuentos se concentrará en poco más de 20 minutos. Los resultados electorales se conocerán de sopetón y ya no valdrá invocar el retraso en la transmisión de los datos desde las grandes capitales para agarrarse al socorrido baile de un escaño arriba, un escaño abajo en una determinada circunscripción.

En el año dos mil tropecientos las urnas de cristal estarán dotadas de una cubierta informática que leerá cada voto cuando sea depositado.

El presidente de cada mesa electoral declarará abierta la urna introduciendo una tarjeta en una ranura con un lector específico.

Los votantes dispondrán de papeletas muy parecidas a las actuales. Serán algo más rígidas y las siglas de los partidos irán acompañadas de un determinado código de barras.

Los ciudadanos, como ahora, entregarán los sobres al presidente de la mesa. Una lucecita verde indicará que la papeleta es correctamente identificada por el lector. Un pitido y una lucecita roja alertarán sobre posibles problemas de lectura.

En el año dos mil tropecientos ya no pasarán esas cosas, pero, de momento, la solución propuesta pasa por invitar al elector a repetir la selección de la papeleta correspondiente.

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Las urnas se cerrarán igual que se abrieron. Pero en lugar de proceder al tedioso recuento entre interventores de los partidos políticos que insisten en desconfiar de cada movimiento, el presidente de la urna pulsará un botón y la cubierta de la urna producirá un papelito, como una cuenta de supermercado, que indicará los votos recabados por cada formación política y los sobres depositados en blanco.

Los mismos resultados serán transferidos simultáneamente al centro de recogida de datos. Salvo indigestión de las líneas telefónicas, muy improbable en el año dos mil tropecientos, el correspondiente responsable administrativo estará en disposición de anunciar el resultado final de la votación en unos minutos.

La Generalitat pretende adelantarse al futuro y aspira a ensayar un sistema de lectura electrónica de los votos en las próximas elecciones autonómicas. El ensayo requiere ciertas modificaciones legales, menores, y una inversión cuantiosa. La empresa Abacus produce las cubiertas correspondientes a un coste de 125.000 pesetas, para entonces unos 750 euros, y sueña con la posibilidad de adelantar el futuro. El recuento manual, además, seguirá siendo preceptivo.

De vuelta del futuro, el primer experimento solvente será a finales de mes en la Universidad de Valencia en la votación para elegir el claustro. Los 60.000 estudiantes, los únicos que votan listas cerradas, dispondrán de 36 mesas en 17 colegios para experimentar los nuevos artilugios. Un montaje equivalente al de un municipio de relativa importancia.

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