Partido Popular y PSOE pugnan por adueñarse del "patriotismo constitucional"
Socialistas y populares reivindican la defensa de los valores cívicos comunes para superar el patrioterismo franquista
El lunes 29 de octubre, José María Aznar sorprendía a la Junta Directiva Nacional del PP, que abordaba la preparación del congreso que celebrará a finales de enero, con la creación de una ponencia titulada Patriotismo constitucional. Los primeros sorprendidos fueron los ponentes designados por Aznar: un catalán, el ministro de Exteriores, Josep Piqué, y una vasca, la teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián y dirigente del PP, María San Gil, cuyas actividades están totalmente alejadas de la tarea encomendada.
Aznar ha retomado la bandera del 'patriotismo constitucional', enarbolada por vez primera en 1992 por el entonces presidente socialista del Senado, Juan José Laborda. El anuncio de Aznar ha alertado al secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, que ha hecho del 'patriotismo constitucional' -entendido como patriotismo de los ciudadanos, republicanismo heredero de la Revolución francesa y de la Ilustración, opuesto al católico-imperial de Franco y al nacionalismo étnico- una bandera. 'Su política de pactos se basa en esa idea', dicen en su entorno.
El ex presidente del Senado Juan José Laborda fue pionero al abordar la cuestión en 1992
Aznar cree que la lucha contra ETA aglutina una demanda de un nuevo patriotismo
La primera señal la dio el PP en febrero de este año, en un pregón pronunciado por la presidenta del Senado, Esperanza Aguirre, en Ciudad Rodrigo (Salamanca), con motivo de los Carnavales. 'Nuestro patriotismo es constitucional, fundamentado en el pleno ejercicio de la libertad de los ciudadanos... Tenemos que reivindicar nuestro patriotismo, que viene de las Cortes de Cádiz... Un patrotismo que no es la nostalgia de un pasado quimérico, ni son las ataduras a mitos que chocan con nuestra razón'.
Aznar hace meses que activó la recuperación del 'patriotismo constitucional' a través de la FAES (Fundación y Análisis de Estudios Sociológicos), que preside Esperanza Aguirre, y donde están asesores del presidente como el secretario de Administración Territorial, Gabriel Elorriaga; el número dos del gabinete de Presidencia, Alfredo Timmermans, y el secretario de la Presidencia, Javier Zarzalejos. Por los coloquios de la FAES sobre el 'patriotismo constitucional' han pasado relevantes constitucionalistas e intelectuales de izquierda como Fernando Savater, Jon Juaristi, Josep Ramoneda, Félix de Azúa, Francisco Rubio Llorente, Carlos Martínez Gorriarán, Edurne Uriarte, Eduardo Mendoza, Francesc de Carreras, Andrés de Blas... Todos han reflexionado sobre el tema, desde que en 1989 lo popularizó el filósofo socialdemócrata alemán Jünger Habermas, aunque su autor es Dolf Sternberg, que lo lanza en 1979 con motivo del 30º aniversario de la Constitución alemana.
El entorno de Aznar, que ha seguido los coloquios, retoma la tesis de Habermas y señala que existe ahora en España una necesidad de recuperar la idea del 'patriotismo constitucional' porque 'hay una conciencia de los valores cívicos, de libertad, convivencia y pluralidad que se ha ido forjando en la lucha contra el terrorismo', que 'ha llevado este debate a la sociedad'. También adelanta de la ponencia del PP que 'hay una identidad nacional renovada con el desarrollo de la Constitución' y que 'no se trata de oponer un nacionalismo español al periférico'.
Pero la bandera desplegada ahora por Aznar en el PP y Zapatero en el PSOE ya la izó en España por vez primera hace 10 años, en enero de 1992, otro militante socialista: el entonces presidente del Senado, Juan José Laborda, que pronunció una conferencia en el Club Siglo XXI de Madrid, bajo el título Patriotismo constitucional y Estado democrático. Laborda recuerda que sólo dos meses antes, en noviembre de 1991, Habermas pronunció una conferencia en Madrid que influyó en su introducción en España.
Laborda defendió la apertura de un debate en España, paralelo al de Alemania, donde un pasado impresentable, como el holocausto, necesitaba de nuevos mimbres sobre los que asentar la idea de patriotismo moderno. En España, el nacionalcatolicismo de Franco, que empalma con el absolutismo fernandino, del siglo XIX, lo había arrasado. La tesis de Laborda consistía en que la Constitución de 1978 'refundaba a España como nación de ciudadanos libres e integradora de los nacionalismos periféricos' y enlaza con la democracia liberal que parte de las Cortes de Cádiz, en el siglo XIX. Precisaba la Constitución de 1978 había unido las tradiciones progresista y conservadora y consideraba esencial reivindicar a la generación de políticos que lo hizo posible: Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo y Manuel Fraga. 'La transición democrática la hicimos nosotros. No nos la hicieron como a los alemanes a finales de los años cuarenta. Y es un motivo de orgullo democrático', señala ahora.
El ex presidente del Senado lamenta que el debate se frustrara en 1992: 'Empezaron los escándalos de corrupción. El PSOE quedó bloqueado y el PP, en una oposición durísima, rompió todos los pactos, incluido el antiterrorista, e impidió abrir un debate nacional'. Cree que es una 'asignatura pendiente', de la que una muestra es que los símbolos en España siguen siendo religiosos, como Semana Santa o Navidad.
Laborda participa del recelo del PSOE hacia el uso que haga Aznar del 'patriotismo constitucional'. 'Más allá del oportunismo, como vimos con la reivindicación de Azaña o del centrismo, el riesgo es que Aznar haga fundamentalismo con la Constitución, la utilice contra los nacionalismos periféricos y rompa su significado integrador y los pactos'.
Los catedráticos De Blas y De Carreras valoran esta decisión de Aznar. 'Creo que Aznar no trata de enfrentarse a los nacionalismos. Lo que pretende es abrir un diálogo desde la reafirmación del patriotismo democrático y, de ese modo, frenarlos. Es una estrategia inteligente', dice De Blas, que reprocha a la izquierda haber abandonado esta bandera.
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