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Reportaje:REPORTAJE

El asesinato de una monja activista

Juan Jesús Aznárez

Libres todavía sus asesinos, el cuerpo de la abogada Digna Ochoa y Plácido fue encontrado en su oficina de Ciudad de México con dos disparos de pistola en la cabeza y otro en el muslo el pasado 19 de octubre, a las 17.30 horas.

'Pros: hijos de puta, si siguen, a otros también se lo cargará su madre', amenazó, a un costado del cadáver, la nota dirigida contra el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh).

La víctima había trabajado ocho años en ese grupo de la Compañía de Jesús investigando el paradero de los cientos de mexicanos desaparecidos, las matanzas impunes, los abusos de autoridad, las torturas. 'Pagó con la vida su defensa de los más pobres', resumió el jesuita Teódulo Guzmán.

Ochoa trabajó ocho años en un grupo de la Compañía de Jesús investigando el paradero de cientos de desaparecidos, matanzas impunes, abusos, torturas...
Digna Ochoa se sentía torturada psicológicamente: 'México está lleno de sótanos del poder público. Son ellos los que me están cercando'
'Subcomandante' Marcos: 'Cuando los luchadores sociales son eliminados, el poder celebra fiestas y deja caer unas monedas para comprar indiferencia'

El Ejército

Una comisión especial investiga el primer asesinato de carácter político, según todos los indicios, registrado durante el Gobierno de Vicente Fox. 'Si algo me pasa, es culpa del Ejército', había manifestado Digna Ochoa, el 10 de mayo, a su hermano Jesús. El último martes, las cámaras de Diputados y Senadores guardaron un minuto de silencio por el último trofeo de la impunidad prohijada durante 71 años por las cloacas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), derrotado el 2 de julio de 2000 por el empresario Fox y su partido, el conservador Partido Acción Nacional (PAN). 'Tampoco espero nada de este Gobierno', declaró Rosario Ibarra, presidenta del Comité Eureka.

El jurista Lamberto González, integrante del despacho en el que Digna Ochoa, de 37 años, trabajó hasta el día de su muerte, compartió con la prensa las premoniciones de su compañera, defensora de zapatistas presos, de campesinos alzados contra el caciquismo o acusados de narcotráfico, de guerrilleros o de viudas de desaparecidos. 'México está lleno de sótanos del poder público', le dijo a González, 'de espacios ocultos, de organismos encargados de recabar información y ejecutar los trabajos sucios. Son ellos los que me están cercando'. La abogada se sentía torturada psicológicamente, acechada por mafias en libertad.

Los temores de la mujer que se ordenó monja a los 24 años y regresó el pasado año a la vida seglar no eran infundados. El 28 de octubre de 1999 alguien se le acercó en la azotea de su casa y le tapó la boca. Perdió el conocimiento, y al volver en sí estaba en una casa desconocida con los ojos vendados. Durante nueve horas, dos hombres la interrogaron sobre las actividades y refugios de dos grupos guerrilleros residuales y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), sublevado en el Estado de Chiapas desde el primero de enero de 1994. La dejaron atada a la cama de pies y manos y con la espita de una bombona de gas abierta. Dos meses antes le dieron una paliza.

El subcomandante Marcos, líder del EZLN, lamentó el asesinato de Ochoa 'desde las montañas del sureste mexicano'. En una nota escrita en nombre de los ancianos, niños, hombres y mujeres de la organización, Marcos comentaba que 'cuando los luchadores sociales son eliminados, el poder celebra fiestas, luce sus mejores galas y deja caer algunas monedas para que las limosnas compren indiferencia'.

Digna Ochoa había obtenido galardones internacionales como reconocimiento a su trabajo en favor de los derechos humanos y por sus pesquisas contra funcionarios de las fiscalías mexicanas y de las fuerzas armadas sospechosos de haber consentido o participado en graves delitos.

La palabra de Fox

Desde hace más de diez años no se asesinaba en México a un activista tan sobresaliente. El Gobierno de Fox había empeñado su palabra en la lucha contra la impunidad, pero, según las organizaciones de derechos humanos, el asesinato y la amenaza dejada junto al cadáver de la activista demuestran la inexistencia de mejoras reales. 'Demuestra claramente la confianza de los responsables en que nunca serán procesados', señaló un portavoz. Amnistía Internacional sostiene que si las autoridades anteriores o las actuales hubieran tomado las medidas adecuadas, investigando exhaustivamente las amenazas recibidas y transmitiendo un mensaje de firmeza a los delincuentes, la vida de la abogada se hubiera salvado. Nada de eso ocurrió, y ahora peligran quienes trabajaban con ella, especialmente las abogadas Pilar Noriega y Bárbara Zamora, según ese organismo. Pilar lloraba el día de la muerte de Digna Ochoa y se preguntaba: '¿Por qué la dejaron sola?'.

No obstante, el presidente Fox, mediante una nota de prensa fechada el 22 de octubre, condenó 'de la manera más enérgica el asesinato de la defensora de los derechos humanos'. El escrito agregaba que el Gobierno federal apoya a las autoridades competentes del Distrito Federal (Ciudad de México) para que se investigue el crimen 'hasta sus últimas consecuencias'.

Al día siguiente de su asesinato, la abogada veracruzana tenía previsto acudir al penal de alta seguridad de Almoloya para hacerse cargo de la defensa de dos hermanos vinculados a un atentado con explosivos contra sucursales bancarias, reclamados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP) en agosto. En septiembre del pasado año, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF, fiscalía), trasladó el expediente de siete amenazas a la Procuraduría General de la República (PGR) (Fiscalía General). Ningún resultado hasta ahora, según el presidente del Prodh, Edgar Cortés. Las amenazas obligaron a Digna Ochoa a salir del país durante varios meses. 'El crimen se ha convertido en el asunto más delicado y espinoso que enfrenta el Gobierno de Fox a lo largo de los diez meses que lleva', opinó el analista Francisco Cárdenas. 'De no prosperar las investigaciones', agregó, 'el Ejecutivo sucumbirá en una crisis de credibilidad y confianza'.

Digna Ochoa posa en Washington en la presentación del libro <i>Dile la verdad al poder.</i>
Digna Ochoa posa en Washington en la presentación del libro Dile la verdad al poder.AP

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