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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Terrorismo y 'jihad': la amalgama a evitar

¿Que pasó el día 11 de septiembre de 2001? Pues los americanos, dueños del mundo, se dieron

cuenta de que pertenecían al resto del mundo. Se despertaron de repente y se preguntaron: ¿qué hemos hecho? ¿Por qué tanto odio? Esta inocencia, de repente, dejó lugar a un estupor y un miedo hasta entonces desconocidos en Estados Unidos.

La visión del mundo cambió. Con mucho coraje, el presidente Bush habló hace unos días, y por primera vez en la historia, de un Estado palestino al lado del Estado israelí. Entonces, cualquier apoyo en el mundo árabe-musulmán a este acto siempre injustificable que fue el ataque a las Torres Gemelas por el apoyo unilateral e injusto a la política israelí de provocación continua no tiene ya el más mínimo ápice de justificación.

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Y de repente entró en la boca de todo el mundo la palabra jihad, traducido rápidamente por 'guerra santa'. Es una interpretación limitada del sentido real de jihad darle el sentido de guerra santa, cuando es una lucha contra sí mismo, un 'esfuerzo'. Pero el jihad no es uno de los cinco pilares del islam (profesión de fe, limosna, ayuno durante el Ramadán, oración y peregrinaje a la Meca).

El jihad es el 'esfuerzo en el camino de Dios', y debía aparentarse a una guerra solamente para causas religiosas, no políticas.

En contados casos es una guerra contra los enemigos que atacan al islam y sus lugares santos (la Meca o Jerusalén). Otra vez, en un caso de legítima defensa. No es, en ningún caso, un atentado contra civiles inocentes.

El profeta Mahoma entró en guerra para defenderse y defender la comunidad de los creyentes en una guerra para la supervivencia del islam, y su posterior expansión se hizo entonces pacíficamente. Y cuando llegó el islam hasta Francia, pasando por España durante ocho siglos, todos reconocieron que el islam trajo más progreso que destrucción. Y las religiones del libro vivieron en paz bajo la soberanía del islam.

El profeta Mahoma, a la vuelta de una expedición militar, declaró: 'He vuelto del jihad pequeño para adentrarme en el jihad grande, el esfuerzo del ánima'. El rey Mohamed V, a la vuelta de su exilio tras la independencia de Marruecos, dijo que se acababa el pequeño jihad para el gran jihad, que era la lucha contra el subdesarrollo.

Esto da una dimensión bien diferente al jihad de una guerra santa... Se trata entonces de evitar la trampa de los terroristas al declarar una guerra del islam contra Occidente. Aparte del jihad, tenemos el ijtihad, que es la misma raíz (jihad en-nafs), pero insiste en un aspecto reflexivo, de esfuerzo hacia uno mismo, un esfuerzo continuo e intenso de autocrítica y de reflexión con el propósito de eliminar el miedo de sí mismo, y así el miedo a los otros.

Tanto el jihad como el ijtihad son palabras que aparecen en el Corán, y una vez más insistiremos en decir que el Corán no se traduce correctamente, ni se explica del todo: es el misterio de su inimitabilidad.

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