'Cada vez que actúas empiezas desde cero'
Un hombre que maltrata a su mujer y hace de la convivencia un infierno de miedos y violencia. Ése es el personaje que interpreta Sergi López (Vilanova i la Geltrú, Barcelona, 1965) en Sólo mía, el primer largometraje de Javier Balaguer que se proyectó ayer en la Semana de Cine de Valladolid, y al que ha interpretado sin llegar a entender.
'Cuando veo a alguien actuar en teatro me dan ganas de matarlo y subirme al escenario'
'Es una historia rasgada, sin artificios ni concesiones, honesta', asegura López, que se la va a recomendar a amigos y amigas, convencido de que no van a salir del cine sin tener algo que decir. El actor, reconocido y premiado en Europa, acaba de terminar el rodaje en Francia de La curva de la felicidad con su descubridor para el cine, Manuel Poirier, y comienza en noviembre su primer trabajo en inglés, con Stephen Frears. Se le nota que está encantado de la vida y no sólo de lo que está pasando ahora. Pero va más allá y afirma: 'Siempre he tenido la sensación de estar viviendo la mejor época de mi vida'.
Intenta quitar importancia o relativizar el hecho de que ha rebajado su caché para trabajar en Sólo mía, un proyecto que no quería hacer, pero que le enganchó de tal manera, le mareó tanto la cabeza, que le acabó convenciendo, una vez más, de que la intuición es el camino que él tiene que seguir. 'Por la poca experiencia que tengo, los cachés nunca son fijos, dependen de la producción. Mi caché es verdad que quizás ha sido menor, pero creo que el del resto de mis compañeros también. Javier Balaguer me pasó el guión, lo leí y me enganchó, pero le dije que este año sólo quería hacer una película, que era la de Poirier. Pero si alguna cosa tiene Balaguer, además de dirigir bien, es que es muy tenaz. Se presentó hasta en mi pueblo y sin avisar. Es verdad que, aunque yo no quería hacer más películas, me daba vueltas por la cabeza, pensaba que si no la hacía quizás me arrepentiría'.
En Sólo mía, Sergi López interpreta a Joaquín, un exitoso creativo publicitario, recién casado con una secretaria de su propia empresa, Ángela, que interpreta Paz Vega, que se vuelve agresivo y violento y comienza a maltratar a su mujer psíquica, física y sexualmente. Pero así, sin más. Sin concesiones al alcoholismo, al paro o a una infancia desgraciada.
Bien es verdad que los malos son atractivos por su transgresión, dice el actor, pero Joaquín es algo más que malo, provoca un rechazo sin paliativos. 'A pesar de que es verdad que es un personaje execrable, que no le cae bien a nadie porque es el origen del problema, aun así creo que para un actor es muy atractivo. Justamente porque tiene algo de incomprensible, y sin embargo se aguanta muy bien. Tenía un montón de dudas respecto a Joaquín, que sigo teniendo. ¿Cómo se traspasa la barrera de dar esa primera bofetada? Aunque se habla mucho de que el maltrato psicológico puede ser tan duro como una bofetada, yo tengo dudas. Sé que hay gente que pasa a las manos, que se pega por mil razones, pero aún hoy no lo entiendo. Es verdad que Joaquín es la bestia de la película, pero intentamos que no fuera una máquina. Ves que Joaquín sufre y mucho, que no es sólo una máquina de pegar, intuye que hay algo que no controla y que se le va de las manos, que no sabe cómo amar'.
Lo que está claro es que es curioso que se pueda interpretar algo sin entenderlo. Y ahí está la valentía o el riesgo o la locura de un actor como Sergi López, que tiene guiones de todo el mundo esperándole en la mesilla, para atreverse con este proyecto. 'No digo que sea bueno o que siempre sea así, pero está claro que puedes no entender nada y actuarlo todo. La fuerza de la película es que no quiere dar respuestas. ¿Por qué la gente se pega?, ¿por qué hay maltratos? Más que respuestas lo que concita son preguntas y hace hablar, y esto es muy vital. No sé si la película va a gustar o no, pero sí que va a tocar. No puedes salir de verla sin tener algo que decir. Incluso las parejas que no se pegan. Tengo ganas de ver cómo las parejas van a ver esta película y quién se reconoce en qué'.
Claro que tenía miedo, y sobre todo a las escenas violentas. 'En la segunda semana de rodaje se rodaron todas las palizas. A mí me gusta que las cosas sean creíbles y en este caso tenía que haber mucha energía y agresividad, y me daba miedo porque no me siento especialmente a gusto. Pero, una vez pasado esto, le dije a Javier: 'Tú tranquilo, que yo ya he pasado lo peor'.
Lo que sí ha confirmado con Sólo mía es que él es un actor que sólo se puede agarrar al guión. 'Soy poco cinéfilo y tengo pocas referencias de los directores y los actores, pero, aun teniéndolas, no quiero trabajar a cualquier precio. Siempre me he dejado guiar por la intuición, por la primera lectura. Cuando un guión te engancha, lo notas enseguida'.
Y había historia en Sólo mía, a pesar de reflejar una dolorosa realidad y tener una carga social evidente. Por ello, el intérprete de Harry, un amigo que os quiere, otro psicópata por el que obtuvo el César al mejor intérprete masculino en Francia el año pasado, se siente orgulloso de que este filme, que vio ayer por segunda vez en Valladolid con su mujer, no se quedara en un simple spot publicitario de denuncia de los malos tratos, siendo tan realista.
Sergi López acaba de reencontrarse con Manuel Poirier, el realizador con el que conoció el éxito en 1997 con Western y el que le abrió las puertas del cine. ¿Cómo ha sido su reencuentro? 'Hostia, impresionante. Nunca nos hemos dejado. Somos muy amigos y estamos muy en contacto. Pero este rodaje ha sido el rodaje hasta la fecha más bonito de mi vida. Ha sido muy emotivo'. La película se titula La curva de la felicidad, se ha rodado el Francia y habla de lo que les pasa a los hombres y las mujeres cuando llegan a los 40 años, en la que uno se plantea lo que ha hecho hasta ahora y lo que le queda.
Él no ha llegado a los 40 y de momento no ha hecho balance, pero sí ha reflexionado sobre ello. 'Me doy cuenta de que siempre he tenido la sensación de vivir la mejor época de mi vida. Me acuerdo de estar en el cole de pequeñito y pensar 'qué bien me lo estoy pasando y cuando vaya al instituto todo va a ser un rollo'. Luego en el instituto, nuevos amigos y amigas, y pensaba 'voy a tener que empezar a currar'. Luego, con el mogollón de curros distintos que hice, de barman, en la vendimia, vendiendo helados, colgando carteles, repartiendo o cuidando perros y niños, estaba contento porque tenía algo de dinero para tabaco y para salir con los amigos. Me decía 'ya verás cuando tengas que concretar algo, un trabajo fijo'. Luego me salió el teatro y 'hostia que suerte, estoy haciendo teatro', tenía una furgoneta, unos focos, una obra que habíamos hecho nosotros. Luego me salió el cine, primero una película, luego otra. O sea, estoy encantado, pero también lo estaba antes'.
Pero no todo puede ser perfecto. Y su espina es el teatro, escenario al que no ha vuelto desde hace tres años. Por ello, siempre habla de sus planes teatrales, aunque, de momento, no se concrete ninguno. 'Es posible que lo haga el año próximo. Estoy trabajando en un espectáculo en solitario, un proyecto pequeño. Me lo planteo casi como terapia. Cada vez que veo a alguien actuar en teatro me dan ganas de matarlo y subirme al escenario'.
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