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Entrevista:NILOUFAR PAZIRA | ACTRIZ Y PERIODISTA AFGANA | 46ª SEMANA INTERNACI0NAL DE CINE DE VALLADOLID

"Somos tan víctimas de los talibanes como de la doble moral de Occidente"

Elsa Fernández-Santos

Niloufar Pazira (Kabul, 1973) abandonó Afganistán con su familia en 1989. "Nos fuimos porque la guerra civil se acercaba a Kabul y el entonces Gobierno comunista llamaba a filas a los jóvenes. Un día, mi hermano de 13 años llegó a casa con el uniforme de soldado. Mi padre, que odia a los militares, decidió que abandonábamos el país inmediatamente. Nos fuimos a Pakistán. Allí permanecimos un año hasta que nos instalamos en Canadá, donde me gradué en el instituto y estudié en la universidad Periodismo y Filología".

Niloufar Pazira, hija de un médico y de una profesora de literatura persa, es la protagonista de Kandahar, la película iraní que ayer inauguró la 46º Semana Internacional de Cine de Valladolid. Basada en una experiencia personal de la actriz y periodista, la película narra el viaje por Afganistán de una mujer que vuelve a su país para impedir el suicidio de su hermana. 'Cuando abandoné Afganistán dejé allí a mi mejor amiga. Seguimos en contacto a pesar de que yo vivía en Canadá. Después de la llegada de los talibanes al poder en 1996, recibí una carta de ella en la que me hablaba de su terrible situación, sufría una fuerte depresión, no la dejaban ir a trabajar, no la dejaban hacer nada. Se volvía loca. Dejé de recibir noticias suyas y decidí entonces ir a buscarla. Viajé a la frontera con Irán, pero yo sola no iba a ninguna parte. Conocía, por mi trabajo como reportera, la famosa escuela de documentalistas iraníes y contacté con Mohsen Makhmalbaf, uno de sus grandes directores, que ya había hecho una película maravillosa sobre los refugiados afganos. Le pedí que me acompañara con una cámara a buscar a mi amiga, le sugerí que podía ser un buen documental, pero me dijo que no le interesaba. Me volví a Canadá desesperada; tenía el privilegio de vivir en el lado fácil del mundo pero era incapaz de salvar a una sola persona que vivía en el lado difícil. Mi amiga finalmente huyó de Kabul, me escribió y, más o menos, su situación mejoró. Cuando todo parecía olvidado, hace poco más de un año, Mohsen Makhmalbaf me llamó a Canadá: quería rodar una película sobre aquel viaje a Afganistán'.

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Aquella búsqueda de una amiga (una hermana en el filme) es hoy una película rodada en el desierto de Afganistán con actores no profesionales. Niñas desesperadas ('yo podría haber sido una de ellas', dice Niloufar Pazira); un ejército de tullidos ('en Afganistán quedan desde la guerra civil 10 millones de minas antipersonas') y mujeres que deambulan envueltas en burkas (el manto obligatorio con el que se cubren las afganas). 'Al mirar a esas mujeres se percibe cierta armonía estética, pero en el interior sólo está la asfixia'.

Niloufar Pazira, una mujer de espectaculares ojos verdes, llegó ayer a Madrid desde Nueva York ('con mi pasaporte canadiense no tengo problemas en Estados Unidos; no quiero pensar lo que sería de mí sin él'). Hace dos días se proyectó la película en la Universidad de Columbia. La sala no tuvo aforo suficiente para los cientos de neoyorquinos que querían entrar. El anuncio de que el filme había sido enviado por una asociación pro derechos humanos a la Casa Blanca aumentó la expectación. Kandahar, según publicó esta semana Le Monde, ha logrado una distribución en EE UU insólita para una película iraní. Según Le Monde, la película se proyectó el lunes en la Casa Blanca.

'Es indecente cómo los medios estadounidenses están explotando la imagen de las mujeres con burka', afirma Pazira. 'Los derechos de las mujeres y los niños afganos no se respetaban desde hace años, desde mucho antes de la llegada de los talibanes. Después del 11 de septiembre hay una fascinación casi sensacionalista por la mujer afgana, utilizan su imagen para demonizar al régimen de los talibanes. Son prisioneras, y ellos, los machos occidentales, van a liberarlas. No se libera a nadie con bombas. Con bombas inteligentes. Parece un chiste que roza el mal gusto. Yo no quiero elegir entre terrorismo y guerra. Bin Laden y Bush dicen lo mismo: o conmigo o contra mí. Bush dice a la comunidad internacional que o le apoyan o serán considerados enemigos de Occidente. Bin Laden quiere obligar a los islámicos a elegir entre su guerra santa o la muerte. Son dos fascistas que quieren imponer su violencia al resto de la humanidad. La situación de las mujeres ni les importa ni les ha importado nunca. Pero ahora lo están instrumentalizando. Somos víctimas de los talibanes y de la doble moral occidental, de su hipocresía. La situación de las mujeres en Arabia Saudí no es mucho mejor que en Afganistán, pero eso lo olvida todo el mundo. Los norteamericanos no quieren conocer el contexto de esta guerra. En Estados Unidos no hay diálogo alguno, han demonizado a los talibanes y no quieren conocer las razones. Huyen de los matices. No quieren saber que las mujeres afganas no quieren ser presas de unos, ni ser liberadas por otros. Quieren ser ellas mismas, y para eso, si las dejan, se bastan solas'.

Niloufar Pazira, en Valladolid.
Niloufar Pazira, en Valladolid.MABEL GARCÍA

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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