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El municipio permite una demostración de Greenpeace en la plaza de la Villa

Los ecologistas montaron unos paneles solares y fotovoltaicos

Antonio Jiménez Barca

Una decena de integrantes de la organización Greenpeace aparcó ayer una furgoneta en la plaza de la Villa. Se desplegaron con rapidez y, en silencio, colocaron unos paneles solares. 'Parecían comandos', comentó un funcionario demasiado influido por las noticias de Afganistán. El sigilo y la rapidez estaban justificados: el Ayuntamiento había denegado el permiso. Pero la sangre no llegó al río. Ni siquiera actuó la policía. Y hasta el edil de Medio Ambiente se sumó al acto, que terminó con un té calentado al sol.

El grupo ecologista Greenpeace había solicitado permiso a la Delegación del Gobierno para montar en la plaza de la Villa unos paneles solares y fotovoltaicos a fin de demostrar la eficacia y la limpieza de la energía solar. La Delegación del Gobierno desvió la pelota al Ayuntamiento, que denegó el permiso correspondiente. 'La plaza de la Villa se reserva para actos institucionales', advirtió el concejal de Centro, Carlos Martínez Serrano.

Pero los ecologistas no se arredraron y acudieron ayer a la convocatoria. Media docena de policías les esperaba con instrucciones de no intervenir. Un batallón de periodistas aguardaba un posible rifirrafe de los agentes municipales con miembros de Greenpeace, ataviados con un mono naranja. El portavoz municipal del PSOE, Rafael Simancas, y la portavoz adjunta, Cristina Narbona, presenciaban el acontecimiento, listos para denunciar si la policía actuaba. Izquierda Unida retrasó una rueda de prensa por el mismo motivo.

Pero no ocurrió nada. Un policía invitó a los ecologistas a ponerse en otra parte de la plaza. 'Es que ahí no hay sol', le replicó uno de los convocantes. Ante tal argumento, y viendo de reojo los paneles solares, el agente solicitó instrucciones a sus superiores.

La teteraAdemás, en menos de 10 minutos, los ecologistas habían montado los paneles y puesto a hervir una tetera para invitar a la ciudadanía a brindar por las energías alternativas. A todo el que pasaba o preguntaba le explicaban las virtudes económicas y medioambientales de la energía solar.

Todo discurrió pacíficamente. Cristina Narbona aprovechó para recordar que el PSOE propondrá hoy en el pleno medidas para apoyar este tipo de instalaciones en la capital. Entonces apareció el concejal de Medio Ambiente, Adriano García-Loygorri, para recordar a su vez que el Ayuntamiento también subvencionaba ese tipo de energía. Los ecologistas invitaron a té al concejal, y éste aceptó.

El único incidente vino de otro sitio: un policía retiró una bicicleta mal aparcada de un joven. 'A ver quién me paga el candado si se ha roto', protestaba el chico. 'Es que usted ahí no puede aparcar, ni con bicicleta ecológica ni con helicóptero', le replicó el agente.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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