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Ciudad ponzoñosa

Acabo de leer el libro que ha escrito Jesús Mota con el sugestivo título Aves de rapiña, en el que se narran algunas de las maniobras realizadas desde el gobierno y el Partido Popular para consolidar un poder económico que, o les sea afín, o al menos suficientemente dócil.

Algunas de las cosas que allí se narran ya me eran conocidas, e incluso, si se me apura, las había vivido más o menos directamente (concentración azucarera, maniobras en el sector eléctrico, CTC, fusiones eléctricas...) por lo que no se descubre nada que yo no hubiera sabido. Ahora bien, una cosa es conocer las cosas y otra es verlas enlazadas y formando parte de estrategias para perpetuarse en el poder, rompiendo cualquier esquema de juego limpio que haga posible la alternancia política. Y tengo que decir que al ver todas esas cosas en conjunto he sentido una sensación de espanto.

En fin, la lectura me hizo reflexionar sobre cuáles eran las maniobras que se utilizaban por parte del PP, que parecen más propias de tahúres y mafiosos que de políticos democráticos. Nada de ello me debía extrañar porque eran prácticas que en estas tierras se están poniendo en práctica constatemente y, si se me apura, de una manera un tanto más burda, que en el País Valenciano, a pesar de las apariencias, 'manca finezza', como dijo Andreotti de la vida política española.

La primera maniobra consiste en tejer una tupida malla de medios de comunicación encargada de acallar cualquier crítica hacia los populares y agrandar los problemas de la oposición. Por supuesto la publicidad institucional se desviará generosamente hacia esos medios, mientras que todos aquellos que osen reflejar alguna crítica hacia el poder, serán condenados a las penas del infierno, es decir, que no verán en sus páginas, ni por asombro, un solo anuncio aunque sea por palabras pagado con dinero público administrado por el PP.

Para llevar a cabo la maniobra de perpetuarse en el poder, deberán en segundo lugar, acallar eso a lo que tanto apelan quienes se autodenominan 'liberales' y que acostumbran a llamar 'sociedad civil'. Basta para ello tirar del cajón del dinero público o de la información privilegiada para transmitir el mensaje de que si algún papel le queda a la sociedad civil es precisamente el de loar las glorias del presidente Zaplana, o, cuanto menos, el de permanecer silenciosos ante sus frecuentes yerros. El mecanismo de la subvención resulta muy apropiado para ello, pero para quien se muestra insaciable ante una subvención -que a veces resulta que procede de fondos europeos y hay que dar cuenta de ello- siempre se le ofrece un negocio colateral que pueda compensar los silencios ante decisiones del poder que puedan ser negativas para determinados intereses. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de cómo se oyen los silencios de quienes antes estaban a la cabeza de cualquier reivindicación -sin ir más lejos, el trazado del AVE, en Alicante - y sería de interés averiguar el porqué a algunos organismos, como por ejemplo, alguna Cámara de Comercio, sólo se les oye protestar contra la alternativa del PSOE al Plan Hidrológico, mientras callan muchas otras cosas.

Y no se me diga que no hay razones para protestar, porque si quieren les ofrezco algunos ejemplos y les invito a que reflexionen sobre cuál hubiera sido la postura de algunos si los gobernantes hubieran sido de otro color. Piensen si no en la tan llevada y traída Ciudad de la Luz de Alicante que, por si algunos no lo recuerdan, fue un capítulo en el programa que Diego Such -al que tal vez algunos también recuerden- llevó a las elecciones de 1991 -¡hace ya más de diez años!-, que todavía sigue sin iniciarse cuando fue presentada a bombo y platillo hace un par de años en un acto en el Club de Regatas de Alicante, que Dios sabe cuánto nos costaría, que luego pareció reconventirse en la Ciudad del Cine, y que al final parece ser que pretende convertirse en un negocio vinculado a que Paramount entre como accionista en Terra Mítica. Pero, por Dios ¿es que ya no queda nadie que ponga el grito en el cielo ante tanta manipulación?

Dicen que toda política se compone del palo y la zanahoria, como si los ciudadanos hubieran de ser dirigidos como animales, pero al fin y al cabo, si alguien no se conforma con las prebendas que se le ofrecen desde el poder, entonces, ¡duro con él! Hace no mucho un vicepresidente del Consell me decía que ellos eran perros de presa que contestaban de forma violenta cuando alguien manifestaba algo que no les satisfacía, y así la próxima vez se tentaría las ropas quien osara criticar al PP. No puedo ocultar que me llamó la atención esa manifestación, no porque no supiera que así actuaban, sino porque hubiera en el campo de la política democrática quien se vanagloriara de ser intolerante y hasta violento, aunque la violencia sea hasta ahora solamente verbal.

Pero de ello ya saben mucho los miembros de la oposición, que están acostumbrados a ser víctimas, sea de respuestas intempestivas, sea de descalificaciones personales y aún de dossieres trucados cuando empiezan a resultar incómodos para el poder de los populares.

Otro de los sistemas, más propios de las técnicas de Goebbels que de los modernos expertos en marketing, es repetir hasta la saciedad una afirmación para que así parezca que es real. Ya se sabe que en esta sociedad mediática repetición equivale a comprobación, pero aunque eso parece que es así, es que ya se pasan. Cuando oigo a Arenas repetir que el PP es incompatible con la corrupción me entra tal ataque de risa que estoy por llamarle e invitarle a hacer esas manifestaciones en Alicante, sin ir más lejos. Cuando se publican las cosas que se publican; cuando hasta ciudadanos honorables alejados de la política manifiestan en la prensa que aquí hay a quien les llaman Luis XV o Juan XXIII por las comisiones que piden; cuando los humoristas, que vienen en verano se dedican a hacer chistes con el nombre del penúltimo rey Borbón de Francia (antepenúltimo si contamos con Luis XVIII); cuando todo un vicepresidente de las Cortes Valencianas, del PP por cierto, llama la atención sobre el injustificado incremento del nivel de vida de algunos cargos públicos en Alicante, y no pasa nada es que aquí han triunfado -espero que sólo momentáneamente- todas esas tácticas encaminadas a perpetuarse en el poder que han puesto en marcha desde el Partido Popular.

Y, ¿qué quieren que les diga?, a mí eso me parece preocupante, preocupante que la sociedad no reaccione, pero más preocupante aún que desde la oposición no se dé respuesta. Precisamente en el Ayuntamiento de Alicante ha habido una valiente iniciativa encaminada a indagar presuntas irregularidades en el área de cultura, a la que doy la bienvenida. Pero ¿no habría sido también oportuna una iniciativa que invitara al alcalde y a los concejales afectados a dar una explicación -que posiblemente la habrá- sobre el incremento de su nivel de vida, que ha sido denunciado? Porque no nos equivoquemos, aquí no sólo está en juego el buen nombre del alcalde o los concejales, sino el de toda una ciudad, que o existe una explicación convincente, o terminarán llamándola como en una novela de Dashiell Hammet La ciudad ponzoñosa.

Luis Berenguer es eurodiputado socialista.

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