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XXII MOSTRA DE VALÈNCIA

Entran en competición dos películas norteafricanas

A la sección oficial de la Mostra llegaron ayer dos filmes de la cinematografía del norte de África, muy habitual en ediciones anteriores del festival pero que este año tiene una representación menor. Poco conocido en nuestro país, el cine tunecino y el egipcio se topan en la Mostra con la escasez de referentes históricos para entenderlos plenamente.

Ese es uno de los inconvenientes más importantes que se aprecian en No Man's Love, de Nidhal Chatta, uno de los representantes de la nueva ola del cine tunecino. Hay en su estructura un intento de asimilación del lenguaje cinematográfico europeo, sobre todo de la obra de Wim Wenders y Alain Tanner, pero la excesiva carga literaria de unos textos que sirven como hilo conductor para desarrollar la historia de un submarinista atormentado convierten la imagen, pilar fundamental de la expresión cinematográfica, en subsidiaria. Parece que Chatta haya equivocado su vehículo de expresión artística, pues a la poesía de una voz en off muy trabajada se unen unos planos excesivamente prosaicos en peligroso contraste entre lo que se cuenta y la manera de narrarlo.

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Mucho más clásica es la narración de la egipcia Asrar el Banat, de Ahmed Ali. Tanto que recuerda a esos folletines que se ven de cuando en cuando en la televisión egipcia por las plataformas digitales. Los problemas de una adolescente que da a luz a un niño de padre desconocido después de una relación sexual incompleta apuntan, en el filme de Ali, hacia una aguda disección de la sociedad musulmana. Pero los propósitos iniciales, centrados en el tema de la ocultación social del embarazo de una menor y la ablación como forma de represión de los impulsos sexuales, se traducen en la pantalla en una aburrida sucesión de flash-backs teñidos de color amarillento que sólo ilustran, y nunca explican, los conflictos personales de sus protagonistas. Por todo ello, su resultado es plomizo, pese a sus buenas intenciones.

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