'Bin Laden es el hijo extraviado de la versión saudí del islam'
Su padre, el jeque Abdesalam Yassin, de 73 años, hace ya más de un año que ha renunciado a dar entrevistas porque 'se dedica a la oración, a la meditación, a la lectura y a recibir a hermanos musulmanes' con los que no pudo reunirse durante sus largos años de cautiverio en tiempos de Hassan II. Al fundador de Justicia y Espiritualidad, el más influyente de los movimientos islamistas de Marruecos, le sustituye su hija, Nadia Yassin, de 42 años, quien desde hace tiempo actúa como portavoz de hecho de esta formación tolerada por el poder, pero no legalizada.
Mera casualidad o, acaso, puesta en escena para convencer al forastero de paso de la especificidad del islam marroquí, al lado de Nadia Yassin está sentada Saadia Kassid, una joven farmacéutica, la primera mujer elegida, junto con ocho hombres, en la dirección del llamado Círculo Político, considerado como el embrión de partido que podría algún día crear Justicia y Espiritualidad. Kassid no sólo asiste a la entrevista, sino que apostilla, a veces, los comentarios de su correligionaria.
'Los norteamericanos son unos cobardes. Si de verdad quieren cazar a Bin Laden y a sus secuaces, que sus tropas pongan pie a tierra y que vayan por ellos'
'Las monarquías del Golfo han sido protegidas por EE UU, que veía en ellas un muro de contención frente al comunismo'
'Si las próximas elecciones fueran libres, no le quepa la menor duda de que ganaríamos por goleada... La respuesta sería una solución a la argelina'
Pregunta. ¿Qué sentimientos le inspiran los atentados del 11 de septiembre?
Respuesta. Por un lado, una condena sin paliativos; por otro, la sensación de que Osama Bin Laden nos ha jugado una mala pasada. Para aquellos, como nosotros, que preconizamos la no violencia, para la gran mayoría de los 1.300 millones de musulmanes que hace una lectura moderada del Corán, lo sucedido nos perjudica. Es un golpe duro porque algunos en Occidente intentarán hacer la amalgama entre nosotros y Bin Laden. Lo es también porque cada vez que un musulmán se atreva a criticar a Estados Unidos o a Occidente, se le señalará con el dedo como un aliado de Bin Laden.
P. Pero Bin Laden es musulmán, es piadoso, es...
R. Y Franco también pertenecía al mundo cristiano. Seamos serios. Bin Laden es el hijo extraviado de la versión saudí del islam. Ha traicionado a su fe. Y el wahabismo es beligerante, rígido, reductor, simplista, etcétera. Su lectura del Corán es miope. Se sitúa en el otro extremo de nuestra interpretación universalista del mensaje del islam.
P. Los saudíes no propugnan el terror.
R. Por supuesto. Pero, repito, hacen una interpretación extremista de los textos sagrados. Una interpretación asumida por Ibn Saud [fundador de la moderna Arabia Saudí en los años treinta y padre del actual monarca] y sus sucesores para legitimar sus monarquías, su poder. Y los extremismos engendran su propia destrucción. Engendran a sus Bin Laden. Es como una fatalidad. Como ya decía el Profeta, los extremistas son los perdedores.
P. Los saudíes son también los aliados de Estados Unidos.
R. Digamos más bien que las monarquías petroleras del Golfo han sido protegidas, mimadas por una superpotencia que veía en ellas, en el islam que practicaban, el mejor muro de contención frente al comunismo, además de la garantía del suministro barato de energía. Ni EE UU ni sus protegidos sospechaban que acabaría teniendo el efecto bumerán al que estamos asistiendo. Occidente tiene, por tanto, una gran parte de responsabilidad en lo que está sucediendo.
P. Esa lectura simplista y rigorista del islam que hacen los saudíes no se corresponde, después, con la relajación de costumbres detrás de los muros de los grandes palacios.
R. Así es. Hay que diferenciar entre el wahabismo, que es una interpretación y una jurisprudencia, que puede o no gustarnos, y un régimen corrupto. A su manera, Bin Laden denuncia ese abismo entre lo que le han enseñando y lo que ve cada día. Con su metralleta no sólo apunta a EE UU, sino a la hipocresía de algunos gobernantes saudíes.
P. El mensaje de Bin Laden sintoniza, sin embargo, con los sentimientos de muchos árabes.
R. Para el hombre de la calle Bin Laden es un héroe. Las razones de Bin Laden se pueden compartir. No así su razonamiento y su actuación. Las razones son el aplastamiento de los musulmanes en Palestina o en Irak, la transformación de la ONU en una sucursal del Departemento de Estado y la globalización al estilo de EE UU. La superpotencia hegemónica ni siquiera tolera la excepción europea. Ante esta ola arrolladora se produce un repliegue de los musulmanes deseosos de preservar su identidad. Mientras Estados Unidos persista en su empeño de imponernos su modelo, siempre habrá alguna brigada roja, amarilla o verde que empuñará las armas para tratar de impedirlo.
P. Y ahora se añade una razón adicional al rencor antiamericano, los bombardeos de Afganistán.
R. Los norteamericanos son unos cobardes. Si de verdad quieren cazar a Bin Laden y a sus secuaces, que sus tropas pongan pie a tierra y que vayan por ellos. Para eso no es necesario arrasar un país.
P. Explíqueme en pocas palabras la diferencia entre el wahabismo y el islam que ustedes profesan.
R. El Corán es, por un lado, una respuesta espiritual a las preguntas que se hace el hombre. Cuando se pretende dar también una respuesta a hechos concretos, cotidianos, hay que someterlo a una exégesis sofisticada. Es precisamente lo que nosotros nos esforzamos por hacer.
Mi padre ha fundado en Marruecos una escuela de pensamiento que lee nuestra historia religiosa con un ojo crítico. El islam es una religión fragmentada en la que los sufíes son los que ostentan la mayor parte de la verdad, la vertiente mística de la relación con Dios. Es ahí donde nosotros nos situamos. Frente al islam casi momificado de los wahabitas nosotros hacemos una interpretación más dinámica de los textos sagrados.
P. Los herederos de los místicos sufíes son muy minoritarios en el mundo islámico.
R. Y podríamos serlo todavía más. Recuerdo que cuando era una joven estudiante, entraba en alguna librería religiosa y veía magníficas ediciones de grandes teólogos a precios inalcanzables. Me ofrecían, en cambio, otros libros con buena apariencia y muy baratos, casi regalados. Todos ellos propagaban el islam wahabita, y habían sido subvencionados por las arcas saudíes. Aquellos que los compraron y que no tenían defensas, que no estaban lo suficientemente formados, acabaron asumiendo ese islam petrificado.
P. Arabia Saudí ha exportado su religión.
R. Y, a veces, nos ha contaminado. Con frecuencia se nos ha reprochado a Justicia y Espiritualidad vivir en un circuito cerrado. Es verdad que nos hemos aislado un poco para no ser contagiados por el extremismo. Fíjese qué paradoja: los petrodólares han servido para difundir una versión extremista de la religión.
P. ¿Cómo reorientar al islam hacia un cauce más moderado?
R. Hay que recomponer todos este puzzle fragmentado del islam, lograr la convergencia de estas interpretaciones de nuestra religión para colocar en el centro al sufismo. Nunca me cansaré de decir que sufismo y wahabismo son antagónicos, que la espiritualidad es el antídoto de la barbarie. Es necesario, por tanto, un ecumenismo musulmán para que podamos volver a ser lo que fuimos. Paradójicamente, la globalización puede ayudarnos. Facilita el contacto, el diálogo de una punta a otra del mundo islámico.
P. ¿Hay algún país islámico en el que se puedan inspirar los herederos de los sufíes?
R. No hay ningún modelo. Hay elementos interesantes para seguir de cerca. Le sorprenderá, acaso, que le mencione un país musulman que no es suní, sino shií. La crisis en Asia central arroja una nueva luz sobre la reciente evolución de Irán. La reelección del presidente Jatamí nos demuestra no sólo que el islam iraní opta por la moderación, sino que se convierte en una democracia embrionaria. Irán es un laboratorio interesante.
P. ¿Quiere usted para Marruecos una república islámica de corte iraní?
R. Aunque hayan puesto, a veces, esa afirmación en mi boca, le digo no. Cada país tiene su especificidad, aunque en Irán hay iniciativas aprovechables. Quiero para Marruecos lo que deseen sus ciudadanos. Aunque tras padecer 40 años de despotismo, en Marruecos no tenemos, desgraciadamente, ciudadanos, sino sujetos pasivos, apáticos, casi inexistentes.
P. ¿Qué le parece, entonces, la democracia parlamentaria de corte europeo?
R. No rechazamos en absoluto sus principios. Para nosotros es ante todo una técnica de gestión moderna de sociedades complejas. La democracia, tal y como se entiende en Europa, supone un avance del que queremos sacar partido. Nuestro principal problema es el carácter laico de su sistema político. Han echado a la religión por la borda. No concebimos el laicismo en países mayoritariamente musulmanes.
P. ¿Y qué sucede entonces con las minorías cristianas, judías, etcétera, asentadas en países musulmanes?
R. La ley islámica siempre ha encontrado soluciones para las minorías. Históricamente, las minorías cristianas han vivido mejor en países musulmanes que no al revés. Aunque es verdad que si hubiésemos practicado un islam más auténtico la suerte de las minorías hubiese sido aún mejor. A causa del despotismo político se perdió, a veces, el espíritu tolerante. Por eso surgieron los guetos.
P. En la Europa laica de principios del siglo XXI la minoría musulmana no sufre graves problemas de convivencia ni para practicar su fe.
R. Para acudir a las grandes mezquitas no tienen problemas. Pero Europa no es el paraíso de la libertad religiosa que usted se imagina. Nuestros hermanos expatriados nos cuentan lo difícil que es pertenecer a determinadas comunidades, asociaciones, rezar en determinadas mezquitas más discretas; se quejan de la segregación social y moral que pueden, por ejemplo, padecer en la sociedad francesa.
P. Es la primera vez en mi carrera profesional que recojo el punto de vista de un movimiento islamista de la boca de una mujer.
R. Pues aprovecho para contarle que mi padre otorga a la mujer un papel esencial en la sociedad que ambiciona establecer. La concibe como un socio pleno del hombre. Su último libro sobre la cuestión, Guía para las creyentes, lleva el título de un opúsculo de secta, pero su contenido otorga legitimidad a nuestras reivindicaciones. Es un aliento para nuestra lucha, que ha conseguido ya varios éxitos, como la presencia de Saadia Kassid en la dirección del Círculo Político y que el 20% de los miembros de su shoura [equivalente a ejecutiva] sean mujeres. En él, por ejemplo, sostiene que la era de lo que llama las 'madres conejo', con una enorme prole, ha acabado y que es necesario controlar la natalidad con todos los medios a nuestro alcance, incluida la contracepción. Hace falta también, recalca mi padre, que ojos femeninos lean los textos sagrados y contribuyan a interpretarlos para evitar así algunas desviaciones. Le voy a decir algo que le sorprenderá aún más: la colonización ha tenido aspectos positivos. Ha permitido a la mujer musulmana compararse con la europea y así conocer mejor cuáles son sus derechos.
P. Antes criticaba los bombardeos norteamericanos sobre Afganistán, pero no he visto que, a diferencia de la guerra del Golfo, su movimiento eche a sus militantes a la calle para denunciarlos.
R. Nos hemos encontrado sumidos en un cierto dilema. Por un lado, hay hermanos musulmanes injustamente golpeados en Afganistán y esto requiere una reacción. Por otro lado, sin embargo, estamos empeñados en desmarcarnos de Bin Laden y de sus protectores afganos. Tenga también presente que el Marruecos de ahora no es el de 1991. Hay mucha más pobreza, más descontento, más frustración. Queremos evitar cualquier desbordamiento violento de las manifestaciones. Al final hemos resuelto el dilema sumándonos a la convocatoria de hoy domingo. Rechazamos cualquier violencia.
P. En lo que va de año han sido especialmente cautos, renunciando, por ejemplo, a invadir las playas en verano para rezar, a manifestarse porque no les dejan publicar su prensa, etcétera.
R. No se olvide de que para nosotros lo más importante es construir a través de la educación que brindamos a nuestras gentes. La política es algo accesorio. Si buscasemos el enfrentamiento, nuestros demócratas marroquíes, que se parecen mucho a los demócratas de la Argelia de 1991, no tendrían el menor reparo en recurrir a una solución militar a la argelina. Además, estos últimos tiempos ha aumentado la influencia del Ejército en Marruecos.
P. Todo está peor que hace diez años, nos dice, pero ¿la convocatoria de unas elecciones generales dentro de menos de un año no es un síntoma esperanzador? El rey ha prometido que serán transparentes. ¿Han pensando en presentarse?
R. No se haga ilusiones. Serán como las de antes, con votos comprados y resultados amañados. Por tanto, ni nos vamos a presentar, ni daremos ninguna consigna de voto. El poder no tiene un proyecto para democratizar al país al estilo europeo, ni tampoco para desarrollarlo. Aquí, el poder intenta sortear los obstáculos día a día. Gobierna sin perspectiva.
P. Supongamos que las elecciones son libres y que Justicia y Espiritualidad se presentara. ¿Cuál sería su resultado?
R. No le quepa la menor duda de que la ganaríamos por goleada, y además es fácil de entender. Los hechos han demostrado ya que somos el movimiento, e incluyo a partidos políticos y sindicatos, con mayor capacidad de movilización de Marruecos. Desde las grandes manifestaciones del año pasado hemos incrementado incluso el número de nuestros simpatizantes. Pero, además, el poder ha cometido el error de cálculo de dejar que seamos la única oposición. Ni siquiera se han molestado en inventarse otra, controlada, que compita con nosotros. Tenemos el monopolio de la oposición. Hacia nosotros vienen muchos de los descontentos de este país. Sepa que hay muchos, muchísimos descontentos. Y los que no vienen todavía es porque tienen miedo a las sanciones profesionales o de otra índole que podría acarrearles su adhesión a nuestro movimiento. Pero creo que incluso una victoria electoral debería preocuparnos porque la respuesta a nuestro éxito en las urnas sería, de nuevo, la solución a la argelina.
P. Justicia y Espiritualidad no es una oposición al poder, es una oposición al sistema.
R. Sí, al sistema del majzen, de esa nutrida corte oscurantista que gira en torno a palacio y que se lucra a costa de la gran mayoría de los marroquíes.
P. ¿No le convendría entonces al poder, para alejar la amenaza que representan, prohibirles?
R. ¡Que nos ilegalicen! Nosotros seguiremos siempre siendo no violentos, pero habrá otros musulmanes que en pocos años, puede que en menos de cinco, empuñarán las armas para perpetrar atentados.
Una mujer entre los islamistas
NADIA YASSIN es algo aparte. Basta con entrar en su pisito de Salé, la ciudad gemela de Rabat, para percatarse de la diferencia. La anfitriona lleva, desde luego, el pañuelo islámico sobre la cabeza, lo ajusta incluso antes de someterse a una sesión fotográfica para asegurarse de que no se le escapa ni un pelo, y omite dar la mano a su huésped si es varón. Pero ahí acaban las similitudes. Es su marido, Abdalá Shivani, quien prepara y sirve el té al visitante. Es también él quien escucha sin interrumpir, con una sonrisa complaciente, los comentarios de su esposa. Nada más alejado del comportamiento de muchos hogares islamistas en los que las mujeres permanecen en la cocina, de la que sólo salen para ofrecer la bebida al huésped extranjero. Durante las dos horas de conversación, la hija del máximo líder islamista marroquí bromea, ironiza, se ríe, devuelve las preguntas al periodista, maneja el off the record cuando no quiere ser citada y no rehúye ningún tema, ni siquiera el de la contracepción. Si no fuera por la vestimenta y las constantes referencias al Corán, el periodista podría tener la impresión de estar dialogando con una intelectual izquierdista francesa del posmayo del 68. Nadia Yassin habla un francés perfecto. No en balde, como muchos marroquíes de clase acomodada, Nadia Yassin estudió en el Liceo Francés antes de acceder a la Universidad de Fez (la ciudad donde nació), en la que obtuvo una licenciatura en Ciencias Políticas. 'Me hubiese gustado entonces seguir estudiando, pero las circunstancias políticas me lo impidieron', se lamenta. Ahora ha reanudado, no obstante, el estudio para profundizar sus conocimientos en el islam. Las 'circunstancias políticas' a las que alude es la militancia islamista de su padre, encarcelado varias veces y sometido después, hasta 2000, a diez años de arresto domiciliario. Este inspector del Ministerio de Educación, que llegó a dirigir el centro de formación de sus colegas, había fundado Justicia y Espiritualidad, un movimiento que no reconocía al rey de Marruecos como el Comendador de los Creyentes, tal y como lo estipula la Constitución. Fue durante esos años de cautiverio cuando Nadia Yassin empezó a adquirir protagonismo como portavoz de hecho de la familia y del movimiento. Justicia y Espiritualidad es, probablemente, la única formación islamista cuyo rostro visible es el de una mujer que tampoco ha dudado en echarse a la calle para manifestarse. Por haberlo hecho en diciembre pasado ha sido condenada a tres meses de cárcel. Tanta actividad política no le ha impedido dedicar tiempo a su familia. A los 42 años, la portavoz es madre de cuatro hijos y la pasada primavera tuvo su primer nieto, cuya fotografía exhibe con orgullo.
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