Bien y mal
A un amigo que hacía crítica en una revista literaria le pidieron que pusiera mal un libro sin que se notara que lo ponía mal. Mi amigo pensó que el mejor modo de cumplir el encargo era hablar bien de la obra, pero le devolvieron la reseña insistiendo en que debía ponerlo a parir pareciendo que lo ponía bien. Como necesitaba el dinero, se sentó al ordenador y escribió una primera crítica en la que afirmaba que se trataba de una novela extraordinaria, aunque en esa singularidad radicaba el problema, pues, cuando el lector intentaba alcanzar la médula de la historia, se sentía rechazado por una belleza sin codificar. Tras comparar las aristas de la obra con las del hielo, concluyó que era demasiado buena para conmover. La perfección no es de este mundo
Luego, por experimentar, decidió hacer una segunda crítica en la que afirmaba lo contrario. Dijo, pues, que el libro en cuestión era muy torpe, aunque reconoció que esa torpeza lo acercaba al público. Estamos hartos, aseguraba, de novelas en las que no hay manera de reconocerse, aunque sean inatacables desde el punto de vista formal. La virtud de esta nueva obra mala de Fulano consistía precisamente en su capacidad para llegar al lector ingenuo, que era por otra parte el lector medio. Hay que aplaudir, concluía, este esfuerzo de Fulano por escribir mal, para que la literatura no se convierta en un mero entretenimiento de especialistas.
Envió las dos críticas y le publicaron las dos, una con seudónimo. La experiencia le resultó iluminadora, y a partir de entonces comenzó a poner mal los libros que le gustaban y bien los que le parecían horrorosos. Como ejercicio retórico, me dijo, esta gimnasia no tenía precio, pero es que además consiguió un éxito fulminante. Empezaron a llamarle de los suplementos literarios más prestigiosos, en los que siempre decía lo contrario de lo que se le ocurría. Y las cosas funcionaban. Me aconsejó que escribiera un libro con la misma técnica, es decir, actuando al revés de lo que me pidiera el instinto. El libro salió y tuvo críticas excelentes que parecían malas y críticas malas que parecían excelentes. No es fácil diferenciar el bien del mal ni lo lleno de lo vacío.
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