Historia y aventura
Sin duda alguna, El pacto de los lobos es una película chocante. Lo es porque, a pesar de plantearse con rigor la recreación histórica del siglo XVIII francés, el espíritu que en ella prevalece es el del cine de pura aventura.
Lo es, igualmente, porque, a pesar de contener en su interior incluso una lectura política perfectamente progresista -la inevitabilidad, incluso la necesidad de la Revolución Francesa; la crítica al Antiguo Régimen, que va más allá de las meras palabras para convertirse en el corazón mismo de la trama-, El pacto de los lobos no duda en tirar por la borda cualquier aire de verosimilitud para hacer de los duelos made in Hong Kong el principal resorte para atraer la atención del respetable.
EL PACTO DE LOS LOBOS
Director: Christophe Gans. Intérpretes: Samuel Le Bihan, Vincent Cassel, Emilie Dequenne, Monica Belucci, Mark Dacascos. Género: aventuras históricas, Francia, 2001. Duración: 142 minutos.
Por encima de todo, no obstante, Christophe Gans, su director -su obra anterior es la prescindible Crying Freeman, los paraísos perdidos-, demuestra dos virtudes nada desdeñables.
Narrativa y folletínUna, su poderosa narrativa: a pesar de que la película dura casi dos horas y media, su visión resulta, salvados los estertores y lo sanguinolento de algunas escenas, siempre entretenida.
Dos, su peculiar manera de insertar su filme en una tradición mayor, típicamente francesa: la del folletín, las novelas aventureras, el cine de capa y espada.
Si no teme el cruce entre el rigor cartesiano de la historicidad y la coreografía sangrienta del cine de artes marciales; si no desdeña el peculiar matrimonio entre el cine de brujería y espada y la crítica histórica, y, sobre todo, si no le preocupa que de tanto en tanto lo sorprendan con un poco de gore y vísceras, no lo dude: ésta es su película.
Babelia
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