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LA MOCIÓN DE CENSURA

Mas afirma que Maragall no puede gobernar Cataluña si antes no rompe con el PSOE

El candidato socialista no dio al 'conseller en cap' opción a lucirse como 'delfín' de Pujol

Enric Company

Artur Mas, el delfín designado por Jordi Pujol, buscó ayer su hueco en el debate de la moción de censura para defender la acción del Gobierno del que es conseller en cap, y en eso hizo honor a su perfil de tecnócrata aplicado. Pero lo buscó sobre todo para tener su primer cara a cara preelectoral con Maragall, y ahí el aspirante socialista le ninguneó sin piedad. Maragall vino a decirle que donde hay patrón no manda marinero, que censuraba a un Gobierno presidido por Pujol y no por Mas, y que deseaba debatir su propuesta programática con los grupos parlamentarios. El principal argumento que Mas esgrimió contra Maragall fue que los socialistas catalanes no pueden gobernar Cataluña sin romper antes con el PSOE.

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Desde fuera del hemiciclo

El reglamento permite la intervención de cualquier miembro del Gobierno en cualquier momento del debate de censura, y Mas utilizó esta brecha para abrir la sesión de ayer con una intervención de 110 minutos que perseguía el emparejamiento político con Maragall. Con vistas, claro está, a futuras confrontaciones electorales. Dedicó la mayor parte de este tiempo a criticar las propuestas sectoriales del programa expuesto la víspera por el candidato socialista. Unas por insuficientes, otras por ya previstas por el Gobierno de CiU y otras por utópicas.

Al final, sin embargo, tuvo que ir a parar de nuevo al argumento que utiliza CiU siempre como ultima ratio en todos los debates políticos, y electorales, para descalificar al partido socialista, el del sucursalismo, la dependencia del PSC respecto del PSOE. 'Para gobernar Cataluña se necesita autonomía', afirmó. En réplica posterior fue más lejos todavía y le dijo que sus propuestas no serán creíbles 'hasta que el PSC se separe del PSOE'.

Los 20 minutos de cortesía que Maragall dedicó a Mas tuvieron un punto álgido, de tensión, que ya comenzaba a faltarle al debate, porque Mas había recriminado 'ausencia de pasión' a Maragall, no sin razón, pero lo hizo con su característica frialdad. Y el debate decaía. Pero la descalificación del PSC como partido apto para gobernar Cataluña hizo saltar a Maragall. 'Veo que recurre de nuevo a esta historia que ustedes se han fabricado a su medida. Eso de que hay catalanes buenos y malos, en la que ustedes son los buenos y lo malo todo lo de Madrid, en la que PSOE y PP son lo mismo aunque no lo sean. Y eso se ha acabado'.

El conseller en cap descalificó también al PSC como partido que pueda aspirar a la dirigir la Generalitat por haber participado en los gobiernos del PSOE 'sin hacer una auténtica política en favor de Cataluña'. Eso llevó a Maragall a defender las inversiones y los compromisos de los gobiernos del PSOE para la realización de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, y a aprovechar la ocasión para lanzar dardos contra la renuente implicación de los gobiernos de Pujol en aquel proyecto.

El punto de mayor interés en la intervención de Mas había sido, no obstante, otro que Maragall pasó por alto. Adoptando un tono solemne, Mas cerró su intervención con una oferta de colaboración. 'Usted se ha equivocado al escoger el camino de la confrontación', dijo, 'pero yo le ofrezco el del entendimiento'. Que Maragall no le respondiera debió de ser porque Mas había dicho, también, que ese entendimiento futuro, probablemente para cuando Pujol ya no dirija la coalición ncionalista, debía producirse con los socialistas en posición subsidiaria. 'Cataluña tiene un gran futuro, que pilotaremos nosotros, la gente de CiU: trabajemos para que lleguen años de mayor entendimiento', dijo.

Las intervenciones del consejero de Economía, Francesc Homs, que éste quiso delimitar expresamente a la financiación autonómica, contribuyeron a relativizar el papel de Mas en esa su primera confrontación con Maragall. Homs tiene una larga experiencia como diputado a Cortes, un escenario mucho más exigente y arriesgado que el del Parlament. Y su briosa intervención para defender el acuerdo sobre financiación autonómica de las críticas de Maragall demostró que posee unas tablas parlamentarias que Mas no ha adquirido todavía.

Homs tuvo con Maragall un rápido rifirrafe, en el que adjudicó un cero al candidato socialista porque éste había puesto en cuestión las previsiones de ingresos tributarios sobre los que se basa la mejora de la financiación autonómica. Maragall advierte que esa mejora depende de la evolución de algunos impuestos sobre el consumo, y ahora el consumo está experimentando una tendencia a la baja. Dijo que eso fue también lo que sucedió ya en 1996 con el acuerdo anterior, lo que a su juicio evidencia que el PP ha tenido una gran habilidad para engatusar repetidamente al Gobierno de CiU.

Esta advertencia motivó que Homs, que es abogado y fue alumno de Maragall cuando éste era profesor de economía, afirmara que tendrían que volver a la universidad, aunque esta vez con los papeles cambiados. Su verdadero argumento fue, no obstante, que la recaudación tributaria siempre crece, por muchas crisis que vengan.

CiU arropa a Fernández Díaz

Los diputados de Convergència i Unió (CiU) tuvieron que aplazar la charla y el café de la tarde para complacer al presidente del grupo del Partido Popular (PP), Alberto Fernández Díaz, y escuchar íntegramente su intervención. La dirección del grupo de CiU dio instrucciones muy claras a los diputados del grupo para que se quedaran en el hemiciclo y arroparan a su principal aliado parlamentario.

'¿Quién hará de Homs en Madrid?'

El consejero de Economía, Francesc Homs, tiene un reputado prestigio como defensor de intereses de empresas desde que era diputado a Cortes por CiU. Maragall explicó ayer que la patronal de Terrassa le había mostrado su inquietud cuando dejó el escaño para pasar al Gobierno de Pujol. '¿Y quién hará de Homs?', preguntaron al líder socialista. La respuesta fue: 'No se preocupen, el papel de Homs lo hará Homs'.

Debate sobre el Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento estuvo presente en el debate a instancias de Josep Lluís Carod, quien se proclamó agnóstico. Pidió a Joan Rigol que le ayudara a ubicar una de sus citas -'la fe sin obras es una mala fe'- y el dirigente democristiano la situó en las cartas de san Jaime. Jordi Pujol discrepó desde su escaño y se mostró convencido de que la cita se encontraba en las cartas de san Pablo. El duelo lo ganó Rigol.

Rigol y el peinado de Mas

Pasqual Maragall sacó a relucir con sarcasmo el impecable peinado que suele lucir Artur Mas: 'Usted nació peinado, aunque sus asesores trabajen para que de vez en cuando se despeine un poco', le espetó. Mas lo consideró un 'argumento político pobre' y el presidente de la Cámara, Joan Rigol, muy escaso de cabello, terció con humor: 'No sabe usted la suerte que tiene de que se puedan meter con su peinado'.

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