Más horas de espera y un bolso de mano
Las medidas de seguridad demoran la salida de los aviones, provocan colas de viajeros y cambian los hábitos de viaje
Hay un antes y un después del 11 de septiembre en los aeropuertos españoles. Los mostradores de las compañías aéreas se han convertido, tras esa fecha, en almacenes improvisados de tijeras, cortauñas y cortaplumas requisados en los detectores de metales de los aeropuertos. Largas colas de pasajeros se extienden ante las salas de embarque a la espera de que se revisen sus equipajes y nadie sabe a ciencia cierta cuál es ahora la 'hora límite de aceptación de un vuelo'. Antes del 11 de septiembre, según las indicaciones del Ministerio de Fomento, se admitían pasajeros 30 minutos antes de la hora de salida en los trayectos nacionales y dos horas en los internacionales. Ahora, depende. Si va a volar, ármese de paciencia y documentos, siga las indicaciones, sepa que el tiempo de vuelo puede ser inferior al que va a pasar en el aeropuerto antes de superar los distintos controles y sea consciente de que todo lo que sigue le puede pasar.
Sólo el presidente del Gobierno puede ordenar el derribo de un avión civil secuestrado o peligroso
Delta Air Lines ha restringido el equipaje de mano a un solo bulto en sus vuelos a EE UU
- La llegada. Las medidas se ven nada más llegar a cualquier aeropuerto. Un vistazo basta para ver una mayor presencia policial. Las paradas de vehículos junto a las puertas para dejar viajeros son especialmente controladas. Unos grandes carteles adheridos en las entradas al aeropuerto de Barajas indican que ahora no se puede fumar. La medida se ha tomado por pura lógica: los miles de ceniceros y papeleras metálicas que se distribuían por todas partes han sido retirados para que no puedan ocultar ningún objeto peligroso. No obstante, los estancos siguen abiertos.
- Horas antes. Con las medidas extremas de seguridad adoptadas y sin un nuevo horario límite oficial fijado, pocos ciudadanos se arriesgan a presentarse ante un mostrador con menos de dos horas de antelación. Iberia no ha cambiado el límite oficial pero recomienda a quienes pretenden volar hacia América que 'vayan tres o cuatro horas antes'. Algo similar ha hecho Delta Air Lines, con dos vuelos diarios desde Madrid a Atlanta y Nueva York y otro más a esta última ciudad desde Barcelona. 'Antes pedíamos que estuvieran dos horas antes, pero ahora decimos que lleguen hasta tres antes porque las colas en los controles son más largas', asegura su oficina de Londres.
'Las compañías marcan los tiempos de llegada anticipada para los pasajeros', indica Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), que agrega que las 'medidas de seguridad son iguales en todos los aeropuertos del país'. '¿Todas?': 'Hay cosas de las que no se puede hablar', responden.
- Facturación. Las colas habituales son ahora más de la cuenta, como en vacaciones, ya que los billetes y la documentación se revisan más. Algunas compañías recomiendan a los viajeros que porten los resguardos de pago y que previamente se cercioren de que los nombres que figuran en billete, recibo y pasaporte coinciden. 'Pueden evitar posibles problemas', indica Delta. Si el viaje es a EE UU, es más que probable que le interroguen sobre el equipaje y el objetivo del vuelo.
- Las maletas. La mejora de los sistemas de revisión de equipajes gira en torno a un escáner fabricado por Invision Technologies, el CTX 5000 SP, el único en que confían plenamente los servicios de seguridad estadounidenses porque puede descubrir materiales explosivos en los equipajes. Un inspector de la Federal Aviation Administration (FAA) paralizó el día 4 durante varias horas los vuelos desde Barajas a EE UU al descubrir que los equipajes de estos aviones no habían sido revisados por este ingenio y obligó a que un avión de American Airlines-Iberia regresase a Barajas cuando llevaba más de una hora de vuelo.
Entre una y dos horas tardan las maletas en llegar hasta el CTX, que analiza el peso específico de los objetos y efectúa la exploración radiológica de 300 maletas a la hora. Cada objeto es barrido siete u ocho veces antes de determinar su volumen y densidad. A partir de estos datos, se reconstruye informáticamente la imagen en tres dimensiones. En Barajas sólo hay uno, pero en El Prat, en Barcelona, no hay ninguno.
Las maletas ya no se pueden embalar o asegurar mediante plastificado. 'La policía me ha dicho que no puedo embalar las maletas que se dirijan a EE UU. ¿Y cómo sé yo adónde van? Los pasajeros me dicen que les ponga el plástico y yo no hago preguntas', señala el encargado de la máquina que precinta las maletas por 700 pesetas la unidad. La policía las desprecintará. 'Nuevas medidas de seguridad', dicen los agentes, que pueden pedir al viajero que identifique su equipaje al pie de la bodega del avión en caso de sospecha.
- Controles. Facturado el equipaje, hay que atravesar los controles hasta la zona de embarque. La recomendación general al ciudadano es que se lo tome con calma porque las colas son prolongadas debido al mayor celo en la inspección. Los pasajeros, sobre todo los que quieren llegar a los EE UU, hacen largas colas frente a los detectores de metales. Eventualmente, los vigilantes jurados pueden pedir la tarjeta de embarque para comprobarla, se vaya donde se vaya. Sepa que si lleva unas tijeras, cortauñas, navaja o cualquier objeto metálico punzante le será requisado. Podrá recuperarlos a la vuelta en los mostradores. Los sistemas alternativos no siempre funcionan: 'Me dijeron en Lufthansa', señala una cliente, 'que había una manera de llevarlas en el avión [una tijeritas]. Las metes en unos envases especiales que te dan las compañías y ya puedes llevarlas encima. Pero se habían acabado'.
Incluso puede que la Guardia Civil le pida que abra el equipaje de mano. Lo hacen, al menos, con el 10% de los bultos y con los sospechosos. 'Pues a mí', replica Alon, un ciudadano israelí, 'no me abrieron la mochila. ¿Cómo lo sé? Pues porque su candado sigue cerrado y nadie me ha pedido la llave'. Lo mismo le pasó a J. V. en su vuelo Madrid-Barcelona-El Cairo. No sólo no le hicieron ninguna pregunta cuando pasó por el escáner un ordenador portátil, dos teléfonos móviles y una agenda electrónica, sino que durante la escala en Barcelona pudo pasear por la zona de tránsito de El Prat y luego volver al avión sin revisión alguna.
Los arcos de seguridad han sido ajustados al máximo, por lo que es probable que, tras el casi asegurado pitido de aviso, la Guardia Civil le haga una revisión complementaria con una paleta manual de detección de metales. Ojo: algunas compañías ya no le permitirán subir más de un bulto de mano. Delta lo ha restringido a uno e incluso se reserva la potestad de escanear una segunda vez los aparatos electrónicos del viajero. José Antonio, un neoyorquino de vacaciones en Madrid, aseguraba ayer ante la cola de escáner que veía 'lógica' la espera. 'Todo lo que sea ayudar para una mayor seguridad en los vuelos me parece muy bien. Es más, los norteamericanos lo reclamamos como una medida imprescindible', dice.
- El embarque. La vigilancia continúa en los vestíbulos de embarque. Las medidas de seguridad se centran en una mayor presencia policial. Incluso de cuando en cuando son desalojados los servicios para hacer una revisión con perros adiestrados. Si el viajero piensa llevar un recuerdo de España comprado a última hora en las tiendas libres de impuestos, debe olvidarse de las espadas toledanas o las navajas albaceteñas. Ya no se venden, como tampoco otros objetos que puedan convertirse en armas punzantes.
- El avión. En el interior de los aviones, todo sigue igual con excepción de algunos detalles. En los vuelos a Estados Unidos han desaparecido los cuchillos metálicos y han sido sustituidos por otros de plástico. Sin embargo, los tenedores siguen siendo de metal. En los vuelos de Iberia a Estados Unidos y a algunos países del Oriente Próximo viajan desde finales del mes pasado vigilantes privados sin armas para aumentar la seguridad de los trayectos. La Guardia Civil los considera un elemento prácticamente inútil en caso de secuestro aéreo por más de una persona. Los pilotos no quieren ni hablar del blindaje de las cabinas. Aseguran que, en caso de accidente, habría graves problemas para rescatar a la tripulación y que la comunicación entre la cabina y el pasaje es fundamental en un vuelo. Sepa que si hay incidentes graves, y un secuestro lo es, dos cazas partirán en cinco minutos de la base que esté en alerta de turno (Morón, Torrejón, Zaragoza o Albacete) y al cabo los verá por la ventanilla. Si no logran comunicar por radio con el aparato, intentarán forzar al avión de pasajeros (colocándose delante de él y haciendo vaivenes) a aterrizar en el aeropuerto más cercano. Si no hay respuesta, la respuesta es un secuestro eventualmente suicida, o realiza maniobras interpretables como 'acciones hostiles de carácter bélico', el presidente del Gobierno es el único que tiene potestad para ordenar el derribo del aparato.
Y dicho todo esto, las autoridades aeronáuticas insisten: 'Volar es seguro'.
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