'La literatura busca al monstruo porque es único, lo adocenado y común lo tenemos ya'
Luis Manuel Ruiz acaba de ganar el premio que convoca la agencia de Andrew Wylie. Este galardón propiciará que su novela Sólo una cosa no hay se traduzca al inglés, francés e italiano. Es una buena noticia para un sevillano nacido en 1973 al que le gusta caminar por las fronteras que trazan los géneros literarios entre tramas policiacas y brumas fantásticas.
Luis Manuel Ruiz (Sevilla, 1973) acaba de recibir el Premio Internacional de Novela de 2001, que convoca desde 1999 la agencia literaria de Andrew Wylie, por Sólo una cosa no hay, publicada por Alfaguara en 2000. En el galardón participan las editoriales Mondadori (Italia), Hanser (Alemania), Companhia das Letras (Portugal), Grove Atlantic (EE UU), Gallimard (Francia) y Alfaguara. Todas estas editoriales presentan novelas de sus autores más prometedores. El autor sevillano comparte el galardón de este año con A place to stand, de Jimmy Santiago Baca, presentada por Grove Atlantic.
El premio llevará aparejada la publicación de la novela de Luis Manuel Ruiz por Gallimard, Mondadori y Grove Atlantic. El escritor sevillano está muy contento 'sobre todo por el tema de las traducciones'. 'El premio supone ser conocido en el extranjero y, además, en las principales lenguas a nivel editorial: inglés, francés e italiano. Lo de ser traducido al francés me emociona mucho porque la edición es en Gallimard', explica saboreando el nombre de la legendaria editorial francesa fundada en 1911 en París. 'Estuve un año en Francia en quinto de carrera. Estudiaba filosofía. Y sentía devoción por Gallimard', remacha Luis Manuel Ruiz.
Tras conseguir el Premio Novela Corta Universidad de Sevilla con El criterio de las moscas (Alfaguara, 1998), Ruiz publicó Sólo una cosa no hay, un relato que bordea los géneros fantástico y policiaco en un fascinante recorrido entre asesinatos, leyendas y ceremonias secretas. El autor sevillano recuerda a algunos de los escritores que también transitaron por este territorio 'policiaco que linda con la literatura fantástica'. 'Me gustan mucho Chesterton, Kipling, Edgar Allan Poe... Acabo de descubrir a Leo Perutz', señala.
El columnismo es también parte de su oficio. Luis Manuel Ruiz publica una columna semanal en El País Andalucía. 'Escribir columnas me ha aportado mucho. Me ha quitado peso. Darse cuenta de que se puede escribir para el día es liberador, es más desahogado. Me he relajado escribiendo y disfruto más', dice. 'Pero también es complicado. Tienes que jugar a hacer un artículo actual y fresco, pero tampoco puedes caer en la literatura de supermercado. Encontrar ese matrimonio entre la calidad literaria y ser directo escribiendo es complicado', agrega el autor de Sólo una cosa no hay. Un ejemplo de éxito en esa tarea lo ha conseguido, a su juicio, Antonio Muñoz Molina. 'Me gustaban mucho los artículos que hacía Muñoz Molina en el Ideal de Granada', asevera.
Ruiz tuvo un tiempo inicial de 'indefinición' antes de lanzarse a escribir. 'Llega un momento en que uno decide dejar el diletantismo. Y dice: 'voy a escribir una novela de verdad'. Son necesarios voluntad, tesón y oficio, meter muchas horas y trabajar mucho. Escribir supone muchas renuncias', recalca antes de volver a algunos de los autores que influyeron en su decisión de ser escritor. 'La idea de escribir en serio me salió al leer a Borges y a Cortázar. Leer a estos dos autores me ayuda a reencontrarme', indica. Calvino, Hoffmann, Lovecraft y Ray Bradbury son otros de los autores que le interesan. 'Y, por motivos más bien filosóficos, Pessoa me gusta muchísimo', puntualiza.
Luis Manuel Ruiz reconoce que la llegada de un día en que no tenga nada que decir es 'un miedo consustancial a toda la gente que se dedica a crear'. 'Si fuese franco y legal conmigo mismo, dejaría de escribir. El problema es si se escribe por egotismo. Yo no escribo por egotismo. Lo hago porque pienso que se pueden escribir cosas curiosas combinando todos los géneros. El futuro de la literatura está en la combinación de géneros', explica.
El satanismo, las sociedades secretas, las conspiraciones oscuras y los personajes misteriosos y llenos de un poder oculto afloran en Sólo una cosa no hay. 'Me interesa mucho la historia paralela. La novela de Umberto Eco El péndulo de Foucault presenta personajes que reconstruyen la historia de la humanidad basándose en una mecánica oculta de sociedades secretas y de conjuras. Por ejemplo, [el escritor de literatura fantástica] Machen estaba en la sociedad Golden Dawn, que estaba conectada con sectas de ultraderecha, con el tema de la mística de los caballeros de la Tabla Redonda... Hay un mundillo que te ratifica a pensar que la historia está controlada por individuos', dice.
Un personaje de Sólo una cosa no hay pregunta por la esencia del mal. 'El mal es siempre lo otro, lo opuesto', le responden. ¿El mal de estos días es Osama Bin Laden? 'Sí, justamente porque es el otro que lleva turbante y vive en un país donde no hay rascacielos, donde el coche es un artículo de lujo. Es el mal porque es desconocido. El miedo atávico es miedo a lo desconocido, a lo que está más allá de nosotros. El mal del sadismo es una inversión radical de los valores', asegura Ruiz.
'El mal es un tema literario fascinante. Por eso hay tantos libros sobre Hitler. Entrar en ese tipo de mente y en el mal como inversión es lo apasionantemente literario. [El escritor] Marcel Schwob decía que lo único que le interesaba es lo singular. La literatura busca al monstruo porque es único. Lo adocenado y común lo tenemos ya. El monstruo, físico o psíquico, me interesa muchísimo como tema', comenta.
Ruiz no se sitúa a favor de ninguno de los bandos que combaten en Afganistán . 'No creo que ninguno de los bandos merezca la filiación. Honestamente me sitúo en zona neutral', explica antes de recordar el ataque del 11 de septiembre y la violencia contra los palestinos. 'Contestar a estas cosas (el ataque a las torres de Nueva York) bombardeando civiles no es ninguna solución', señala.
'Los occidentales tendríamos que dejar de lado muchísimos prejuicios y comodidades. No se puede exigir a los países árabes que se conviertan en democracias occidentales y parlamentarias. Hay que entender la historia y antropología de esos pueblos. Occidente ha seguido, como en el siglo XIX, colonizando de forma más sutil, pero colonizando. Ha pasado de colonizar militarmente a colonizar culturalmente', concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.