Apóstoles del euro
Sacerdotes portugueses explican en las iglesias la llegada de la nueva moneda
El euro va a misa, literalmente. En un país de arraigadas convicciones católicas, costumbres tradicionales y escaso presupuesto para la divulgación de la nueva moneda (unos 800 millones de pesetas para este año), nada mejor que el apoyo de la Iglesia para colaborar en la campaña informativa sobre la entrada del euro. Una amplia red formada por más de 3.000 sacerdotes distribuidos en 4.365 parroquias portuguesas, aunque no todos ellos colaboren en este singular apostolado, está lanzando desde los púlpitos y las escuelas el mensaje del inminente cambio de moneda.
La iniciativa, puesta en marcha antes del verano pero intensificada a medida que se acerca el nuevo año y la entrada en vigor del euro, está prestando un importante servicio por todo el país, especialmente en decenas de aldeas y pequeñas poblaciones rurales donde las gentes del campo, algunas completamente analfabetas, no tienen acceso a otro medio más idóneo que los curas para familiarizarse con la nueva moneda y evitar timos o asaltos.
La misión de la Iglesia consiste en enseñar los nuevos billetes y evitar timos a los agricultores
Adelantándose a los acontecimientos y en previsión de complicaciones, la Comisión Euro, formada por los ministerios de Economía y Finanzas, propuso a la Conferencia Episcopal en el mes de marzo de 2000 la ayuda de las estructuras de la Iglesia para colaborar en la campaña informativa sobre la nueva moneda. Como era de esperar, los obispos dieron el visto bueno a la propuesta del Gobierno e iniciaron la acción social, ya conocida como 'la evangelización del euro', para lo cual han facilitado a los fieles miles de folletos informativos y han movilizado a los sacerdotes, quienes, generalmente al final de las misas, muestran fotografías ampliadas de los nuevos billetes y enseñan a hacer el cambio por escudos.
El párroco de Ourique, Luis Oliveira, una población situada a unos 200 kilómetros al sureste de Lisboa, en la región del Alentejo, una de las más deprimidas de Portugal, explicaba el miércoles a este periódico que 'la misión de la Iglesia tiene como objetivo la divulgación y la prevención: por un lado, enseñarles los nuevos billetes y ayudarles a familiarizarse con ellos, a saber lo que valen, y por otro, evitar los timos y los asaltos, que ya ha habido algunos'. 'En estas zonas del bajo Alentejo', dice, 'hay gentes perdidas y aisladas en montes por donde no pasa nadie; son gentes muy sencillas, muy humildes, que guardan el dinero en casa, tienen cuatro gallinas y tres cabras y llevan en la sangre el guardar todo encima; hay muchos ancianos y algunos no saben leer y no han frecuentado bancos. Son gentes de una pureza interior que no sabe defenderse de la astucia de los gatunos (rateros)'. 'Algunos de estos desalmados', añade el sacerdote, 'ya se han hecho pasar por funcionarios de bancos, médicos o agentes de la Seguridad Social para cambiarles euros, evidentemente falsos, por sus escudos o simplemente se han enterado de sus costumbres y les han asaltado por las buenas'.
El padre Oliveira afirma que uno de sus mensajes consiste 'en repetirles hasta la extenuación que el euro no llega hasta el próximo año y que denuncien a la policía cualquiera de esos asuntos'.
El padre Manuel Horácio Gomes, párroco de Nisa, a unos 25 kilómetros de Marvao, junto a la frontera española con Cáceres, insiste en que ante todo trata de evitar que las personas sean engañadas. Responsable de ocho parroquias de entre 200 y 500 habitantes, el padre Gomes afirma que la campaña, 'toda gratuita, tiene el objetivo de servir a los fieles, porque nosotros no sólo les facilitamos ayuda espiritual, sino que velamos por el progreso'. 'A muchos les cuesta aprender', precisa el párroco, 'pero hay otros que han sido inmigrantes en Francia o Suiza y están más habituados a los cambios de moneda'. A su juicio, el principal problema de las zonas rurales es 'la edad y la falta de costumbre; la transición será un poco dura, pero ya hemos pedido a los comercios que vayan poniendo los precios en las dos monedas para que se vayan acostumbrando'.
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