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'Bin Laden intenta identificarse con el profeta Mahoma'

Gilles Kepel, de 46 años, especialista en el mundo islámico, responsable del doctorado sobre este tema en el Instituto de Estudios Políticos de París y autor, entre otros libros, de La yihad. Expansión y declive del islamismo (Península, 2001), cree que Osama Bin Laden es un gran manipulador mediático y que pretende transmitir a la sociedad musulmana la figura de un nuevo Mahoma que huye de La Meca para volver victorioso. El vídeo emitido tras el comienzo de los bombardeos contra Afganistán, dice, es muy emblemático de lo que significa el fenómeno Bin Laden. 'Está lleno de referencias a la historia del islam, a los comienzos del islam. Tiene inmediatamente sentido para los musulmanes, para quienes tienen una educación coránica. Son cosas que generalmente no se comprenden desde el exterior. También es ultramoderno, tiene un gran conocimiento de las técnicas más sofisticadas de las relaciones públicas.

'La debilidad de Al Qaeda es que carece de base social para tomar el poder'
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Pregunta. ¿Qué imagen pretende transmitir Bin Laden?

Respuesta. Osama Bin Laden, cada vez más, construye su identificación con la figura del profeta del islam, Mahoma. El profeta escapó de La Meca en el año 622, perseguido por sus enemigos, y se refugió en Medina. Ocho años más tarde, en 630, volvió vencedor a La Meca. La figura de Bin Laden se construye sobre esta imitación de lo que ha sido la gesta del profeta. Él, igualmente, salió de La Meca, en este caso de Arabia Saudí, que describe como impía, y se instaló en Sudán, y a partir de 1996, en Afganistán. De hecho, muchos movimientos islamistas contemporáneos intentan imitar este modelo. En Egipto, a finales de los setenta, había un grupo dirigido por alguien que todavía tiene mucha influencia en los grupos radicales, Chukre Mustafá, que predecía que era necesario abandonar la sociedad egipcia para, a continuación, rehacerla desde cero. Bin Laden funciona sobre el mismo modelo. En las imágenes que emite a través de la cadena panárabe Al Yazira aparece sobre su caballo, sonriendo, exactamente como los musulmanes más simples pueden representarse al profeta. Todo está hecho para trabajar la identificación inconsciente con la imagen del profeta. En el islam de los primeros tiempos, el profeta venció a los hipócritas; los hipócritas eran las gentes de La Meca que habían dicho que estaban con él y que luego se volvieron en su contra. Cuando él habla de los hipócritas, hoy en día quiere decir los dirigentes saudíes que pretenden ser musulmanes piadosos, pero en realidad son los aliados de los norteamericanos. Al mismo tiempo hay otro paralelo: en los tiempos de los primeros califas, los musulmanes destruyeron los dos grandes imperios de la época. Al igual que el imperio soviético fue destruido por la yihad (guerra santa) en Afganistán, ahora le toca al imperio americano.

P. El otro elemento nuevo es que ha puesto por delante por primera vez a Palestina e Irak, cuando hasta ahora esto no era un tema habitual de Bin Laden.

R. Los atentados han aprovechado una coyuntura muy favorable, en la que existe un gran sentimiento antinorteamericano, tanto a causa de los bombardeos sobre Irak y el embargo como por la Intifada y el hecho de que George W. Bush se haya inhibido de la situación de Oriente Próximo. Esto va a suponer que el mensaje de Bin Laden va a ser escuchado por muchos más musulmanes, no sólo por los extremistas radicales. Es importante comprender la fuerza de un movimiento como éste, cerrado sobre sí mismo, construido en los campos de entrenamiento en torno a Peshawar. Hay que darse cuenta de que estas gentes han compartido experiencias y están completamente fanatizadas, hasta el punto de que la organización los ha podido dejar en Occidente y han vivido tres o cuatro años bebiendo alcohol, bailando con mujeres, sin que decayera su fe fanática. Occidente no se ha dado cuenta, ha pensado que el mercado bastaría para integrar a la población inmigrante, sin preocuparse de otros valores. El problema es que este movimiento secreto permite hacer grandes operaciones, pero su debilidad es que carece de base social que les permita transformar el acto terrorista en la toma del poder. Se puede comparar, salvando las distancias, con la Fracción del Ejército Rojo en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia. En la época cuando el comunismo estaba en plena decadencia aparecen intelectuales, muchos de buena familia, que pretendían, por medio del terrorismo, sustituir a las masas que no se movilizaban y destruir al enemigo golpeándole en la cara y pensando que las masas les seguirían. Pero no había eco en las masas. A los grupos como Al Qaeda les sucede lo mismo, por lo que quieren sustituirlo fomentando la emoción que suscitan las imágenes televisadas.

P. ¿Hasta qué punto puede ser recibido y aceptado su mensaje?

R. De entrada, en la zona del conflicto. El centro demográfico del mundo musulmán es el subcontinente indio, que tiene unos 350 millones de musulmanes. Los árabes no son más de 200 millones.

P. ¿Existe esta posibilidad de levantamiento de las masas?

R. No. Existe el efecto perverso del primer plano de las manifestaciones, pero en realidad las movilizaciones que ahora vemos son muy reducidas. En el caso de Pakistán, sacar a los estudiantes de las madrazas es lo más fácil que hay. La cuestión es saber si estos musulmanes son capaces de sobrepasar su impacto habitual y levantar a masas que derriben los regímenes en el poder. Durante la guerra del Golfo hubo manifestaciones gigantes prácticamente en todo el mundo musulmán, que finalmente no llevaron a nada. George Bush, padre, utilizó la posición hegemónica de EE UU para obligar a israelíes y palestinos a sentarse a negociar. Estados Unidos construyó su hegemonía y se dotó de una posición moral. Pero el fracaso de la paz ha creado frustraciones gigantescas que hoy en día nutren el odio antiamericano. Lo peor es que Bush, hijo, retirándose del todo de la negociación, diciéndoles que se las arreglaran solos, lo que equivalía a dar carta blanca a Ariel Sharon porque la diferencia de fuerzas es enorme, ha arruinado la posición moral de EE UU como potencia hegemónica. Porque ha sido percibida como incapaz de ejercer su hegemonía, ya que dejaba a uno de los dos aplastar al otro. La gran debilidad de EE UU en la región es que ha perdido su dimensión moral a los ojos de grandes partes de las sociedades musulmanas. Pero también es cierto que entre mostrar este sentimiento antinorteamericano y movilizarse detrás de Osama Bin Laden hay mucha diferencia. ¿Qué va a traer Bin Laden? Muchas lágrimas y mucho dolor.

La fidelidad de las tribus pastunes a los talibán, piensa Kepel, no está asegurada. Les dejarán de apoyar en cuanto crean que no les conviene, asegura. 'La última vez que estuve en Afganistán, hace dos años, tuve que salir por tierra porque no me daban el visado. Sólo los podía conceder el ministro de Exteriores, y prefería montarse en su todoterreno y salir a combatir que firmar papeles en su ministerio. Alquilé un coche en Kabul. El chófer hablaba persa y estaba literalmente aterrorizado por los talibán. Se ponía a temblar cuando veía patrullas. Luego cambié en Jalalabad y el chófer era un pastún que se reía de todo y ponía música paquistaní a todo trapo. Nos paró una patrulla y le pidieron que abriera la guantera para ver si llevaba cintas de música, que están prohibidas. La abrió con una gran sonrisa y estaba vacía. Tan pronto nos alejamos bajó la visera del parabrisas y de ahí salieron montones de cintas. No le atemorizaban lo más mínimo los talibán'.

El investigador francés Gilles Kepel.
El investigador francés Gilles Kepel.GORKA LEJARCEGI

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