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Reportaje:

El agua que divide a un pueblo

La protección de una charca de origen remoto crispa los ánimos en Pegalajar

Ginés Donaire

Los vecinos de Pegalajar, un municipio jiennense de algo más de 3.000 habitantes ubicado en las estribaciones del parque natural de Sierra Mágina, han agudizado en los últimos días su ya de por sí histórico enfrentamiento a cuento de su bien más preciado y sobre el que gira la vida social y económica del pueblo: la famosa charca cuyo origen sitúan algunos historiadores en épocas anteriores a la dominación musulmana. El motivo no ha sido otro que la reciente declaración por parte de la Consejería de Cultura del singular conjunto agroecológico que forman la Fuente de la Reja, la Charca y la Huerta de Pegalajar como Lugar de Interés Etnológico inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.

La medida trata de preservar el que, según se expone en la resolución de la Junta, está considerado como el ejemplo más significativo de la cultura del agua en España y un modelo emblemático de interacción entre el hombre y la naturaleza. Sin embargo, han sido precisamente los hombres los que han puesto el grito en el cielo al conocer las numerosas restricciones que tal declaración lleva implícita. Entre los que rechazan la medida se encuentra la asamblea de vecinos de Pegalajar, que asegura representar al 90% de la población. En el otro bando se ha quedado prácticamente sola la Asociación Fuente de la Reja, el colectivo que con más ahínco ha reivindicado en los últimos años soluciones para la constante desecación del histórico manantial. La crispación vecinal está en consonancia con la profunda división política que este tema ha causado en el pueblo y que propició el atípico pacto de gobierno entre IU y PP, que se unieron contra la entonces esgrimida pasividad mostrada por el PSOE para 'dar vida' a la charca.

El Ayuntamiento se ha visto obligado, en un hecho sin precedentes, a convocar una consulta popular para que los vecinos decidan si apoyan o no la declaración de Interés Etnológico para la Charca de Pegalajar.

Entre los que mostraran su apoyo figura, sin ningún género de dudas, José Lietor, actual director del colegio público y uno de los miembros señalados de la Asociación Fuente de la Reja. 'Es la mejor excusa que existe para luchar por el agua y que vuelva a circular por ese espacio', asegura Lietor, quien alude a la sobreexplotación de los acuíferos como causa principal de la desecación del elemento más emblemático del pueblo. Lietor considera 'totalmente compatible' la preservación del acuífero y la huerta de Pegalajar y los aprovechamientos agrícolas y urbanos.

No opina lo mismo José Fernández Espinosa, el cartero del pueblo además de propietario de unos 50.000 metros cuadrados de terrenos agrícolas y urbanos en la zona protegida. 'No podemos estar de acuerdo con una medida que sólo prevé restricciones y limitaciones tanto en la agricultura como en la construcción', se lamenta.

Un patrimonio vivo

La orden de la Consejería de Cultura que declara Lugar de Interés Etnológico al conjunto formado por el acuífero Fuente de la Reja, la Huerta y la Charca de Pegalajar valora, por encima de todo, el gran valor arquitectónico y la dimensión cultural de este patrimonio vivo y singular. De un lado, se destaca que se trata de un complejo sistema en el que se imbrican gran variedad de elementos singulares que tienen como nexo de unión el agua, cuyo uso y reparto están regulados por unas prácticas heredadas consuetudinariamente. De otro lado, se resalta el origen remoto de este patrimonio y su pervivencia hasta hoy sin cambios sustanciales, siendo uno de los pilares básicos no sólo para la economía sino también para las costumbres e identidad de los pegalajaleños. En la huerta se combinan las técnicas constructivas tradicionales y unas estrategias particulares de ocupación del territorio. Así, se han realizado abancalamientos en el terreno para aprovechar el derrame natural del agua, adaptando y transformando una ladera de montaña silvestre en un espacio agrario de alta y diversificada productividad. No es extraño, por tanto, que los habitantes calificaran históricamente a la huerta como la 'despensa' de Pegalajar, término venido a menos en los últimos años por la constante desecación del acuífero. Tanto es así que son muchos los que hablan ahora de erial para referirse a la zona protegida. La resolución de Cultura insta al Ayuntamiento a elaborar en el plazo de cinco años un Plan Especial de Recuperación y Protección de la Huerta, que incluya propuestas de ordenación de todos los sectores comprendidos en el área de influencia del bien declarado por la Junta. Se prevé también la protección de los cultivos tradicionales y se prohíbe la instalación de balsas de alpechín (residuos del olivar) y de aguas residuales, y sólo se contemplarán balsas de agua para el riego si así se hace necesario para la viabilidad de los cultivos. 'Sería como volver al Tercer Mundo y a la Edad Media'. Así se categórico se muestra el portavoz socialista, José Rojas, ahora una de las voces más críticas con la medida protectora de la Junta. Rojas asegura que está incluso dispuesto a abandonar el partido con tal de 'defender los intereses' de su pueblo.

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