La taquilla europea, contra la psicosis de guerra
En Londres baja la asistencia a los teatros un 20%, mientras otros países notan menos los estragos
- LONDRES. El West End londinense se tienta las carteras. Tras dos semanas de caída de las recaudaciones que han tumbado tres obras de las carteleras, algunos indicios de recuperación esta semana hacen pensar que la crisis no será tan dramática como en Nueva York. La venta de entradas cayó un 15% y la recaudación un 10% en la semana del 9 de septiembre, en comparación con la misma semana del año anterior. La semana siguiente, la venta de entradas cayó un 16% y la recaudación un 13%, según las cifras divulgadas por la Sociedad del Teatro de Londres y el Goldsmiths College.
Esas dos semanas de crisis han bastado para apartar del cartel al musical Peggy Sue se casó, con Ruthie Henshall, que ha anunciado que dejará de representarse el próximo día 13. Peggy, que está perdiendo ocho millones de pesetas a la semana, sólo habrá estado seis semanas en cartel. Antes habían anunciado también la caída definitiva del telón otro musical, Notre Dame de Paris, que arrancó en los escenarios con Dannii Minogue, y la sátira política Feelgood.
El principal problema es la drástica reducción del turismo extranjero, que supone un 30% del público del West End. Los norteamericanos, que suelen venir sobre todo en septiembre y octubre y acaparan el 10% del mercado londinense, han desaparecido de Europa y tardarán mucho en volver. Empieza ya a haber presiones para que bajen los altos precios de las entradas, que según una encuesta del año pasado suponen el principal obstáculo para que los británicos vayan más a menudo al teatro.
Pero no todos comparten esa visión. Andre Pesinsky, jefe ejecutivo de Really Useful Theatres, una cadena que controla 13 locales en el West End, asegura que la situación ha mejorado esta semana. 'Esperamos volver a las cifras de siempre en los próximos tres meses. ¿Por qué tenemos que reducir los precios si las cosas están empezando a mejorar?', afirma en la prensa local.
- ITALIA. Los devastadores atentados sufridos por Nueva York y Washington, el pasado 11 de septiembre, han afectado enormemente el desarrollo de los desfiles de moda de Milán, que comenzaron el pasado fin de semana y constituyen por sí mismos uno de los grandes espectáculos de la temporada otoñal en este país. Los modistas no han renunciado, por supuesto, a presentar sus colecciones para la primavera y el verano próximos, pero no ha habido fiestas deslumbrantes como es habitual, y la televisión italiana se ha olvidado prácticamente del evento, para irritación del rey de la moda italiana, Giorgio Armani. No ha habido grandes reportajes, ni despliegue de imágenes de las espléndidas modelos luciendo trajes sucintos, transparencias y minis -después de todo, el trabajo estaba ya terminado cuando los terroristas destruyeron las Torres Gemelas- ni rastro del chismorreo que rodea siempre a este circo particular de la moda. La presencia de Jennifer López, recién casada, invitada especial de Donnatella Versace, no ha merecido apenas atención, ni tampoco la inauguración de una nueva sede de Armani. Sobriedad, silencio y discreción se han adueñado de la escena, y todo apunta a que la tendencia se mantendrá durante un tiempo.
- ALEMANIA. Donde se ha sentido el temor a nuevos atentados es, por ejemplo, en la tradicional fiesta de la cerveza en Múnich, uno de los mayores festejos populares del mundo. En esta ocasión ni siquiera se alcanzarán los seis millones de visitantes, la cifra más baja desde 1992. Debido también al mal tiempo reinante, las ventas de cerveza han caído un 25%, hasta los 1,7 millones de litros que se habían vaciado hasta el martes.
Pero ni el teatro, ni el cine, ni las salas de concierto alemanes han sentido una significativa merma de los visitantes tras los atentados del 11 de septiembre. En Berlín, tanto los reputados tablados del Deutsches Theater y de los Berliner Festspiele, como el variété Friedrichsstrasse y la famosa Orquesta Filarmónica coinciden en señalar que la afluencia de aficionados es similar o, en algunos casos, incluso mayor, que por estas mismas fechas del año pasado.
No obstante, los ataques sí han repercutido en los planes de los músicos de la Orquesta Filarmónica, quienes en estos días se negaron a volar a Estados Unidos para realizar allí una gira programada de antemano y sólo pudieron ser convencidos de lo contrario al alquilarse un avión privado para movilizarlos a América.
- FRANCIA. En la primera semana después de los atentados se observó una fuerte bajada de público en los espectáculos. También los restaurantes notaron el miedo a salir de casa de los franceses. Más tarde, las elecciones de ocio de los franceses se han vuelto a normalizar, aunque se han reforzado las medidas de seguridad en los museos y en algunas salas de teatro como ya se hizo tras los atentados integristas en el Metro de París en 1996.
- BÉLGICA. El atentado terrorista en Estados Unidos tuvo un efecto limitado en las salas de espectáculos y cines en Bélgica. Sólo durante las 48 horas sucesivas al ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono se registró un descenso significativo en el número de espectadores que asisten habitualmente a los cines belgas, según fuentes del sector, 'debido al impacto mediático del atentado'. La gente prefirió quedarse en casa para seguir por televisión el desenlace de los acontecimientos los días 11 y 12 septiembre.
Después, el efecto fue el inverso. Ese fin de semana se incrementó la frecuencia a las salas y los cines estaban llenos. 'La gente empezó a acudir al cine para evadirse', explicó. Tampoco se retiraron de la cartelera las películas consideradas como violentas o de guerra en Bélgica. 'Lo que sí que hemos observado es que la gente está yendo más a las películas de amor, de humor y aventura', añadió.
Mientras, la Comisión Europea, según las informaciones de las que disponen los servicios de la Dirección General de Cultura, asegura que se ha registrado un aumento en el alquiler de películas en los videoclubes en Bélgica y en otros países de la Unión. Por las salas europeas pasaron durante el año 2000 cerca de 844 millones de espectadores, lo que equivale a una frecuencia de 2,2 veces por habitante al año (4,7 en Estados Unidos). Los ingresos se elevaron a 4.300 millones de euros en 1999, la mitad que en Estados Unidos.
- AUSTRIA. La figura del 'austriaco irremediable' recobra vigencia en tiempos de turbulencias mundiales como éstos. Fue Anton Kuh, ensayista asiduo a las tertulias de los cafés vieneses en los años treinta, el que acuñó este peculiar apodo. Se refirió al 'austriaco sin remedio' al retratar esa inexplicable inclinación de aquellos austriacos exiliados en Inglaterra que seguían haciendo teatro en algún sótano de Londres sin inmutarse por los bombardeos mientras los demás ciudadanos huían despavoridos.
Ahora, mientras que otras capitales europeas lamentan la deserción del público o las anulaciones de espectáculos motivadas por la incertidumbre general, en Austria la agenda cultural no se ha salido de su cauce. Por el contrario, este otoño se está viviendo con espíritu eufórico de apertura debido a la inauguración de importantes instituciones culturales como el nuevo Barrio de los Museos en Viena, con sus gigantescas pinacotecas (Museo Ludwig, Museo de Arte Moderno y Kunsthalle), su centro de danza y su museo para niños.
Ha habido, eso sí, algunos cambios de imagen. Algunas correcciones, como la desaparición de un avión que debía figurar entre la nubes de un cielo azul en el cartel de anuncio del festival de cine Viennale, por ejemplo. Los responsables borraron el avión porque hace pensar en el fatídico 11 de septiembre. Las cosas siguen en calma en Austria pero no todo es optimismo. Algunos recuerdan con angustia aquella visión del compositor Gustav Mahler, quien dijo que 'si el mundo se desmorona, es hora de ir a Viena. Porque allí todo ocurre veinte años más tarde'.
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