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Reportaje:

Dos años de mudanzas políticas

A mitad de la última legislatura de Jordi Pujol, los partidos catalanes desarrollan sus artes tacticistas

Francesc Valls

Los políticos catalanes son declarados enemigos de las máximas ignacianas: en época de tribulación es cuando más mudanzas hacen. Los dos años transcurridos desde las elecciones de octubre de 1999 son un ejemplo de ello y a buen seguro que el temporal no amainará con la moción de censura está en puertas, con el escenario político revuelto tras el debate de política general, en el ecuador de una legislatura con la retirada de Pujol en el horizonte. Un Parlament en el que se enfrentan con frecuencia los 68 votos de CiU y el PP con los 67 de PSC, Esquerra (ERC) e Iniciativa per Cataluny-Verds (IC-V) es una inivitación a moverse aunque sea verbalmente.

En estos dos años, CiU ha pactado de hecho con el Partido Popular y ha expresado, al tiempo, su interés por Esquerra Republicana. Desde la investidura de Jordi Pujol, la cúpula convergente se ha esforzado cuando menos por neutralizar a una ERC capaz de poner en evidencia las limitaciones de un nacionalismo de grandes principios y gestos dudosos, empezando por el voto favorable a la investidura de José María Aznar como presidente del Gobierno español. El compromiso con Esquerra ha sido el Guadiana de CiU en todo este periodo. Cada vez que las riñas conyugales han obligado a CiU a abandonar el domicilio que comparte con el PP, Esquerra ha sido el refugio. Pero la relación ha sido tormentosa. Desde el mismo día de las elecciones, Pujol cerró la puerta a un frente catalanista. En julio de 2000, estando en Seúl, el presidente de la Generalitat desautorizó a quienes desde la cúpula del partido -el sector nacionalista radical- proponían un frente con ERC para contener al PP.

Carod dijo a Pujol el año pasado: 'ERC le ha hecho una propuesta; dentro de un año ya no estaremos aquí'

Ese Pujol ahora tan receptivo desdeñaba con sorna, hace justo un año, la oferta de pacto de Esquerra, para desespero de republicanos y nacionalistas radicales de Convergència. Pujol se ha guiado políticamente como los manuales indican: con frialdad de estratega más que con pasión ideológica de nacionalista.

Por eso cayó en terreno baldío la propuesta de gobierno PSC-CiU-Esquerra que lanzó Josep Lluís Carod Rovira el 4 de octubre de 2000, desde la tribuna de oradores, a un distante Pujol: 'ERC le ha hecho una propuesta seria y usted no la ha tomado así; la ha querido minimizar; dentro de un año no nos venga a llamar a la puerta porque no estaremos'. Pero al cabo de un año, Esquerra sigue estando ahí, aguardando como una paciente novia al pie del altar. Y el mismo Pujol que hace un año hacía ascos a la proposición - 'es una propuesta incomprensible y tremendamente vaga'- ahora se deja querer por los republicanos.

¿Y qué decir de los cambios de un Pasqual Maragall que en 15 días propuso sucesivamente un gobierno con CiU, una moción de confianza para Pujol y otra de censura para el presidente de la Generalitat? Eso sucedió en enero de 2001. El telón de fondo, comprensible e inesperado, era el nombramieno como conseller en cap de Artur Mas, pero las propuestas del líder del PSC sorprendían en su propio partido. Tras el desbarajuste de enero, reconocen los propios socialistas, Maragall se ha resituado y el partido ha asumido, finalmente, la moción de censura como algo propio.

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El Partido Popular, por su parte, ha aceptado seguir apoyando a CiU a cambio de nada. O con el único consuelo de evitar que Cataluña se convierta en un baluarte socialista. Desde el día siguiente a las elecciones el PP ha pedido 'un nuevo marco de relaciones con CiU'. Ello suponía obtener un cargo institucional importante dependiente de la Generalitat, establecer un comité de enlace formal entre CiU y el PP para evidenciar ante la sociedad la capacidad de influencia y convertirse en socios únicos en el Parlament. Al otro lado del espectreo político, IC-V ha pasado de decir en enero que no apoyaría la moción de Maragall a darle sus votos, a cambio de que el PSC asuma la petición de los ecosocialistas de elecciones anticipadas.

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