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El festival de Marraquech premia a la francesa de origen argelino Yamina Benguigui

La primera edición del Festival de Marraquech ha premiado a la producción francesa Inch'Allah dimanche, de Yamina Benguigui, una cineasta debutante de origen argelino que aborda la historia de las mujeres que, para reunirse con sus maridos que trabajan en Francia, dejan atrás su país. Hasta ahora, Benguigui era conocida por su trabajo como documentalista para la cadena Arte, para la que había rodado una estupenda serie titulada Palabras de inmigrados.

La historia que narra el título ganador ayudó a dar sentido a un festival que aspira a reemplazar las moribundas convocatorias de Cartago, El Cairo o Uagadugú, minadas por problemas económicos y de intolerancia religiosa. 'Marraquech será el símbolo de un islam tolerante', dijo Souhleil Ben Barka, máximo responsable del Centro Cinematográfico de Marruecos.

Cada año, Marruecos sirve de plató para el rodaje de numerosos largometrajes y muchísimas cintas publicitarias. En Ouarzazat, en sus estudios, han rodado Martin Scorsese, Max von Sydow, Alain Chabat, Monica Bellucci, Ridley Scott, Michael Douglas, Gérard Depardieu, John Glen, Anthony Quinn, Raúl Ruiz o Russel Crowe, ya sea en películas cuya acción transcurre en el desierto o en medio de montañas de nieves eternas, en época actual o 3.000 mil años antes de Jesucristo. Esta muestra nace vinculada al deseo de confirmar el atractivo del país como lugar de rodaje -precios moderados, variedad de paisajes, infraestructura técnica- al tiempo que como plataforma de promoción de la producción local, de los ocho o nueve largometrajes anuales dirigidos por cineastas marroquíes.

La realidad de la producción de ese país, de cuya vitalidad depende en gran parte el futuro del festival, está limitada por graves problemas legales y de infraestructura. El número de salas, 170 en todo el país, es escaso; su estado, envejecido, y las tasas que pagan los exhibidores, exorbitantes, pues cada billete vendido está penalizado por un 42% de impuestos. El sector tiene que luchar además con otros problemas fiscales, los propios de un país que prefiere gravar el consumo antes que las rentas.

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