_
_
_
_
Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Orfeo vivió en Chile

Los poetas de Chile son aficionados al seudónimo: Del Valle se llamaba en realidad Moisés Gutiérrez (1901-1965) y era tres años mayor que Neruda. Cuando apareció su primer libro, País Blanco y Negro (1929), Huidobro le escribió desde París: 'Está usted por encima de otros que injustamente tienen más nombre que usted como Neruda, tan romántico y flaco, y esa pobre Mistral tan lechosa y dulzona...'. La carta es más extensa, pero en estas tres líneas se ve la intención de ordenar el Parnaso nacional, reservándose el remitente la corona de laureles. La operación fue un fracaso: la guerra entre Huidobro y Neruda fue vitalicia; Chile no era un cuartel lo bastante grande para contener la vanidad de ambos. La sombra de Neruda acabó por cubrir el continente, dejando a Del Valle en un lugar apenas visible; pero su fortuna póstuma es cada vez mayor. El joven poeta Javier Bello, por ejemplo, escribe que tanto Neruda como Del Valle descienden de Rimbaud; pero mientras que en Neruda el mundo es un espejo que agiganta la figura del poeta, Rosamel 'transforma en mito al mundo, no a sí mismo'.

LA VISIÓN COMUNICABLE. ANTOLOGÍA POÉTICA

Rosamel del Valle. Edición y prólogo de Juan Carlos Mestre Huerga & Fierro. Madrid, 2001 242 páginas. 1.800 pesetas

En todo caso, Rosamel contribuyó a la excentricidad de su órbita, apartándose de aquel prolongado rifirrafe doméstico: en 1946 su gran amigo, el poeta Humberto Díaz-Casanueva, lo rescató del abismo de la indigencia para colocarlo como funcionario ante la sede de la ONU. Vivió en Manhattan hasta 1962 y murió tres años después de volver a Chile. Por tanto, escribió la mayor parte de su obra en una situación bastante curiosa: como residente de la capital del mundo, pero casi incomunicado con su medio de pertenencia. De allí que el tronante Pablo de Rokha, tercero en discordia de aquella algarada de líricos titanes, dijera de Rosamel: 'Es un tiburón que escribe en varios idiomas juntos y habla un inglés más francés que el alemán'. Es una caricatura de la singularidad de Del Valle, de la larga trayectoria -y el prodigioso oído- que le permitieron obtener páginas de gran belleza profundizando en el talante surrealista de sus primeros libros. Nunca dejó de admirar a Eluard y Breton, ni de cultivar el cariz órfico que le venía de su devoción por Rilke: 'Oh, si un día esta espesa esfera de sangre abandonada / Pudiese descansar en un relámpago de viva lengua, / Y de sorpresa y de terror y semejanza con el paso / De tu imagen prisionera junto a los bordes del ruido / Que cae de rodillas en los dientes del agua'.

Si, como afirma Pere Gimferrer, tras el final de la guerra civil española el surrealismo en la poesía castellana cumplió buena parte de su evolución al otro lado del Atlántico, no será extraño que la lectura de esta antología evoque tanto al García Lorca más vanguardista (el de la estancia en Nueva York, justamente) o el erotismo siniestro de un Vicente Aleixandre como la extrema escansión elegiaca del cubano Lezama y la densa imaginería onírica de los argentinos Enrique Molina y Olga Orozco. El excelente prólogo de Juan Carlos Mestre, a quien se debe también la selección de los poemas, completa el enorme interés de este volumen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_