El futuro del proceso de paz

(...) A quienes mantenemos la esperanza viva de una solución negociada al conflicto armado colombiano, nos decepcionan y desalientan los eufemismos, los rodeos y los silencios estratégicos que la cúpula de las FARC utiliza para desviar la atención sobre sus graves y protuberantes errores, y sobre la magnitud de sus acciones violentas.

El secuestro de Consuelo Araújo no puede ser justificado llamándolo 'retención política', y su asesinato no dejará de ser atroz aunque se le diga 'inesperado desenlace'.

(...) En tales circunstancias, el replanteamiento del proceso de paz debe ser radical, empezando por la necesidad de que el presidente escuche y discuta con todos los sectores nacionales el manejo de las negociaciones.

Si alguien ha tenido responsabilidad en que el debate nacional se centre en las escaramuzas del conflicto, en lugar de hacerlo en las propuestas políticas, económicas y sociales que se discuten en la mesa de negociación, han sido las propias FARC. (...) En la actual encrucijada, la continuidad del proceso de paz está en manos de la guerrilla. Sus comandantes supremos deben demostrar tres cosas:

- Que existe unidad operativa en las FARC. (...)

- Que están dispuestos a comprometerse con un cese del fuego. (...)

- Que mantienen objetivos políticos y no son simples terroristas con fines económicos, liberando a todos los secuestrados.

Nadie quiere la guerra, pero nadie duda de que, a pesar de los diálogos, estamos en guerra.

Cartagena de Indias, 2 de octubre