Pujol advierte al PP de que la involución autonómica pone a prueba su lealtad
Pide más patriotismo para construir Cataluña
El Jordi Pujol leal a la Constitución y al Estatuto volvió ayer por sus fueros para advertir al Gobierno del PP -y al PSOE de carambola- que no haga oídos sordos a sus demandas de autogobierno. El presidente catalán subrayó que la involución autonómica y la imposición de decisiones ponen a prueba la lealtad de Cataluña. Durante dos horas y media y con el telón de fondo de agravios como la renovación del Tribunal Constitucional y la ley de déficit cero, Pujol desgranó un discurso sin estridencias, en su 18º debate de política general.
Ayer fue el primero de los tres días que durarán estas sesiones. Era notable la expectación por ver cómo Pujol encaraba la primera vuelta de este debate al término del cual el líder del PSC, Pasqual Maragall, tiene previsto presentar una moción de censura. Algunos vaticinaban, de entrada, una salida en tromba del presidente de la Generalitat para desarbolar la defensa socialista y esperar el partido de vuelta con comodidad. Pero el pronóstico no se cumplió. Un Pujol de modales constitucionalistas y estatutarios salió a la tribuna de oradores con un motón de datos sobre el funcionamiento de Cataluña y con el objetivo de tocar la fibra sobre el trato que el PP y el PSOE dispensan al nacionalismo catalán.
La intervención del presidente de la Generalitat fue analizada por su Gobierno, que se reunió ayer por la tarde para evaluarla y trazar la estrategia para el día de hoy con el duelo Pujol-Maragall. A buen seguro, el tono del presidente de la Generalitat se adaptará a las necesidades del guión. Pero ayer Pujol mostró su rostro amable y compatible, aunque no sumiso, con ese pacto de apoyo parlamentario con el PP. La tesis que esgrimió de partida es que Convergència i Unió ha intentado la vía del diálogo desde el establecimiento de la democracia en España. Con ello justificaba su actual alianza con el Partido Popular. 'Hemos negociado o hemos intentado negociar con gobiernos de UCD, del PSOE y ahora del PP; con mayorías absolutas o relativas, en Barcelona o en Madrid. Lo hemos hecho moviéndonos en el marco de la Constitución, con lealtad constitucional', dijo Pujol.
Desde la LOAPA
Pero este comportamiento políticamente ejemplar, desde el punto de vista del discurso pujolista, no ha dado históricamente los réditos apetecidos. Recordó el intento de recorte autonómico acontecido con la Ley Orgánica de Armonización Autonómica (LOAPA), con UCD; subrayó que, con los socialistas, la financiación que quería CiU no entró en vereda hasta 1993, y ahora el PP está haciendo oídos sordos a las peticiones de mayores cotas de autogobierno, por ejemplo con la reforma de la Ley de Bases de Régimen Local, la del Poder Judicial y la del Tribunal Constitucional, instancia de máxima actualidad cuya renovación ha permitido a Pujol encarar el debate de política general marcando la anhelada distancia ideológica con sus socios parlamentarios del PP.
'La imposición de decisiones involutivas tiene serios riesgos. No se puede abusar de la paciencia y la lealtad ni del espíritu constructivo de nadie, tampoco de Cataluña', subrayó el presidente de la Generalitat durante su intervención en el debate.
'CiU puede negociar muchas cosas con el PP, o con el PSOE, como ha hecho en muchas ocasiones. Puede transigir en muchos puntos, pero hay dos temas en los que no tiene margen: los relativos al autogobierno y a la identidad catalana', dijo Pujol en tono sereno y exento de crispación, sin el crescendo que en otras ocasiones le ha exigido el guión político escrito con otras mayorías. Ayer incluso mantuvo la suavidad cuando explicó que su Gobierno volverá a plantear al Ejecutivo de José María Aznar la necesidad de negociar más competencias. 'Insistiremos. Creo que si el Gobierno del PP se vuelve a negar a hablar de ello, cometerá un grave error, malo para Cataluña, pero también para el PP y para todos', expuso el líder nacionalista. 'En lo que digo no hay sombra de presión o de amenaza, y no sólo porque la relación de fuerzas no lo permite', agregó. Porque, para el presidente de la Generalitat catalana, 'si las reivindicaciones hechas dentro del marco de la Constitución y del Estatuto, por la vía más pacífica posible y en el marco de una política de colaboración leal desde 1980, no merecen respuesta, la consecuencia no puede ser positiva'
En su discurso hubo referencias personalizadas al fallecido Jaime García Añoveros; al consejero de Economía, Francesc Homs; a Johannes Rau, Jack Lang y Václav Havel, y al presidente del Parlament, Joan Rigol. Pero la más sonada correspondió a Talleyrand -político que fue obispo de Autun, partidario de la nacionalización de los bienes del clero y, por tanto, excomulgado por el Papa-: 'es peor que una injusticia, es un error', fue la frase elegida por Pujol para referirse al polimorfo político y diplomático francés.
Y al final de un discurso con Talleyrand de por medio no podía faltar la moraleja. Después de explicar todos los logros de su Gobierno en materia de bienestar, llegó el mensaje: 'Este país que queremos hacer, ¿cómo lo haremos?, ¿con qué lo haremos?', se preguntó el presidente de la Generalitat. La respuesta incluye los ingredientes esgrimidos por CiU durante la campaña electoral: dinero, poder político. Pero además hay que hacerlo con 'una sociedad cohesionada, con autoestima, con ambición, con patriotismo y con un sistema positivo y eficaz de valores'.
El tono empleado por Pujol fue suave incluso con los vecinos de Llagostera, que se oponen al trazado de alta tensión impuesto por el Gobierno de CiU y Fecsa. No obstante, advirtió de que, de continuar ciertas actitudes, 'se afectará negativamente al interés general'.
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