Medios y fin
La semana pasada fueron presentados en sociedad los Presupuestos del Estado para 2002. Los presupuestos son el gesto político más importante de un gobierno, porque ahí, en la manera de repartir el dinero público, se ve la ideología y la forma de entender la cosa pública de un gobierno. Dicen los expertos que son unos presupuestos inconcretos, remitidos permanentemente a los cambios del sistema de financiación autonómica; que insisten en el recorte de la inversión en infraestructuras y que buscan y condicionan sus apuestas y sus compromisos al déficit cero, caiga quien caiga se podría decir.
En lo que respecta a Andalucía, dice el PP que los Presupuestos son generosos, cosa que no comparten en absoluto los demás partidos. Es un asunto trascendental para los andaluces la forma en que la región haya sido tratada en los presupuestos, pero hay tanta elevación del tono de algunas voces, que la denuncia de otras sobre ese asunto concreto y otros no llega con toda la intensidad con que es emitida. Elevaba el tono Javier Arenas para decir que en España sólo se habla de la Junta por sus escándalos e irregularidades. Sin duda, él colabora a que sea así, quiero decir a que se hable, no a que haya irregularidades y escándalos, porque como todo el mudo sabe él no tiene nada que ver con el Gobierno de Andalucía. Dice Arenas que a Chaves no se le respeta, se le teme porque es capaz de casi todo, dicho lo cual nos quedamos con ganas de saber más: ¿de qué casi todo es capaz Chaves? En ese casi todo inquietante cabe mucho, sobre todo si se deja volar la imaginación, pero si sólo se dice eso y no se aclara el casi todo, sencillamente se pone a cien por la pista la máquina de embarullar y poco más.
El pasado fin de semana Arenas estuvo en Sevilla para confirmar, ante las dudas y rumores sobre sí mismo, como candidata a la Presidencia de la Junta a Teófila Martínez y de paso volver sobre Gescartera como si el asunto fuera de otro, de Chaves concretamente. Con frecuencia los políticos suelen exhibir formas discutibles en su persecución del fin último de llegar o mantenerse en el poder, olvidando que valdrá para siempre la advertencia de Albert Camus sobre la necesidad de que 'en política los medios justifiquen el fin'. Y, por supuesto, vale para todos.
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