Las traiciones del olvido

El olvido como muerte. La muerte como recuerdo. El recuerdo como presencia de futuro. Sobre este juego en forma de herradura sobre el olvido escribe Espido Freire en Melocotones helados, Premio Planeta 1999. En su tercera novela, la escritora bilbaína (1974) ha creado una historia con ecos de fábula a través de la historia de una mujer que debe huir, exiliarse por amenazas, para lo cual se refugia en casa de unos familiares. Allí se encuentra con que la vida anda entre secretos y, sobre todo, con la historia de una prima con quien comparte el mismo nombre: Elsa. Una situación que la lleva a un encuentro consigo misma y a un desencuentro al mismo tiempo con su propia identidad, historia y anhelo. Todo ello dentro de una aparente cotidianidad. Freire intenta despejar su narración de barroquismos y busca aliarse con lo sencillo, aunque por momentos se acerca más a la simpleza mientras en otros logra destellos de lirismo. Así, el ritmo de la narración es desigual y el interés por lo contado irregular. Es más interesante la propuesta temática que su presentación. Entre personajes que se cruzan, historias reales y mágicas que se mezclan y tiempos que van y vienen, Elsa y el lector sabrán que más que el olvido como muerte lo que se persigue es enterrar. Sepultar un sentimiento, una historia, una promesa. Porque siempre queda el sustrato que recubre el hecho que se desea olvidar. Son las traiciones del olvido.