_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Reflexión

En la película El paciente inglés, en la parte del accidente en el desierto, el personaje interpretado por Kristin Scott Thomas le pregunta al que incorpora Ralph Fiennes: '¿Estamos seguros?'. 'Sí. Sí. Absolutamente', responde él. Y ella replica: 'El sí me tranquiliza. Es el absolutamente lo que me preocupa'.

Yo siento la misma prevención hacia ciertos adverbios y adjetivos. Justicia es una gran palabra y no hay que quitarle ni añadirle nada. Justicia Infinita, en cambio, delataba una ambición cuando menos inquietante, dado el ardor guerrero que nos ocupa (¿Dónde está el enemigo? ¿Dónde está el frente? Ay, Gila, cómo te echo en falta), pero la expresión que la ha sustituido, Operación Libertad Duradera, me intranquiliza por igual. Aparte el hecho de que, en inglés, parece una marca de condones ('Póngase Enduring Freedom en cuanto note un calentón y líbrese de epidemias'), la nueva denominación de marca plantea serias preguntas sobre los objetivos.

Libertad duradera, ¿para quién? ¿Para quienes disfrutan de ella y la sienten amenazada por el terrorismo? ¿Para quienes nunca la poseyeron y ahora ven a sus regímenes autoritarios reforzados por sus alianzas con los occidentales? ¿Para Israel o para Palestina? ¿Para la monarquía saudí o para sus adúlteras lapidables? ¿Para los afganos en general o sólo para los que puedan correr con mayor rapidez hacia el refugio?

¿Es libertad duradera aquello por lo que se luchará, o se va a disponer de libertad duradera para luchar cuanto se quiera, contra quien se quiera, utilizando cualquier sistema y contando además con unos medios de comunicación cada vez más sometidos a libertad vigilada?

Por otra parte, cavilo, la pretensión de sacar de su exilio en Roma al depuesto Mohamed Zahir Shah para que lidere la transición en Afganistán (siguiendo de forma más bien surrealista el modelo español exportable), aparte de sorprendente (nadie se acordaba del caballero, ni siquiera el ¡Hola!, que lleva el registro) y milagrosa (se ha convertido de repente en demócrata: en tiempos, su arquitecto solía emparedar a los obreros díscolos), debería ejecutarse pronto o, para decirlo mejor, prontamente. Que nos ha cumplido 86 tacos, el baranda.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_