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49º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Pilar López de Ayala borda una hermosa idea de cordura de la reina Juana la Loca

Fuera de la sección oficial se dio a conocer el vigoroso y singular filme argentino 'La ciénaga'

La actriz española Pilar López de Ayala llenó ayer de hermoso y explosivo aliento de verdad la pantalla del Kursaal, con su prodigiosa composición, en el filme dirigido por Vicente Aranda Juana la Loca, de una idea de la hija y heredera de Isabel la Católica que hace añicos su imagen históricamente pactada de mujer trastornada, casi demente; y hace de ella una muchacha libre, apasionada y herida por el infortunio, pero inteligente, lúcida, cuerda. Lo que esta actriz -que sólo tiene tres películas a sus espaldas- aportó ayer a este encuentro y cotejo de películas en liza es cine elevado y adulto, de gran fuerza y pureza.

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Es el primoroso trabajo de Pilar López de Ayala no sólo materia dramática sino también eje formal alrededor del que gira el vuelo y se sostiene la singularidad de Juana la Loca, magnífica película libre pero imperfecta, ya que alcanza momentos sublimes, pero se resiente de algunos pronunciados altibajos en el reparto -los personajes de Rosana Pastor, Eloy Azorín y Daniel Liotti no están lo bastante construidos, son sólo bocetos a medio hacer- y de varias disonantes caídas del diálogo en giros de expresión literaria algo rebuscados.

No es esta película imaginable como tal, como esfuerzo de creación artística, sin traer a primer término la generosa energía expresiva que en ella despliega la joven actriz, que es literalmente mimada por la cámara de Aranda, sin duda consciente del deslumbrante diamante cinematográfico que, mientras la filmaba, estaba tallando con ella. De ahí, de este suave y armónico choque, procede el exacto y cautivador alarde de dominio del gesto instantáneo que Pilar López de Ayala despliega en el filme, y que se alía en la pantalla con su rara capacidad para adueñarse sin sensación de esfuerzo, con sólo un sombrío destello de la mirada, del espacio escénico.

Y de ahí también procede la reducción -obviamente no buscada por la actriz- a muletas de sí misma a todos quienes le dan la réplica. Y la evidencia de que éstas y más esquinas de su composición hacen de la presencia de Pilar López de Ayala en Juana la Loca un foco de riqueza e inventiva escénica, lo que es indicio no sólo de que hay tras ella una minuciosa elaboración de su fotogenia y de su gama gestual, sino también de que es instintivamente dueña de un genuino sello de estrella, esa energía de orden cercano a lo hipnótico que capacita a algunos, muy pocos, rostros para deslizarse sobre el prodigio de la transfiguración.

Quedan adheridos tercamente a la retina instantes de esa capacidad de mutación instantánea, como su escena con Susy Sánchez, que crea de un solo formidable golpe la figura de una Isabel la Católica que expulsa fortísima sensación de verdad -tanta como la que salta de la fría malicia del rey Fernando, en una viva y exacta escena brevísima-; su sucio e irónico parto en un retrete al futuro emperador Carlos; la velocísima transición de su mirada cuando oye indiferente que peligra su lugar en el trono pero respinga alarmada cuando oye que también peligra su lugar en la cama de su hombre; su respuesta en la frontera de la necrofilia a la agonía y muerte de éste; y más imágenes y momentos de gran distinción, que alcanzan su mayor dificultad cuando, al borde de un ridículo que no sólo no llega sino que ella convierte en altura y nobleza, vomita a gritos bajo la lluvia su amor y su rencor.

Y llenó este día de buen cine, fuera del concurso, la extraordinaria La ciénaga, grave e inquietante película argentina escrita y dirigida por la documentalista Lucrecia Martel, que realiza su primer largometraje de ficción y alcanza de un salto la maestría.

El director Vicente Aranda (izquierda), junto a los actores Daniel Liotti y Pilar López de Ayala.
El director Vicente Aranda (izquierda), junto a los actores Daniel Liotti y Pilar López de Ayala.JESÚS URIARTE

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