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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vuelco en Polonia

Los polacos han arrojado a las tinieblas extraparlamentarias en las elecciones del domingo a la coalición derechista gobernante, Solidaridad, que tras su ineficacia y escándalos de corrupción no ha llegado al 8% exigido para seguir en el Parlamento. Pero la prevista y contundente victoria de los ex comunistas de la Alianza de Izquierda Democrática se ha quedado corta para obtener la mayoría absoluta. El próximo primer ministro, Leszek Miller, un apparátchik de la era comunista convertido a la socialdemocracia occidental, tendrá que gobernar en minoría o buscar un socio que le permita alcanzar la cifra mágica de 231 diputados.

Aunque ninguna de las alternativas es buena, un Gabinete minoritario daría más coherencia al escenario político de Polonia. Sobre todo tras el rechazo a un Gobierno de coalición por la Plataforma Cívica, segundo partido más votado, de tendencia conservadora y procapitalista. El único socio que les queda a los vencedores sería el populista Partido Campesino, 9% de los sufragios, con quien ya compartieron entre 1993 y 1997 una alianza plagada de dificultades.

La economía polaca se deteriora rápidamente. El desempleo está en el 16% y el país centroeuropeo afronta un insoportable déficit de 20.000 millones de dólares (el 11% del PIB) en el próximo Presupuesto, a menos que se recorten drásticamente los gastos y aumenten los impuestos. La Alianza de Izquierda Democrática tendrá que afrontar reformas en gran escala para cumplir con sus promesas de crecimiento económico y su determinación de incorporar a Polonia a la UE en 2004.

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El Partido Campesino, si finalmente Miller se ve obligado a cortejarle, no sería el mejor aliado; menos aún en un panorama parlamentario del que forman parte inquietante desde el domingo otras tres formaciones minoritarias de carácter radical populista, ultraconservadores y antieuropeos. Durante su colaboración previa con los socialdemócratas, los proteccionistas campesinos, poco amigos de la inversión exterior, boicotearon las privatizaciones y las reformas de los conglomerados industriales ruinosos. No hay motivos para pensar que ahora vaya a ser diferente.

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