Se inicia en Argentina el juicio por el atentado antijudío de 1994
Más de 20 acusados se sientan en el banquillo
Bajo los efectos de las matanzas de Nueva York y Washington comenzó ayer en Buenos Aires el juicio por el atentado más sangriento de la historia de Argentina, perpetrado el 18 de julio de 1994 contra la sede de la Asociación Mutual Israelí Argentina (AMIA), que causó 85 muertos y más de 300 heridos. El clima de miedo que impera en el mundo desde hace dos semanas no ha hecho sino aumentar la expectación ante el juicio más esperado en Argentina.
Se han redoblado las medidas de seguridad en torno al edificio de los tribunales de Retiro y la vista se celebrará en una sala construida especialmente para la ocasión. Las previsiones indican que el juicio durará unos diez meses, periodo en el que desfilarán 1.550 testigos.
Una veintena de acusados se sientan en el banquillo, de los que cinco son presuntos autores materiales: Carlos Telleldín, acusado de confeccionar la furgoneta bomba, y los ex policías Juan Ribelli, Mario Bareiro, Raúl Ibarra y Anastasio Leal. Todos ellos podrían ser condenados a cadena perpetua. La mayoría del resto de imputados son también antiguos agentes de cuerpos de seguridad, que pertenecían a una oscura banda de policías que ha contado con la complicidad de funcionarios del Estado.
El fiscal José Barbaccia declaró ayer que tiene la esperanza de que el debate oral y público por la voladura de la mutual judía sirva para conocer algo más de lo que ocurrió no sólo el 18 de julio de 1994, sino durante los días previos a ese ataque terrorista.
Para los familiares de las víctimas y amplios sectores de la sociedad argentina, hay la sospecha generalizada de que faltan en el banquillo quienes planearon el atentado, así como sus cómplices nacionales e internacionales, y de que detrás del atentado hay una historia de encubrimiento que ha impedido atrapar a los responsables. El dedo acusador señala a organizaciones integristas islámicas y a países que les dan cobijo.
En este punto, la investigación no ha conseguido desentrañar los numerosos interrogantes. Todo lo contrario. Valiosas pruebas han ido desapareciendo de organismos del Estado como la Policía Federal, el Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE) o la Secretaría de Migraciones.
José Hercman, director de la Delegación de Asociaciones Israelíes Argentinas (DAIA), que ocupaba el quinto piso del edificio de la AMIA, está convencido de que en el juicio sólo se va a tratar un 10% del total del atentado.
Acusaciones contra Hezbolá
'No están frente al tribunal todos los que tendrían que estar', asegura. Hercman no tiene reparos en acusar directamente a la organización libanesa shií Hezbolá (Partido de Dios) y a países como Irán y Siria.
Han pasado siete años desde que una furgoneta cargada con 300 kilos de explosivos provocó el hundimiento de la sede de la AMIA.
'Este tipo de bestias no merecen vivir', fue la primera reacción del entonces presidente Carlos Menem ante los micrófonos. 'Las bestias son difíciles de encontrar. Quiero pedir perdón por este lamentable episodio y comprometerme a redoblar los esfuerzos para esclarecer este nuevo ataque', añadió dos días después.
Los terroristas ya habían atacado la capital argentina dos años antes. El 17 de marzo de 1992, el objetivo fue la Embajada de Israel, en pleno centro de la capital argentina, que voló por los aires con un resultado de 22 muertos. Los responsables de ambos atentados siguen en la impunidad.
La triple frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil ha sido señalada reiteradamente como posible santuario de células de organizaciones terroristas islámicas, no ajenas a los atentados de Buenos Aires. El mismo escenario ha vuelto a la actualidad estos días, después de la matanza de Nueva York.
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